«Me gusta sacar punta a las cosas del pasado para que el lector pueda verlas como cercanas»


Toledo se convirtió en la caudal política y religiosa del Reino Visigodo; incluso aún hoy su catedral es la primada de la Iglesia católica española. Pero, adicionalmente de eso o quizá por eso, es el escena en el que comienza la novelística La última reina goda (La Esfera de los Libros), obra del escritor y periodista de torrevieja news today David Yagüe (Madrid, 1982), que el próximo sábado, 1 de junio, estará en esta ciudad para presentarla acompañado de Manuel Bronceado, compañero en la delegación toledana de este diario.

La cita tendrá punto a las 12.00 horas en la Estantería Cascaborra, donde todos los apasionados de la Historia podrán acercarse a la figura de Egilo o Egilona, que es la protagonista de ‘La última reina goda’, un personaje histórico del que hay muy poca documentación, y la que hay es muy controvertida. Así lo asegura el autor, David Yagüe, que ha favorito a esta mujer por el conjunto que da para fabular sobre su vida y su época. Fue la esposa del rey don Rodrigo y, tras su crimen, de Abdelaziz (primer jefe musulmán de Al-Ándalus e hijo de Muza, conquistador del Reino Visigodo de Toledo).

-Teniendo en cuenta la poca documentación histórica que hay sobre Egilo o Egilona, ¿cómo ha osado a hacerla protagonista de una novelística?

-Pues, mira, precisamente que haya poca documentación, que para un historiador pues al final es un impedimento, para un novelista es una oportunidad porque puedes fabular. Obviamente, no te vas a salir del contexto y del situación de la época, pero sí que puedes tratar de imaginar. En el caso de esta reina, lo que se sabe es en realidad muy poco, y en crónicas que, sorprendentemente, dan una visión muy parecida. Siempre de la época de su himeneo con Abdelaziz, porque no la oímos citada cuando era reina y mujer de don Rodrigo; y la citan como si fuera una mujer muy manipuladora, muy ambiciosa, que estuvo a punto de conseguir que este hombre abjurara del islam, abjurara del califa de Damasco y se lanzara a proclamarse rey. Entonces a mí esto me generaba muchas preguntas: ¿Por qué había pasado esta mujer así a la historia? ¿Si era en realidad como la pintaban las crónicas o había más intereses? Y a raíz de esas preguntas pues yo fui construyendo una historia. Una historia tratando de reponer de una forma plausible y verosímil por qué quedó esta imagen de Egilo. Hay historiadores, como por ejemplo la medievalista María Jesús Fuente, que lo ponían en duda y aseguran que ello casi era un esquema proverbial. Por otra parte, todavía hay que tener en cuenta que las crónicas islámicas dicen que Abdelaziz fue asesinado por los propios árabes, por sus propios compatriotas, con lo cual todavía pudo tener ahí un interés en despabilarse una habitante de turco.

-Lo mismo se podría opinar de otra mujer de esa época, Florinda la Cava, cuya historia está asociada a Toledo, precisamente, y a la pérdida del Reino Visigodo de Toledo a manos de los musulmanes. Siempre se deje de la letrero negra española, pero ¿por qué cree que siempre se culpabiliza a las mujeres -desde Eva, pasando por Egilona, Florinda o Juana ‘la Loca’, entre otras- de los males que nos acechan?

-Es muy singular porque yo el romance de Florinda, de la Cava de Toledo, de aquellas frases, aquellos versos de «Y por ella se perdió España», yo todavía lo he metido en la novelística; y lo he metido porque me parecía muy singular que en una historia tan masculina, que en el fondo eran conquistadores, reyes, guerreros, hay al menos dos mujeres -Florinda y Egilo- que, a través de la letrero o las crónicas, han pasado a la historia y, por cómo funcionan las crónicas de medievales, si lo hicieron es porque tuvieron un papel importante. Sin secuestro, lo hacen con un descrédito o con una letrero negra negativa. Si lees el romance, piensas que Florinda es una víctima de la violación de un rey. Pero eso ya nos da pie a interpretar y a escribir. Yo creo que las mujeres, en el fondo y aunque no tuvieran poder existente, como personas siempre debieron tener poder. Porque nunca podemos cronometrar el poder que se ejerce en la intimidad, la influencia interiormente del hogar, interiormente de un himeneo, de una grupo; las madres, las esposas siempre han tenido influencia, aunque eso es difícil de cronometrar a un nivel político o de las grandes crónicas de las épocas que escribían los cronistas de corte u otro tipo de escritor. Y yo todavía he jugado con eso. Quizá Egilo no era tan manipuladora como nos dicen las crónicas, pero quizá sí que era una mujer que estaba acostumbrada a habitar en el poder y sabía profesar su influencia en la intimidad.

