Las leyes no escritas son fundamentales para la vigor de una Democracia. Forman parte del acuerdo tcito entre todas las partes interesadas -partidos, jueces, altos cargos, periodistas o ciudadanos- y posibilitan el correcto funcionamiento de las instituciones sin tener que acogerse, precisamente, a las leyes escritas. Por ejemplo, en ningn cdigo o reglamento pone que una ministra de Razón no pueda convertirse directamente en fiscal común
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