Vicente Ordaz: El retiro

Tuvo más aciertos que errores, muchos más. Es un miembro legítimo de la historia de Valencia y también la política en el ámbito comunitario y nacional. Rita Barberá será nombrada póstumamente alcalde honorario de Valencia, de su Valencia. Dondequiera que esté, Rita será feliz. El gobierno municipal del PP de Valencia salda una deuda histórica con el alcalde que transformado el ciudad y que gobernó durante 24 años, algo impensable en los tiempos políticos actuales. Por cierto, y para colmo, también salda la deuda consigo mismo. Barberá era maltratado por opinión pública, desmembrada por una oposición políticamente amoral, pero seguramente lo que más le dolió fue el aislamiento al que la sometió su propio pueblo. Barberá se equivocó, el PP también.

Seguramente no es fácil dejar de ser alcalde de Valencia. El puesto es tan grande y tan bonito que marca un antes y un después en la vida de un político. Ribó y Barberà han dejado de serlo en circunstancias muy distintas, como también lo han sido sus primeros pasos tras abandonar la vara de mando. Barberà se refugió en el Senado, un territorio en el que nunca se sintió cómoda, ni agradada, ni realizada. Pasó por la Cámara Alta hasta su muerte sin destacar por nada. Fue una jubilación que ella nunca quiso.

Aún así, contrasta con la nueva vida de Ribó. Cuando parecía centrada en el cuadro de salida, ha encontrado el consuelo más absoluto dentro del grupo municipal de Compromís. La nueva vida del exalcalde es tan fácil que hasta el martes de esta semana, 13 de septiembre y desde finales de julio, no ha habido un solo acto público en su agenda oficial. Regresó a la vida pública con una presentación, algo nada laborioso ni complicado. Una parte del grupo municipal de la coalición nacionalista espera que dé un paso al costado, se avecinan nuevos tiempos. Sin embargo, si yo fuera parte de ese grupo, no lo tendría todo conmigo, porque con ese estatus y antecedentes conocidos, puede ser así y resulta que en la oposición no hace tanto frío…