Pero en el tóxico está el contraveneno. Los de Antonio Pérez afrontan el duelo en presencia de el cuadro ourensano con un extra de furor y ganas, especialmente en presencia de sus aficionados. Se manejo de un equipo sólido, que solo incorporó a un participante (Albert Ventura) con la temporada en marcha y que ha dejado victorias de mérito en presencia de, por ejemplo, Tizona o Estudiantes, pero incluso algún borrón, como en el Pazo en la primera envés, donde se vio superado por las ganas y el descubrimiento cobista.
Tienen los alicantinos un poco de todo. A nivel ofensivo, las miradas se centran principalmente en el escolta Bradley Davison. Al escolta se le caen los puntos de las manos, promedia 18 por partido, y como entre en jaleo es mejor persignarse. Por la zona exógeno hay que destacar la dirección del verde Adrià Rodríguez, que va adquiriendo galones, un Gudmundsson capaz de hacer unas cuantas cosas correctamente, al menudo y explosivo Harris o al siempre sólido participante checo Balint.
Depósito interior
Por internamente, Comedón pone el físico sin grandes alardes en lo técnico, pero cumpliendo lo que se demora de él. Bercy no tiene el papel preponderante que tenía en el Cáceres aunque puede hacer daño, mientras que Kostadinov alterna su grupo dentro-fuera buscando las mejores opciones y Gatell pone al servicio del equipo su experiencia cuando es menester.
Al frente, pizarra en mano, Antonio Pérez manejo de darle un libramiento a la tendencia flagrante de un Alicante que pecó de cierta laxitud cuando certificó su principal objetivo y que, ahora, se marca como objetivo retornar a hacer funcionar la maquinaria a pleno rendimiento para enderezar el rumbo. Tratará el COB de evitarlo en tierras mediterráneas. Con la fórmula del partido de la primera envés en mente, los ourensanos buscarán minimizar las virtudes de los alicantinos y exponer sus debilidades.