La Asociación de Jubilados de Chandrexa de Queixa cierra sus puertas tras 30 años



En la tranquila y montañosa Chandrexa de Queixa, un sentimiento de melancolía recorre a sus vecinos tras el obstrucción de la Asociación de Jubilados, un pilar fundamental de la comunidad durante más de dos décadas. Tras largos abriles de actividades, reuniones, convivencias y dedicación, la desidia de licenciatura en la directiva ha llevado a esta conclusión de obstrucción de sus puertas.

La historia de la asociación se remonta al año 1991, cuando nació como la Asociación Cultural de Queixa. Sin requisa, en 2004 tomó un libramiento crucial para centrarse en los jubilados, convirtiéndose en la Asociación de Jubilados de Chandrexa de Queixa. Durante todos estos abriles, ha sido un espacio de cruce y compañerismo para casi un centenar de socios.

Con el paso del tiempo, la asociación amplió su actividad más allá de las fronteras del propio municipio, atrayendo a miembros de pueblos vecinos como Montederramo y Trives, ya que su población era cada vez último, pero esta activa asociación atraía a jubilados residentes fuera del municipio. Su dietario estaba llena de actividades que mantenían unidos a sus socios, desde reuniones regulares en carnavales, veranos y Navidades, hasta emocionantes excursiones y viajes, esperados con ansia por todos.

Entre todas las excursiones, una destacaba especialmente: la viaje para “engullir una mariscada”. Esta tradición, anclada en los corazones de los socios, encarnaba el espíritu de camaradería y disfrute que caracterizaba a la asociación. Encima, una vez al año, se aventuraban en panorama de varios días, proporcionando a muchos la oportunidad de disfrutar de unas descanso.

Pero más allá de las meras actividades recreativas, la asociación tenía un impacto profundo en la vida de sus miembros, la excusa perfecta para estar y estar en contacto estos mayores que en muchos casos viven casi solos en sus aldeas. Expresiones imborrables emergen de la primera excursión a la playa, donde algunos experimentaron ver el mar por primera vez en sus vidas. Esta experiencia transformadora, compartida entre amigos, quedará grabada en la memoria de muchos.

Comida

Ahora, al cerrar sus puertas, los socios se despiden con un amargo sabor agridulce. En una emotiva comida de despedida, cerca de de 60 personas se reúnen en la asiento queixalá para honrar los abriles de servicio de la asociación. Cada miembro de la directiva recibe un sincero agradecimiento, acompañado de un pequeño aspecto de devolución por su dedicación.

Como extremo acto entre compañeros, se realizaba un sorteo de regalos entre los socios, compartiendo productos típicos de la zona. A medida que se cierra este capítulo, muchos de los socios manifestaban su pena, pero manteniendo que los saludos de las risas compartidas y los lazos fraternales perdurarán en cada miembro. Sin requisa, entre la nostalgia y la despedida, surgía una chispa de esperanza. Los socios no descartaban la posibilidad de formar parte de una nueva asociación, que no solo incluya a los jubilados, sino asimismo a jóvenes con energía para revitalizar este animado peña.

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