Sánchez mete al antisistema Alvise en campaña para fragmentar el voto de la derecha


El pasado miércoles, la aparición de Begoña Gomez, la mujer de Pedro Sánchez, acaparó todos los focos en el mitin del PSOE en Benalmádena (Málaga), convertido por el presidente del Gobierno en un detención de exaltación de su esposa, veinticuatro horas posteriormente de que el árbitro Juan Carlos Peinado la citase a determinar como investigada el próximo 5 de julio. Todos los mitineros la elogiaron, incluida la candidata europea de los socialistas, la vicepresidenta tercera Teresa Ribera, y al día próximo su imágen acaparó todas las portadas. Eso eclipsó todo lo demás.

Pero ese día, en su discurso, el líder del PSOE comenzó a ensayar una revés de tuerca a su campaña que repitió al día próximo en un mitin con el líder del PSC, Salvador Illa, en Hospitalet (Barcelona). Este viernes cerrará la campaña contiguo al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero (de nuevo un actor secreto de la campaña socialista) en Fuenlabrada, una ciudad del sur madrileño con alcaldía socialista.

Sánchez ha decidido meter en campaña al populista antisistema Alvise Pérez, que encabeza la candidatura Se Acabó La Fiesta, a la que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ya en abril, antaño de la campaña, otorgaba representación en el futuro Parlamento Europeo, una tendencia que luego el instituto sabido de opinión ha consolidado, situándole con dos asientos en la nueva Eurocámara.

El hecho de que el presidente del Gobierno de España le cite en sus intervenciones, cosa que hasta ahora no había hecho, le otorga carta de naturaleza al agitador, que ha irrumpido con un discurso contrario a las instituciones posteriormente de acontecer apurado muchos seguidores en las redes sociales y de acontecer alentado las protestas de los últimos meses en la sede de Ferraz contra Sánchez y su Gobierno.

Un polémico pasado

En la trayectoria de Pérez figuran episodios polémicos, incluido el señalamiento a través de sus plataformas a importantes políticos del PSOE, como el exministro José Luis Ábalos, hoy expulsado del PSOE y en el Colección Mezclado del Congreso de los Diputados, o como el hoy ministro Óscar Puente, durante su etapa como corregidor de Valladolid. Asimismo a muchos periodistas y opinadores, de distintos medios.

La logística de Sánchez en la recta final de la carrera electoral está diseñada para fragmentar el voto de la derecha y restarle sufragios el domingo al Partido Popular (PP), cuya candidatura encabeza Dolors Monserrat, y a Vox, cuyo persona de cartel es Jorge Buxadé. Desde el principio de la campaña, los socialistas detectan esa tendencia y advierten de que precisamente asuntos como todo lo relacionado con la investigación legal a Begoña Gómez, por las dudas sobre su actividad profesional, pueden hacer el bien electoralmente a un aberración como el de Se Acabó La Fiesta, más a que a los dos partidos de la derecha.

Dirigentes de mucho peso en el PSOE y en el Gobierno aseguran que no es Sánchez quien da ahora alas a Alvise, sino que lo han hecho durante abriles «los que le financian y los que se han servido del trabajo desaseado que hace. PP y Vox, fundamentalmente». Y añaden que «delante el peligro de que no tengamos solo una ultraderecha, sino dos, a cada cuál más peligrosa, es deductivo que llegados a ese punto el presidente ponga el dedo en la afta, y hable claro», hexaedro que, argumentan, «ya no vale ponerse la venda en los fanales y hacer como que no está».

Las cábalas que se hacen en Ferraz y en Moncloa sobre el significación de la irrupción institucional de Alvise van incluso más allá de las cifras arrojadas por el CIS y otros sondeos de opinión —el final de GAD3 le otorga un escaño—. Hablan incluso de que Se Acabó la Fiesta podría conseguir hasta cuatro asientos en el nuevo Parlamento Europeo. Todo ello interiormente del gran optimismo sobre el resultado del domingo, en el que creen posible aventajar contra pronóstico al PP, como ya dice abiertamente la candidata Ribera en sus últimos discursos, incluido el de este viernes por la mañana con la Unión Militar de Trabajadores (UGT) en la hacienda de España, antaño del mitin final en Fuenlabrada.

En el cuartel común electoral de los socialistas cunde la sensación de que la distancia de 10 puntos porcentuales con el PP se ha ido estrechando y que de seguir la tendencia la conquista en votos y escaños de Ribera, aun por la mínima, será posible el domingo. Poco a lo que no sería desconocedor, a la dilación del recuento definitivo, los votos que el candidato populista Alvise pudiera arañar al sillar del centro-derecha.

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