Suecia oficializa sus reservas a aceptar el cataln, euskera y gallego en la UE


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Cree que es necesario “un análisis de las consecuencias económicas y prácticas” para el funcionamiento de las instituciones y descarta dar su visto bueno la próxima semana, como esperaba el Gobierno.

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Un intérprete en el Parlamento Europeo.AFP
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Suecia Este miércoles oficializó sus reservas a la idea de incluir el catalán, el euskera y el euskera como lenguas oficiales de la Unión Europea. En el mes de agosto, y en el marco de las negociaciones entre el Partido Socialista y los independentistas catalanes para la elección de Francina Armengol como presidente de la junta del Congreso, el Ministro de Relaciones Exteriores, José Manuel Albaresenvió una solicitud para que la Unión estudie la modificación del actual reglamento que limita el número de lenguas oficiales en las que se hablan y traducen los documentos comunitarios.

Junts per Cat exigió pruebas fehacientes, con sello, de que el Govern realmente impulsaba la idea, y no sólo la prometía. Y lo consiguió. Albares envió una carta a la presidencia de turno del Consejo, pero como en este semestre era la propia España, entregó copia al secretario general del Consejo. El pedido expreso fue incluir en la agenda del día siguiente Consejo de Asuntos Generales de la UE el tema, a través de lo que se conoce como moción de debate y aprobación. Es decir: que la modificación inmediata de la normativa se discuta primero a nivel de embajadores, y luego de ministros, para que las tres lenguas que son cooficiales en nuestro país en sus respectivas comunidades autónomas puedan ser de uso comunitario. . La decisión se toma a nivel de ministros y debe ser unánime.

El tema sigue en esa agenda, y será abordado este viernes por los embajadores de los 27 ante la UE, que son quienes preparan el CAG, que son una especie de grupo heterogéneo. Suelen asistir los ministros de Asuntos Europeos, si tienen cartera propia, o los secretarios de Estado para la UE, como es el caso de España. Albares nunca acude a este tipo de reuniones, pero el martes estará en Bruselas para que quede claro al resto de socios europeos que el tema es una prioridad para Madrid.

El problema es que hay poco apetito. La idea de añadir tres idiomas más a la vez es impensable para muchos países. Hay algunos para quienes no es una preocupación a nivel político. Hay quien está preocupado por el coste económico o el lío administrativo, ya que el proceso ya es bastante lento a los 27. Y si de repente entran tres lenguas que no son oficiales en todo el país, podría suponer un precedente ‘peligroso’ para el nivel gerencial. Y luego están quienes, por motivos internos, lo ven como una pesadilla. Como es el caso de Franciaque tiene una relación muy delicada con el uso de cualquier otro idioma que no sea el francés en la administración.

Suecia está en el segundo grupo. “El Gobierno se muestra reacio a revisar las normas para que el catalán, el euskera y el gallego se conviertan en lenguas oficiales y de trabajo en las instituciones de la UE. El Gobierno cree que para adoptar una posición definitiva será necesario un análisis de las consecuencias de la propuesta, tanto en la eficacia del funcionamiento de la UE y de los presupuestos”, reza el comunicado del Ejecutivo, recogido por Bloomberg.

“Consecuencias jurídicas y económicas”

El Ministro de Asuntos Europeos del país, Jessika Roswallañadió que creen que “hay que estudiar más detenidamente cuáles pueden ser las consecuencias jurídicas y económicas de la propuesta. Hay muchas lenguas minoritarias que no son oficiales en la Unión”, indicó.

Suecia no es el único país escéptico, pero sí el primero que deja por escrito claramente su opinión. Fuentes del Gobierno español explican que aún no se han hecho cálculos de lo que le costaría a la Unión añadir tres lenguas más, en términos de intérpretes, traductores, cambios en las cabinas utilizadas en las instituciones, etc. Tampoco “siguen en ello, ” dicen, refiriéndose a cuánto tiempo podría llevar tener suficiente logística para que los idiomas puedan usarse con normalidad. Irlanda fue el último país en pedir la incorporación, junto con el gallego. Y aunque se consiguió hace más de 15 años, hubo que esperar décadas hasta contar con los expertos necesarios para hacer posible el uso del idioma todos los días y en todos los niveles.

El equipo de Pedro Sánchez parece confiado. La víspera explicaron que no habían detectado ningún país reacio, ni siquiera como Suecia, que sólo pide ahora, antes de siquiera considerar una votación sobre el asunto, un estudio en profundidad. “Lo normal es que este documento se encomiende a los servicios técnicos, que se dé un plazo largo y entonces la cuestión puede languidecer durante un largo periodo”, explica una fuente comunitaria.

España puede pedirlo para satisfacer a Carles Puigdemont, pero el visto bueno no está en sus manos. El independentismo ha exigido pruebas de compromiso, de esfuerzo, pero no puede esperar resultados que escapen al control de Sánchez y sus ministros.

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