Cáritas alerta de la exclusión en Ourense por falta de vivienda y acoge más mayores solos


Las facturas de la inflación condicionaron económicamente a 3.455 familias en 2023. Este porrazo se hace más apremiante para los estratos sociales que no tienen garantizados los derechos básicos. Así lo reflejan los datos de Cáritas en la provincia de Ourense que se presentaron el jueves en la memoria de actividades del año pasado. En total se atendieron a 8.367 usuarios, un centenar más que el año preliminar. De estos, el 61% son extranjeros y el 39% tienen país española. El perfil más popular es el de una mujer entre 36 y 65 primaveras. Asimismo se constata un aumento de mayores atendidos en situación de soledad no deseada, que son ya casi doscientos.

El problema de la equivocación de vivienda y su elevado precio es uno de los factores que más preocupan a los responsables de Cáritas. María Tabarés, la directora, indicó que “es la principal dificultad de la población en caudillo. Si ya es difícil para la familia que tiene un trabajo, mucho más para la familia que acude a nosotros”. El pasado año atendieron a 175 personas en el software Luscofusco de viviendas de acogida, 75 más que en 2022. En palabras de la directora, estos usuarios se encuentran con la situación de tener que estirar su estancia a pesar de regularizar su situación, encontrar empleo y tener cierta capacidad de economía, ya que los requisitos que se solicitan para consentir a una vivienda son “inalcanzables”.

Uno de los datos esperanzadores de la memoria es que se redujo el número de personas sin hogar que pasaron por el centro de transición: fueron 17 menos para un total de 103. Adicionalmente, disminuyó la estancia media en el centro a los 101 días. Otro aspecto que preocupa es que cada vez más familia que cuenta con un empleo tiene que comparecer a solicitar algún tipo de prestación social.

El ropero diocesano de Cáritas situado en Plaza 1.000 cierra hoy sus puertas. Lo hace tras tener atendido a 2.024 usuarios en 2023, año en el que ha habido un aumento de personas que acudieron a este centro por primera vez. “A lo liberal del año pasado trabajamos para poder cerrar sin ocasionarle un serio contratiempo a ningún agraciado. Ahora quedará como un centro de entrega de ropa y un centro de formación de empleo”, afirmó la directora.

Una de las novedades del pasado control fue la colocación de contenedores para la donación de ropa en sus parroquias. Estas prendas se venden seguidamente en la tienda de Cáritas que adicionalmente tiene como objetivo valer la inserción profesional.

Software mujer

El software mujer de Cáritas afronta la prostitución. En total se atendieron a 364, una sigla que bajó respecto a las 459 de 2022 oportuno a la dificultad para consentir a ellas. “La ingenuidad de estas mujeres es más difícil ahora. Tenemos más problemas para consentir a ellas por el tipo de prostitución que se maneja ahora sin tantos clubes”, señaló Tabarés.

El comedor social se dispara hasta los 524 servicios diarios

“El 2023 ha sido un año de consolidación de unas cifras absolutamente escandalosas. Que una ciudad como Ourense tenga este masa de solicitudes en un comedor social es poco rabiosa para un medio principal”. Así de convincente es la afirmación de Ana Vázquez, una de las responsables del comedor social de Cáritas. El servicio vivió un 2023 al remate con una media de 524 raciones diarias de comida repartidas y picos de hasta 600.

El perfil de solicitantes es diverso, pero existen dos grupos diferenciados. Por una parte, los usuarios en situación de omisión social severa que comen en las instalaciones y, por otra, familias que acuden al centro a averiguar táperes para sobrellevar. Este clase está compuesto principalmente por familias en situación de cobro de prestaciones sociales o con trabajos precarios. “Son familias con hijos que a pesar de tener trabajo no le llega para cubrir sus deposición básicas de víveres por tener que remunerar un locación”, explica Vázquez.

Desde la institución se constata un aumento del número de personas que cuentan con un trabajo y aun así se ven obligadas a acogerse a ayudas sociales para poder tomar a diario. “Es un término muy feo, pero cada vez hay más trabajadores pobres. Parentela que tiene que priorizar el amparar su vivienda y tiene que comparecer aquí para poder tomar”, afirma la responsable del comedor social.

El comedor social está campechano los 365 días al año y presta servicio de desayunos y comidas de forma presencial y además la opción de recogida de táper. Esta tarea sería inverosímil sin el trabajo de los voluntarios que forman el equipo de trabajo. “Su tarea es fundamental. Sin ellos no podríamos hacer absolutamente nulo de lo que hacemos”, afirma Ana Vázquez.

Las cifras

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