La imagen sorprende y recuerda a la película de Hitchcock. Los pájaros acuden a la emplazamiento de esta mujer que, desde las ventanas y el observador del posterior asfalto del número 25 de la calle Aquilino Iglesias Alvariño, alimenta a las aves para el enfado de los vecinos. “No podemos brindar las ventanas porque se cuelan en casa, los cristales hay que limpiarlos varias veces al día y las plumas están por todas partes”, explica otro vecino.
La suciedad es visible en todos los edificios de la zona, en los vehículos aparcados en la calle y en las aceras. “Es una rifa advenir por aquí porque te puede caer cualquier cosa en la capital“, dicen. No solo eso, algunas crías de palomas yacen fallecidas al flanco del portal.
Intentamos murmurar con la mujer que alimenta a los pájaros pero sin éxito. “No va a brindar la puerta y como sabe que estáis aquí seguro que siquiera hoy les da de manducar, aunque ellas están esperando“, comentan en la zona. Lo cierto es que siquiera a la policía, que ya ha visitado varias veces la zona delante las quejas de los residentes, les ha campechano la puerta. “No contesta al timbre y cuando ve a los agentes deja de echar pienso. Luego se van y vuelve a alimentarlas”.
Esta destreza, dar de manducar a animales callejeros, está penada en el reglamento municipal, pero no parece ser un impedimento para esta mujer. “Lleva haciéndolo, por lo menos, unos 8 abriles. Pero ahora son muchos más pájaros que antiguamente. Los pobres no tienen fallo, quieren manducar, y saben que aquí se les alimenta”.
Por eso están recogiendo firmas en la zona y pretenden con ellas instar al Junta de Lugo a despabilarse una decisión para que la buena convivencia en este distrito vuelva a ser una existencia.
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