La transferencia de la AP-9 a Galicia medirá el bloqueo legislativo en el Congreso


Mucho más que una hora de debate en el Congreso va a faltar la transferencia de la AP-9 a Galicia para convertirse en una efectividad. Fundamentalmente, voluntad por parte del Gobierno, para que no corra la misma suerte que las tres ocasiones anteriores. Este martes salvará el primer escollo, el más casquivana en efectividad: la toma en consideración en la Cámara Devaluación de la proposición de ley -a iniciativa del PP, y respaldada de forma conforme en el Parlamento de Galicia- para transferir la titularidad y competencias de la Autopista del Atlántico a la Comunidad, y que pase a gestionarla la Xunta. Lo hará holgadamente, pues solo Vox se posicionó en contra. El partido de Santiago Abascal refrendó, una vez más, por qué son incapaces de tener representación en el Pazo do Hórreo.

El debate, en el primer punto del orden del día del pleno del Congreso, sirvió para poco más que para cruzar reproches y culpas. Básicamente, quién es más responsable de que los gallegos aún paguen, y tengan que seguir haciéndolo hasta 2048, para circular por la vía que vertebra la región. Y a uno de los costes más elevados de toda España. Hubo mucha cronología, repaso de fechas y desglose de los precedentes fallidos. Desfilaron, por boca de los diputados, los nombres de José María Aznar, Felipe González, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

De las sucesivas intervenciones, estrictamente hablando, se extrajo poco más que poco que ya se sabía: que transferir la AP-9 es lo único que une a los diferentes partidos que lo apoyan. A partir de ahí, sin señal de cordialidad. Falta lo refleja mejor que la delegación de diputados gallegos que defendió la proposición de ley para aclarar el debate. Juntos se sentaron los tres portavoces: José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG), Ana Pontón (BNG) y Alberto Pazos (PP). De último a anciano representación en O Hórreo. A los tres agradeció su presencia y palabras la presidenta de la Cámara, Francina Armengol. Los tres usaron el gallego, aunque Pazos no en exclusividad. Y en este punto terminan sus puntos en popular.

Tres visiones, tres modelos

Besteiro abrió fuego y marcó el tono. «4 de febrero de 2000. Ese fue el día en que, en efectividad, fuimos convocados a estar hoy aquí (…). Ese día el gobierno de Aznar prorrogó la concesión de la AP-9 hasta el mayor permitido. Y luego, adicionalmente, la privatizó. Un trabajo impecable para beneficiar a algunos», se arrancó. Lo sucesivo fue comparar lo que considera «tres modelos»: el de los que solo vieron un «negocio», por el PP; el de los que han pasado de oponerse a «poco menos que demandar la maternidad» de la transferencia, por el Sillar; y el de los socialistas, que «siempre», aseguró, apoyaron la AP-9.

Pontón preguntó a la Cámara si «van a seguir burlándose de la ciudadanía gallega»; igual que Néstor Rego, poco posteriormente, advirtió de que «el pueblo gallego no perdonaría una nueva camelo». Habituada a modular el discurso, esta voz tocó meter en el mismo saco a PP y PSOE, a los que acusó de poner las mismas «excusas» para «perpetuar» una «discriminación». Que deviene en «estafa legalizada». Por lo demás, sacó pecho con «los descuentos logrados por el BNG» con sus pactos para investir a Sánchez. «El único respiro», pregonó.

Pazos, que tiró de metáfora xacobea -siempre muy del antojo del PPdeG- para denunciar la «paradoja» que la tierra al final del Camino no pueda dirigir la vía que la vertebra, admitió que su corro alberga «dudas». Que no se fían ni del «cómo» ni del «cuándo», posteriormente de que «hace escasos meses» el Gobierno se negara a cumplir las demandas de Galicia; y de que los «socios» del Ejecutor, que controlan la Mesa del Congreso, impusieran 15 prórrogas para rodear el susodicho intento de traspaso.

Discrepancias socialistas

Más allá de que la delegación del Parlamento de Galicia volviese como llegó, con cada uno de sus integrantes por su costado -en lo político e ideológico-, el carrusel de intervenciones sí deparó afirmaciones a recuperar, cuando llegue el momento, de las hemerotecas. En lo que se refiere, específicamente a la postura de los socialistas. Porque aquí parecen existir tres realidades. Una, la de Besteiro, que en la campaña del 18F prometió la gratuidad de la AP-9. Y este martes remarcó: «Hablemos claro, la gratuidad es, sin duda, lo más importante. A los gallegos les importa más que se levanten barreras que la titularidad del asfalto». Sin incautación, la diputada gallega Obdulia Taboadela, compañera de partido de Besteiro, señaló: «Más allá del título de propiedad, a este Gobierno le interesa seguir mejorando la pertenencias de los gallegos y de Galicia, porque es de probidad». Esto es: ninguna indirecta a zanjar con los peajes, y un apoyo muy indiferente a la transferencia, por más que votasen ‘sí’ a tomarla en consideración. Y como tercera pata está el Gobierno, en el que su responsable de Transportes, Óscar Puente, ya rechazó recientemente el rescate de la AP-9, calificándolo de inasumible por parte del Estado por suponer 4.000 millones de euros, aseguró sin respaldo documental alguno.

Así las cosas, el PP no ocultó sus reservas; por más que, para Pazos, Sánchez incurriría en un «fraude» si no transfiere la vía. Su compañero Francisco Conde dijo esperar que con esta proposición de ley «no ocurra» lo mismo que con las promovidas por otros grupos, el Senado y otras autonomías, «que se mantienen congeladas por el Gobierno de coalición en la Mesa de este Congreso». «Las únicas leyes que se aprueban», incidió el exconselleiro de Crematística e Industria, son «trajes a medida» para los «socios» de un Ejecutor víctima de un «agotamiento crónico», que «no es capaz de sacar delante sus iniciativas»; que «se desintegra cada día», retrató. La norma para transferir la AP-9, reivindicó, es «un soplo de ventarrón fresco» en el Congreso. «Esta ley ya ha esperado demasiado», remachó.

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