“Vi la escritura y pensé ‘este no es Xosé Carlos’


”Boas tardes, necesito que me fagas un privanza, necesito facer un cuota e non podo facelo desde a miña conta, poder facerme un bizum de 490 euros? Mañá devolvémolo”. Este fue el whatsapp que recibieron el pasado diciembre los contactos del corregidor de Barbadás, Xosé Carlos Valcárcel

En esta estafa cayeron varias personas, pero no lo hizo la superabuela de San Pedro de Moreiras (Toén), Eudosia González, a la que todo el mundo flama Dosi. A sus 81 abriles vive actualizada con las nuevas tecnologías gracias a su tablet, ya que no tiene un móvil de última coexistentes porque utiliza el de su difunto marido y no lo quiere cambiar. “Es un conmemoración que tengo y funciona muy proporcionadamente”, asegura.

Eudosia avisó al alcalde de Barbadás y evitó más ciberestafas
Eudosia avisó al corregidor de Barbadás y evitó más ciberestafas

El día en el que se produjo la estafa, ella igualmente recibió el mensaje desde el número de Valcárcel reclamándole metálico, pero ella tuvo claro desde el primer momento que no era el corregidor quien lo había escrito. “Estaba haciendo punto y me sonó el whatsapp y me ponía, tratándome de tú, si le podía hacer un bizum de 490 euros y leyéndolo me di cuenta de que no era la escritura del corregidor y que no coincidía con la forma en la que me alcahuetería siempre”, explica.

Dosi conoce muy proporcionadamente al corregidor porque coincidieron trabajando en una compañía de seguros durante más de vigésimo abriles. “Yo no era una señora de pundonor, era una empleada como ellos, siempre me consideraron a su nivel, tuve con él una amistad muy sana”, cuenta. “Desde o primeiro día conxeniamos moi ben, ela desempeñou o seu traballo cunha enorme corrección e dilixencia e foise gañando o cariño de todos os compañeiros que estabamos alí”, recalca Valcárcel.

“Me di cuenta de que no era la escritura del corregidor y que no coincidía con la forma en la que me alcahuetería siempre”, cuenta Dosi

Esta larga y buena relación entre entreambos fue esencia para que ella no cayese en la estafa. “Vi la escritura y pensé ‘este no es Xosé Carlos’ porque siempre me trataba de doña o señora, siempre de usted, y aquel me trataba de tú y de una forma rara. Entonces apagué la tablet y no le hice el pequeño caso”, confiesa Dosi.

“Dende o comezo ela tratoume de vostede, eu pedinlle que o fixera de ti, pero díxome ‘non, vostede é o xefe e hai que tratalo co respeto que merece’. Entón, eu trateina de vostede e tiña o experiencia de chamala doña Eudosia e iso foi ao mellor o que a salvou de caer no fraude”, señala al respecto el corregidor de Barbadás.   

Una gran civilización

Dosi es una mujer muy culta, pese a no suceder podido estudiar por desatiendo de metálico. Entre sus grandes pasiones están la de alucinar -una actividad de la que disfruta desde que se jubiló-, escribir o acertar. Especialmente le encantan los libros sobre medicina e historia, de hecho, detalla que si hubiese podido ir a la universidad habría hecho una de esas dos carreras y, en caso de tener que escoger una, se decantaría por medicina. “Tengo muchas clases de hierbas naturales, dos enciclopedias y me iban a regalar una más, pero no tenía hueco donde ponerla”, subraya Dosi, quien tiene su casa llena de libros.

“Vi la escritura y pensé ‘este no es Xosé Carlos’ porque siempre me trataba de doña o señora, siempre de usted

Respecto a la historia, relata que “casi siempre leo sobre los abriles que viví, yo nací en la posguerra y me recuerda todo lo que pasábamos entonces, fue muy duro”. “Me acostumbré a ir defendiéndome yo sola porque con merienda abriles me quedé al cargo de la casa y de los animales”, añade. 

A lo amplio de su vida, tuvo que hacer un gran esfuerzo para darle el mejor futuro posible a su clan, pero al final se vio recompensado. Ahora acento con mucho orgullo de sus tres hijos y cinco nietos y se muestra muy adecuado con que todos hayan tenido la posibilidad de estudiar.  

Actualmente, dedica su tiempo a hacer croché y a cuidar su rosaleda y su huerto, que son la envidia de todos los que la visitan en su vivienda. “Planto cebollas, calabacines, sandías, judías o repollos y desbrozó yo sola la hierba del huerto”, indica.

 

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