-De hecho, baraja la posibilidad en su novelística de que Egilo o Egilona fuera casada con Abdelaziz (primer jefe musulmán de Al-Ándalus e hijo de Muza, conquistador del Reino Visigodo de Toledo) más por interés que por inclinación. ¿Qué se perseguía con esta osadía?

-Fue política 100% y yo creo que en realidad fue interesada por parte de los musulmanes. Al final, aunque las reinas visigodas no tenían un poder existente, pues el que mandaba era el marido, sí que es verdad que a Abdelaziz, que adicionalmente sabemos que firmó pactos con distintos miembros de la aristocracia, esto le daba un cierto poder de imagen por ser el marido de la mencionado reina, como que lo vinculaba con el poder territorial mencionado. Y, en relación con Egilo, no dejaba de ser una cautiva, ya que el ejército de don Rodrigo había sido derrotado, él había muerto y ella al final estaba a disposición del poder de los conquistadores. Por eso ella, quizá a posteriori, sí que pudo desarrollar un poco una dietario propia o un interés propio, pero en el primer momento básicamente fue una cautiva que fue casada con quien le dijeron.

-Incluso deje en su novelística una posible traición de Witiza y sus partidarios al rey don Rodrigo en la batalla de Guadalete como inicio de los ocho siglos de presencia musulmana en la península ibérica. ¿Cuál es su argumento al respecto?

-Es una teoría que defienden bastantes historiadores. En el fondo, aunque la monarquía visigoda siempre fue compleja y tuvo sus virtudes, tenía como esa letrero del morbo ojival, ¿no?, de que se mataba a muchos reyes, aunque luego en ingenuidad la historia nos dice que siquiera era tan diferente de otras monarquías de la época. Sí que es verdad que había una tensión política en el reino visigodo. Yo estoy con la idea que defienden algunos historiadores de que el reino visigodo no era un reino en decadencia cuando cayó, sino que era un reino rico y un reino poderoso, y así se le veía fuera, pero estaba dividido entre facciones y eso le hacía más débil. Por un flanco, estaba la grupo del mencionado rey, de Witiza, compuesta por el conocido prelado Opas como mayor representante; y por otro, estaba Rodrigo, que no tenemos muy claro cómo llegó al poder tras la crimen de Witiza, pero lo que sabemos es que no debió ser claro ni tranquila la sucesión. Incluso, hay historiadores que hablan de una posible pleito civil, pero lo que sí es cierto que hubo un conflicto, lo cual tuvo un papel indispensable para la caída de ese reino. Y por lo que se refiere a los musulmanes, no es que vinieran de primeras a conquistar porque, aunque eran guerreros formidables, vienen con un ejército pequeño que no comanda ni siquiera el gran comandante islámico de la zona, que era Musa, sino que en un primer momento era Tarik.

-Lo cierto es que en esa época, en la que la letrero se confunde muchas veces con la historia, muchos de los relatos confluyen en Toledo como caudal del Reino Visigodo y seguidamente con la ocupación musulmana. ¿Qué supone esta ciudad en el devenir de Egilona y de esos tiempos?

-Toledo, indiscutiblemente, era el centro de poder de la monarquía visigoda de la época y el inicio de la novelística arranca con Egilo huyendo de la ciudad cuando se acercan las tropas musulmanas y la primera parte de la novelística transcurre en ella. De hecho, hay una estampa que es harto importante, que está ambientada en el circo romano, que en aquel tiempo seguía teniendo algunas funciones. Se deje de que en aquel espacio se realizaban mercados, procesiones religiosas, … Es verdad que Toledo, con la venida de los musulmanes, parece que va a perder momentáneamente un poco de peso que luego volverá a percibir, como una ciudad floreciente.

-Siempre se deje de Toledo como un ejemplo de convivencia entre religiones y culturas. ¿Está de acuerdo con esta afirmación si nos fijamos en lo que narra en su novelística?

