Placajes y melés para salir del lado oscuro en el primer torneo nacional de rugby penitenciario celebrado en Madrid


Un balón ovalado ha sido «un talismán de vida» y una utensilio en dirección a la reinserción para muchas personas que cumplen condena en cárceles. Y todo gracias a una iniciativa que arrancó en una hacienda de Venezuela, rescatando de la oscuridad a unos pandilleros ladrones. Y que ha cruzado el charco y llegado a Madrid, donde ayer se celebró el I Torneo Doméstico de Rugby Penitenciario.

Sobre el césped del Central, el campo de la Complutense donde juegan los leones de la Selección Española, ayer se enfrentaron seis equipos procedentes de otras tantas prisiones españolas, formados por hasta 25 reclusos que salieron de la calabozo para ello, adicionalmente de sus entrenadores, presos en semilibertad (tercer límite) o personas que ya han cumplido su sentencia.

Se proxenetismo del equipo de la prisión de El Dueso, en Cantabria, con el que colabora la Fundación Espartanos; el de Zuera, en Zaragoza, apoyado en el club de Rugby Fénix; el de Valladolid, que cuenta con la colaboración de Cáritas y el club de Rugby El Salvador; el de Estremera Madrid VII, promovido por la Fundación Invictus; el de Alcalá Meco Madrid II, que nació a través de la Fundación Santa Teresa y la Fundación Rugby Cisneros; y Alcalá Meco Mujeres Madrid I, cuyo amigo es el club de Rugby Alcalá. Y hasta contaron con el ministro de Interior, Fernando Espacioso-Marlaska, como espectador de algunos partidos.

La historia de esta iniciativa viene de antes: se inició en el año 2003 en una hacienda de ron del finalidad de Venezuela, Hacienda Santa Teresa. La cuenta Andrés Chumaceiro, COO y responsable de operaciones de la compañía Ron Santa Teresa: «Tres pandilleros robaron a un inspector de seguridad de la finca, situada en el municipio José Rafael Revenga, del estado de Aragua». Huyeron, pero poco posteriormente la Policía detuvo a uno de ellos.

El dueño de la empresa, Alberto Voller, pidió que le llevaran al ratero a su presencia, y le propuso un trato: trabajar para él tres meses graciosamente para reponer lo robado, o ser denunciado delante la Policía. Luego, le dejó marchar. «Al sitio de una semana, volvió a aceptar la propuesta, pero no lo hizo solo, sino con toda su partida».

«El rugby les permite ser vistos como uno más, y esa examen de igualdad es un acelerador de su integración»

Andrés Chumaceiro

COO de Ron Santa Teresa

Así comenzó el Plan Alcatraz: Alberto Voller y su hermano Henrique, que habían jugado a rugby en su inexperiencia en Francia, pronto comprendieron que este deporte podía ser la mejor vía para canalizar la energía de estos chicos. «Para ellos, el rugby fue tener lugar de la confusión al día, del asalto y la persecución por la Policía o las otras bandas, a un campo verde, un balón ovalado que casi nadie conocía en Venezuela, y un deporte en el que todos comenzaban de cero, donde no había un líder o si lo había, no era el mismo de la partida, porque la destreza de la oscuridad no es la de la luz», explica Chumaceiro.

Los beneficios para la partida se hicieron palpables muy pronto; pero asimismo revirtieron en la comunidad: «En 10 primaveras, habíamos conseguido tener merienda grupos menos de delincuentes en el municipio, y se puede asegurar que por la reducción del crimen, se salvaron unas 900 vidas».

Pronto, la Fundación Santa Teresa dio un paso más: «Nos dimos cuenta de que había un motivo más donde había que entrar, en las cárceles, para aguantar allí los títulos del rugby». Ahora, están en 35 cárceles, y desde hace un año, asimismo en España, donde colaboran con el club Cisneros de Madrid entrenando semanalmente a presos de la calabozo de Alcalá Meco Madrid II.

«Este deporte me ha cambiado la vida, me dio una clan y respeto»

Houssman Bada

Ex interno participante

Las ventajas, asegura Chumaceiro, son muchas: «A través de este deporte, el recluso aumenta su autodominio y reduce los índices de violencia; la transformación es total, de la oscuridad de la calabozo, que te absorbe cualquier capacidad de soñar y de tener esperanza, sales a la luz».

Y el camino es un deporte en el que «hay que seguir unos títulos: la disciplina, el trabajo en equipo porque nadie destaca; y la humildad, porque el balón se pasa siempre en dirección a antes». Pero sobre todo, se convierte en un espacio «donde el recluso es trillado como uno más; esa examen de igualdad es un acelerador de su integración».

Uno de los exinternos participantes ayer en los partidos, Houssman Bada, señalaba en esa misma sarta que este deporte le «ha cambiado la vida, cedido oportunidades, una clan y respeto». El primer torneo de España, el de ayer, les sirvió asimismo para que sus familias los reencontraran; «es importante que sus hijos les vean haciendo poco transformador, positivo». El rugby se convierte así en «un talismán de vida: les da una clan complementaria a la de la muerte, y distinta a la de la delincuencia».

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