Tradiciones ancestrales para celebrar el Corpus Christi


La celebración del Corpus Christi, permite recuperar cada año tradiciones ancestrales en pueblos y ciudades de Castilla y Valiente como la procesión de los Hombres de Musgo en Béjar (Salamanca) o la flamante celebración en torno a la figura de San Sebastián en Lago de Negrillos (Valiente). Los vecinos de este municipio leonés han vuelto a existir con fervor e ilusión una vistosa y flamante celebración marcada en el calendario de la iglesia como una de sus fiestas más relevantes. La cofradía del Señor Sacramentado de la villa organiza la representación del utilitario sacramental que expedición en torno a la figura de san Sebastián, este año encarnada por José Manuel Murciego Copete.

El novato cumplió con la tradición de una fiesta declarada de Interés Turístico Provincial y Regional y cuyo origen se sitúa en el siglo XVII y dio vida al capitán de la Primera Corte de la Agente Pretoriana, desfilando con paso flemático por las calles del pueblo en una postura retadora que acaba convirtiéndose en rectificación y redención al ritmo de un esforzado taconeo que requiere una preparación física para afrontar el amplio trayecto desde la Iglesia de san Juan Bautista hasta la ermita de Nuestra Señora del Arrabal.

San Sebastián encabeza la procesión iniciada tras la culto, en la que le siguen todos los apóstoles excepto Delator Iscariote, imágenes y danzantes que, emulando a los ángeles, se mueven al son de la dulzaina y el tamborín. La marcha se completa con la presencia de los birrias que, a modo de diablos o guirrios, abren paso durante el desfile.

La villa salmantina de Béjar incluso se echó este domingo a las calles al refriega con el Corpus Christi y con los populares Hombres de Musgo, guardianes de la divisa que data de 1267 y que conmemora la libramiento de la ciudad tras el asedio de los musulmanes. Así, cientos de bejaranos y visitantes se dieron cita en la ciudad textil para compartir la procesión que, este año, celebra su casa de campo estampación bajo la manifiesto oficial como Fiesta de Interés Turístico Internacional.


Procesión del Corpus Christi de la villa leonesa de Lago de Negrillos, declarada de Interés Turístico Provincial y Regional y mascarada Aceptablemente de Interés Cultural de carácter inmaterial


ical

Un año más, el ritual arrancó a primera hora de la mañana en el Convento de San Francisco, donde los seis defensores de Béjar comenzaron a enfundarse los llamativos y pesados trajes de musgo que pueden salir a sobrepasar los 15 kilos. Los elegidos, emocionados, tuvieron, al fin, su día tras primaveras de demora en una registro que tiene presencia asegurada hasta entrada la próxima decenio pues, en Béjar, se considera todo un honor vestir de musgo, a pesar de la exigencia física que conlleva desfilar durante más de dos horas en los albores del verano.

Desde ese división, los Hombres de Musgo iniciaron el desfile hasta la plaza Veterano, donde fueron recibidos por las distintas autoridades, encabezadas por el corregidor de Béjar, Luis Francisco Martín, y entre las que incluso estaba presente el guía de Civilización, Deporte y Turismo de la Sociedad de Castilla y Valiente, el incluso bejarano Gonzalo Santonja. Mientras, la iglesia de Santa María la Veterano acogió la tradicional culto, tras la cual, el Corpus Chisti salió al diálogo de la procesión al pie del templo, adjunto a la plaza de San Juan Bosco.

A su paso, más de 20.000 kilos de sal flota repartidas a lo amplio de unos 600 metros hasta completar un total de nueve coloridas alfombras, dos de las cuales fueron encargadas por el propio Concejo de Béjar, las ubicadas en las calles Armas y Olleros, según confirmaron a Ical fuentes municipales. La cámaras de vigilancia y el dispositivo de seguridad desplegado en las horas previas impidió la corrupción de una belleza solo disipada al paso del santo. La ciudad textil se engalanó, una vez más, con los los altares de las cofradías que volvieron a dar colorido al trayecto del Corpus.

Cuenta la divisa

La historia de los Hombres de Musgo se remonta a 1267 durante la invasión y asedio de los musulmanes cuando los vecinos de Béjar tuvieron que huir y ocultarse en las montañas de la Sierra del mismo nombre. Cuenta la divisa que un pequeño agrupación de ellos, ocultos en el sitio del Castañar idearon una organización ataque que resultaría secreto para la libramiento de la ciudad, informa Ical.

Para ocurrir desapercibidos y poder salir sin despertar sospechas a la muralla, decidieron cubrir sus cuerpos con musgo. Mientras se acercaban, fueron avistados por los centinelas árabes que, al confundirlos con monstruos huyeron de división y dejaron vía vacante al paso de los bejaranos. Al darse cuenta del simulación, gritaron «traición, traición».

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