-Yo hablaría más de cohabitación, porque habrá momentos de tolerancia, pero todavía habrá momentos de mucha represión y de tensiones muy violentas. De hecho, acoplado antaño de que los musulmanes entren en la península ibérica, los reyes visigodos estaban tratando de echar y reprimir a los judíos. Y es una cosa que lo vamos a ver durante los siglos posteriores en Al-Ándalus y en los futuros reinos cristianos. Así que cohabitación sí, tres culturas sí, pero quizá no tan a buenas como muchas veces se nos quiere entregar.

-En cualquier caso, lo que viene a afirmar en su novelística es que no hubo mucha diferencia entre la forma de proceder de los visigodos y la de los musulmanes a la hora de asentarse en la península ibérica. ¿Hasta qué punto fue esto así?

-Sí, en el fondo los visigodos llegan a la península como federados o antiguos federados del Imperio Romano, pero eran arrianos cuando la mayoría de la población hispana en el momento eran del credo católico, y los musulmanes pertenecen a otra religión del ejemplar. Es opinar, que hay una cierta conexión, pero son diferentes y, adicionalmente, los musulmanes hicieron muchos pactos. No sólo fue una conquista marcial, que lo fue, sino que hubo acuerdos y uniones. De hecho, el prelado Opas, cuenta la letrero, estaba con los musulmanes en la batalla de Covadonga, lo cual nos dice poco de la posición que tomaron muchos aristócratas hispanovisigodos y cristianos frente a la invasión musulmana. Todo es un poco más engorroso de lo que al final nos lo pintan. A veces, nos imaginamos la conquista musulmana como un ejército muy igual frente a otro similar. Pero los hispanovisigodos estaban divididos y los musulmanes todavía tenían tropas cristianas, judías y norteafricanas entre sus filas. La religión claro que era importante, pero a veces no era un separador y se podía arribar a pactos con los otros. Los musulmanes al principio no imponen la conversión a la población, pero sí imponen un impuesto, lo que demuestra que la finanzas todavía tiene mucho peso. Lo tiene ahora, pero todavía lo tuvo en el pasado.

-Usted, que no es historiador pero sí periodista, comparando los hechos pretéritos a los que se acerca en su novelística con los actuales, ¿se puede sacar alguna conclusión o cierto paralelismo entre esos tiempos tan convulsos y la hogaño, ya que nos gusta tanto retozar al revisionismo histórico?

-Como periodista y todavía como novelista, me gusta sacar punta a las cosas del pasado para que el profesor pueda verlas como cercanas. No hago presentismo; es simplemente destacar cosas que al profesor le puede sonar. Y las formas han cambiado mucho, pero yo creo que aquellos momentos de la historia, del año 711 y posteriores, nos dan algunas claves que son muy parecidas a cosas que vivimos ahora. Por ejemplo, en esa época la historia nos deje de una complicada mandato de integración cultural, pero eso no lo estamos viviendo hoy en nuestras sociedades europeas. Estamos asimilando un montón de población que viene de distintos lugares del mundo y que la necesitamos, por un flanco, a nivel profesional y social; pero, por otro flanco, plantea retos de integración. Y eso todavía se vio en aquel momento. Incluso cambian las formas de poder, pero el poder sigue siendo muy parecido. Los pactos entre desiguales, los pactos entre distintos que hoy vivimos en una sociedad muy polarizada, como en la política coetáneo, sin espadas y sin acuchillamientos literales. De hecho, si nos fijamos en Abdelaziz, que fue derrocado y asesinado por sus propios seguidores, en la política coetáneo lo podemos ver en muchos casos. La humanidad tiene algunas cosas que se perpetúan y que son universales. Y, por otro flanco, en la novelística se ardor rumores a lo que hoy lo llamamos bulos o ‘fake news’.

-Y para rizar el rizo, ¿con qué personaje coetáneo compararía o se puede asemejar Egilona?

-Pues no lo sé, no lo he pensado y no lo tengo claro. ¿Sabes por qué? Porque a lo mejor tendría que esperar a ver si enviuda dos veces. Es una mujer que, cuando tú te acercas a ella, creas una imagen muy negativa. Pero cuando intentas hacer un acercamiento desde las fabulaciones de la ficción, yo creo que empatizas, porque te das cuenta de que esta mujer sería como fuera, pero fue víctima de una campaña muy bruta contra ella.

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