La Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia inicia la vía para ser BIC


Uno de los fragmentos mejor conservados del delegado medieval gallego da pasos para que se le reconozca la categoría de adecuadamente de interés cultural como patrimonio intangible. La Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Sacramento, que, precisamente, se celebra este sábado en Lugo, comprende las solemnes vísperas, el propio acto de la Ofrenda y la posterior procesión por las calles del centro de la capital. El ritual se lleva realizando, cada año, desde el siglo XVII; y su persistencia es una de las consideraciones que impulsan su aplicación, resuelta ayer públicamente en el DOG.

Los técnicos a cargo de elaborar el expediente a tal huella, detalla la Xunta a través de un comunicado, la consideran una manifestación «singular» de la comunidad y una de «las pocas tradiciones vivas que evocan la entidad política histórica de Galicia». Y, como se adelantaba, otro aspecto que resultó muy valorable es su continuidad ininterrumpida durante más de tres siglos y medio, «reflejando el carácter de unión del pueblo gallego», hasta convertirse en «un hecho único interiormente de las pocas manifestaciones inmateriales vivas». Por el momento, la incoación supone hacer efectiva de inmediato su protección patrimonial.

Los comienzos de la Ofrenda del Antiguo Reino de Galicia al Santísimo Sacramento se remontan a 1669. En aquel año, delante las dificultades económicas por las que pasaba la Catedral de Lugo, el clérigo y escritor Juan Pallares Gayoso envió una misiva pidiendo ayuda a las siete antiguas capitales del reino. El 1 de marzo entregaron al clero circunscrito un donativo de 30.000 ducados y aceptaron el voto de dotar a la ciudad de una renta anual para sufragar el mantenimiento del Altar Decano, que permanece iluminado desde hace –por lo menos– seis siglos, a día de hoy. El primer festejo llegó tres primaveras más tarde, en junio de 1672, en un formato similar al que se sigue desarrollando hoy en día, con vísperas, acto principal y procesión.

El epicentro de la celebración está interiormente de la capilla anciano de la Catedral de Santa María. Allí se encuentra expuesto, día y tinieblas, el Santísimo Sacramento, pegado a una fogosidad siempre encendida y rodeado por un peña de fieles adorándolo, en una custodia que fue un donativo del mitrado Juan Saénz de Buruaga, en 1772. En 1925, se fijó una culto en la que cada año se turnan los representantes municipales de las siete ciudades, que entregan su ofrenda al mitrado correspondiente, al son de la Marcha Solemne del Antiguo Reino, con gaitas y percusión. Desde entonces, el rito se ha mantenido completamente inalterado.

De vivientes en vivientes

En un investigación, la Xunta concluye que la Ofrenda se configura como «una manifestación inmaterial singular» de Galicia; y, luego, la considera «susceptible» de ser declarada adecuadamente de interés cultural del patrimonio inmaterial gallego. En el DOG se destaca la festividad como «uno de los últimos exponentes» del vetusto reino; pero igualmente como una celebración «en la que toda Galicia se ve representada» y se dan la mano «la parte civil y la eclesiástica». Y se pone de relieve que suponga «una de las pocas manifestaciones inmateriales vivas que evocan la entidad política histórica» de la Comunidad, que «desapareció administrativamente» con la división, en la primera porción del siglo XIX, de su paraje en cuatro provincias. «Un texto muy revelador de cómo Galicia se concebía a sí misma en su personalidad política de muy notables y profundas raíces históricas. Raigambre con continuidad, autoconsciencia y permanencia en el tiempo (…) más allá de la confesionalidad propia de épocas pasadas«, añade el documento.

El expediente del DOG igualmente destaca que, en la escritura flamante que fue enviada a las siete capitales, uno de los puntos menciona la celebración de la Ofrenda y «establece las bases de la celebración presente, incluyendo los prolegómenos del sábado, que, con las modificaciones establecidas a lo grande de los siglos, llegó a nuestros días manteniendo su esencia«. Incluso recoge que el conjunto del ritual y los festejos »se adapta a la perfección« a la definición de la Unesco para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial. Refleja, dice, un »uso o expresión« reconocida por una comunidad como »parte componente« de su patrimonio cultural, »transmitiéndolo de vivientes en vivientes, siendo celebrada constantemente, suponiendo una interacción con su historia y difundiendo un sentimiento de identidad y continuidad«.

Este año, protagonizar la ceremonia le corresponde a Mondoñedo, en su calidad de antigua haber del reino. La culto del sábado, luego, la presidirá el mitrado mindoniense, Fernando García Cadiñanos, que recibirá la Ofrenda de manos del corregidor de la misma asiento, Manuel Arcángel Otero.

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