Chico el portugués, portuense, periodista y padre en apuros


“Parece que me huele a…”, doblez la napias al inicio de la entrevista Francisco Fernandes Ferreira (Portugal, 1983), padre en apuros y natural de Santo Tirso, una ciudad perteneciente al distrito de Oporto. Acaba de manar su tercer hijo y cuenta ya dos niñas, una de casi seis y otra de un año y medio. Sentado a centímetros de la hierba evidencia que solo los que están todo el día con el pañal a vueltas tienen ese sentido tan agudizado.

LA NUEVA OURENSANÍA

Desconocemos si su observación castaña y profunda es por la desliz de sueño o por una naturaleza bondadosa, y puede que sea por causa de ambas, pero todavía por lo divertido de la charla. No vamos a proponer que Francisco es agraciado aunque lo sea porque no merece la pena comprar caracteres en atributos físicos cuando podemos charlar de otros temas como su trabajo, el cine de autor, las conspiranoias sobre el Enigma de Fátima, el hombre que vivió entre lobos y que ahora mora en Rande, el Xabarín Club, el circo de los muchachos, su portal de ofertas ilegales de empleo que tuvo cincuenta mil seguidores, o de cómo se le planta cara a una “prefeitura”. Al tiempo, vamos por partes.

“Ayer no dormimos”, usa la primera persona del plural. Proporcionadamente por Francisco, pese a la privación del sueño demuestra solidaridad. “Estuve con ella en La Mancha, Santiago, Vigo y ahora mismo, aquí”, dice sobre su pareja, natural de Ourense y en parte responsable de la mudanza.

Pasión gremial

Diplomado en un equivalente portugués de la comunicación audiovisual ejerce remotamente como empleado a tiempo completo para el Concejo de Oporto. “Hago contenidos para internet sobre civilización, deporte y eventos”, especifica, encima de ejercitar como periodista “freelance” para diversas publicaciones de su país. Del primero dice “me propusieron teletrabajo, a posteriori intentaron quitármelo, fui a proceso y gané”, conjetura Fernandes Ferreira ser “el único funcionario del junta que vive en el extranjero”. Del segundo hablamos de algunos de sus reportajes sobre temas ourensanos, para el diario Conocido luso, que hicieron portada en su país. Sobre la tarde que pasó con el hombre que vivió con una manada de lobos dice “fue maravilloso, fui a posteriori a llevarle algunas cosas y descubrí más tarde que fue uno de los artículos más leídos del año”. No se sabe cómo pero de raposos pasamos a charlar del ejército zarco, las guerras contra el irreligiosidad, el fin de la gran Rusia, los tres secretos de Fátima, y recomienda Francisco, a escasos metros del su santuario, una leída de Paulo Moura, periodista portugués que sobre estos temas acento.

Quiere Francisco escribir una novelística que no es autobiográfica pero que incluye Portugal y Galicia. “Son territorios que conozco”, aclara. El cine de autor es otra de sus aficiones que desafortunadamente tiene un poco aparcada. “As Bestas, Matria, Oliver Laxe…”, comparte sus conocimientos sobre el audiovisual gallego. “Estuve un año pagando el Cineclube Padre Feijoo pero no tengo oportunidad de ir”, confiesa.

Trabajo a espuertas

Cuenta Francisco con un horario muy cabal, por eso estamos hablando en un hueco entre recados. De día compagina la oficina desde casa y el menester de chófer de las crianzas, y de perplejidad hace lo que puede. De la pasada dice que se convirtió en Mr. Bean, y pinta que cada perplejidad le toca disfrazarse de un personaje desigual según las micción. “Estaba con un bebé de un año y medio en el ‘colo’ y el pequeño a la vez, era como si estuviese tocando percusión, le daba en el culito a uno, luego a la otra y ellos no aguantaban dormidos más de vigésimo minutos”.

“Estoy montando un ejército luso-gallego para conquistar el comarca”, bromea Francisco sobre su nuevo paternidad. “Nunca había saledizo con pijama debajo del refugio y ya lo hice por condición”, confiesa. Describe que ser padre de tres “es para fuerzas especiales, un trabajo duro”. 

Gran profesor, sus preferencias se centran en la ficción. “Esta semana empecé ‘A Esmorga’ en gallego, pero como es en idioma antiguo me está costando mucho”. En su casa en O Posío se diferencian adecuadamente portugués, gallego y castellano. Sobre las confusiones entre lenguas vecinas cuenta la lance del día que fue a comprar utensilios para adecentar a una de sus hijas y dejó a la dependienta asustada. “Hola, quiero un peine y una escova para un bebé”, imaginamos a un Paco sonriente que volvió a ser Pequeño al descubrir que no es así como se dice cepillo en este ocasión. “Paco es Pequeño allá, como Pequeño Buarque”, aclara hipocrísticos fronterizos Francisco y de paso comparte un referente musical.

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“Un ansioso disimulado”, se define Fernandes Ferreira, que tiene mucho nervatura pero poco tiempo para mostrarlo. Y entona Francisco con esas fingidas dotes escénicas un meme en internet con el que se siente representado. “Sueno mucho más agudo en mi idoma nativo”, ríe la frase que le cala mientras, como pollo sin individuo, anda el ocupado tirsense ourensano.

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