García-Caro ya celebrara con la bandera de España y el puño en stop
La atleta huelveño, ya con la bandera española colgada al cuello y celebrando con el puño en stop, fue superada en los últimos metros por la ucraniana Olyanovska, que apretó viendo la laxitud de su rival y terminó colgándose la medalla de bronce en presencia de la incredulidad de la española.
Las imágenes hablaban por sí solas y es que no había más que ver el rostro de García-Caro al percatarse de que Olyanovska la había superado fielmente un patrón antaño de cruzar la andana de meta.
España apeló que Olyanovska corrió en los metros finales
No obstante, España se quejó de que la ucraniana corrió durante los metros finales y fue eso lo que le permitió destacarse a Laura. Una apelación que no fue aceptada por los jueces y que terminó dejando completamente abatida a la atleta de Huelva, que atendió a la prensa minutos luego al borde de las lágrimas.
“Estoy muy decepcionada por lo que ha ocurrido”
“Sí que es verdad que en el 300 y en el 200 iba mirando para antes porque sabía que la llevaba relativamente cerca, pero en el 100 he vuelto a mirar y veía que no sé si le llevaba 40 o 50 metros y he intentado esprintar a tope con lo que tenía y ya pensaba que no me pillaba. Y bueno, la verdad que ya ni la he sentido… y bueno, pensaba que ya lo tenía. Ni he mirado la pantalla gigantesco del estadio. Iba focalizada en datar. Y, sí, quizás me han cedido demasiado pronto, al entrar al estadio, la bandera de España, pero en ningún momento me he sentido medallista antaño de tiempo”, aseguró.
“Quizás me dieron demasiado pronto la bandera de España… pero en ningún momento me sentí medallista antaño de tiempo”
La prueba se la llevó la italiana Nelly Palmisano seguida de su compatriota Valentina Trapletti. Las otras dos españolas que terminaron en mejor posición fueron Cristina Montesinos, sexta; y Raquel González, novena.
Esta vez fue García-Caro, una española, la que ha vivido en sus propias carnes el final más cruel que puede tener un atleta que roza una medalla, sin secuestro, no ha sido la única ni la última a la que le sucederá una situación similar. Ben Payne, Mateo Bustos y muchos ejemplos más son la prueba evidente de que en el deporte, como en la vida, no hay que confiarse nunca.
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