La familia de un joven asesinado pide colaboración para encontrar su cuerpo


Pol Cugat se acababa de independizar de casa de sus padres cuando fue asesinado. Tenía 25 primaveras y había aceptado hacer de vigilante de una plantación de mariguana durante tres meses en una masía apartada de les Borges Blanques mientras esperaba que llegase la temporada de invierno para entrar a trabajar como pedagogo de subida en el Pirineo donde ya tenía apalabrada una casa en Coll de Nargó. Sus asesinos en un intento de borrar las pruebas del delito se deshicieron de su cuerpo luego de matarlo.

Desde el 21 de octubre de 2021 cuando se cometió el crimen, el difunto de Pol no ha aparecido. Su grupo, que hasta ahora había guardado silencio para respetar el curso de la investigación, pide colaboración para encontrar su cuerpo tras dos primaveras de búsqueda infructuosa. La superiora de Pol, Carme Peguero, solicita que si cualquiera puede aportar información sobre el paradero de su hijo vaya a la policía o contacte con ellos. “Nadie nos va devolver a Pol, pero al menos podrían decirnos dónde está su cuerpo”.

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Carme Peguero, superiora de Pol Cugat, en una conversación con su abogado, en Barcelona 

Miquel González / Shooting / Colaboradores

Hay diez investigados por el homicidio pero todos guardan silencio sobre el paradero del difunto del tierno

La causa lleva dos primaveras y medio en el supremo de instrucción 4 de Lleida. Hay diez investigados relacionados con el homicidio, todos ellos en arbitrio, que saben más de lo que cuentan. torrevieja news today ha tenido llegada al sumario legislativo que recopila los indicios incriminatorios que apuntan a los imputados.

Los investigadores creen que los gestores de la plantación acabaron con la vida de Pol. El día del crimen debía recolectarse la mariguana. La ordenamiento que lo contrató le debía a 12.000 euros, según había comentado el pequeño a sus familiares y amigos. Nunca les confesó a que se dedicaba efectivamente sino que se limitó a afirmar que hacía de floricultor en una finca. La grupo y los investigadores creen que aquel fatídico 21 de octubre, Pol quizás quiso impedir la monasterio del cannabis para forzar que le pagasen y tras una pelea, los enviados para guardar la mercancía acabaron con su vida.

Los sospechosos intentaron aparentar que la víctima había sufrido un narcoasalto de un rama rival

El día luego de los hechos, tres miembros de la ordenamiento se personaron, acompañados de sus abogados, frente a los Mossos d’Esquadra de Lleida para comunicar que habían enfrentado el cuerpo sin vida del vigilante de su plantación. “El difunto estaba sobre un colchón, con las manos atadas a la espalda con cinta saco y una bolsa de plástico en la inicio”, declararon. La sorpresa fue que cuando los Mossos se dirigieron próximo a los tres individuos a la espectáculo del crimen, no había ni rastra del cuerpo. Se toparon con un charco de parentesco y unas tijeras de podar manchadas de rojo pero falta más. Los sospechosos querían aparentar que el vigilante había sido víctima de un narcoasalto cometido por un rama de rival, pero según observaron los Mossos, ni el vallado perimetral que rodeaba la casa ni la puerta de llegada habían sido forzados, con lo que todo apunta que los individuos que accedieron a la casa tenían la interruptor. Dos de los hombres que vieron el cuerpo sin vida de Pol eran Artemio y Albert, pero en vez de tildar a la policía telefonearon a un tal Néstor, a quien la policía sitúa como líder de la ordenamiento. Dijeron que luego del hallazgo del cuerpo se marcharon a un bar y cuando regresaron el difunto ya no estaba. 

Las pruebas apuntan a un sospechoso

Las pruebas, sin secuestro, los acorralan. Sobre todo a uno: Albert B, de 46 primaveras, el único de los que vio el difunto que no se presentó frente a la policía. El hombre huyó a Roma supuestamente bajo el paraguas de una ordenamiento criminal italiana dedicada al tráfico de cannabis. En un registro practicado en su casa, los Mossos hallaron parentesco de Pol en sus zapatillas. Los investigadores sospechan adicionalmente que él fue el encargado de deshacerse del difunto. La aurora del 21 al 22 de octubre Albert B. apagó su teléfono móvil entre las 2:55 y las 8h., la misma franja horaria en la que la señal del móvil del fallecido dibujó un repaso que iba desde la masía de les Borges Blanques hasta el municipio de Castelldans donde finalmente se apagó. A esto se le suma que aquella mañana una cámara de seguridad captó como Albert B. dejaba aparcado el coche de la víctima en la Facultat Agrònoma de Lleida. Luego se dirigió a la fase del AVE de Lleida donde se marchó a Barcelona.

El sospechoso fue detenido ocho meses luego cuando regresó a Barcelona y se presentó en una comisaría de los Mossos luego de que su superiora y su hermano, conscientes de que lo estaban buscando, avisaran la policía. Con aspecto demacrado, Albert falta más ver a su superiora le dijo: “O me mato o me entrego”. Tras unos meses encarcelado y sin aclarar la boca sobre el paradero de Pol, el enjuiciador lo dejó en arbitrio.

Google se niega a proveer los datos sobre la ubicación del móvil de Pol alegando protección de datos

Con estos avances en la investigación, la grupo y los Mossos buscaron sin éxito en los aledaños de la poder de la universidad de Lleida y todavía en Castelldans, pero la yerro de antenas telefónicas en la zona impide establecer el punto exacto donde se abandonó el móvil. Una modo que permitiría delimitar el repaso que hizo el teléfono de la víctima sería mediante el GPS de su móvil. El enjuiciador emitió una petición a Google para que facilitara la situación de su teléfono móvil pero la compañía se negó alegando protección de datos.

“Pol tiene responsabilidad en lo que le pasó desde el momento en el que se metió en esto, pero todavía creo que con 25 primaveras todos hacemos muchas tonterías. Él lo hizo quizás por pobreza porque se marchó de casa cuando la pandemia y se quería avivar él solo, no quería ayuda y esta parentela se lo ofreció todo”, lamenta su superiora.

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