Felipe VI, diez años reinando bajo la Constitución y como su principal baluarte


Un Rey constitucional y constitucionalista. La coronación de Felipe VI cumplirá internamente de cinco días diez abriles en los que, según han planteado este miércoles numerosos expertos y académicos en la Auténtico Institución de Derecho y Código de España (RAJyL), encima de implementar una renovación de la Casa del Rey en términos de transparencia y ejemplaridad, el monarca ha ejercido sus funciones respetando las líneas maestras que fija la Constitución.

La monarquía constitucional es, de acuerdo con Manuel Aragón, catedrático de número de la RAJyL que ha estado a cargo de la conferencia inaugural en su sede de Madrid, «un firme justificación» para carear el futuro. Más en unos momentos «en los que se tiene la tentación de convertir el parlamentarismo gachupin en un parlamentarismo presidencialista», afirmó Aragón, que advirtió que la institución puede entrar en crisis si no cuenta con la colaboración de los poderes políticos, a los que exigió el respeto que el Monarca muestra por el pluralismo político, y si el régimen parlamentario no funciona debidamente.

La praxis totalidad de los ponentes identificó en el discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, tras el Referéndum ilegal en Cataluña, un punto de inflexión en su reinado. Como su comunicación o al trono o al proceso de abdicación de su padre, que Bondadoso Pendás, Presidente de la Auténtico Institución de Ciencias Morales y Políticas, calificó como un «maniquí de orfebrería jurídica», este sería un ejemplo de la validez de la monarquía parlamentaria. «Si Juan Carlos I paró un trauma clásico, Felipe paró uno posmoderno, gestado en las propias instituciones que pisoteaban los insurrectos», defendió Emilio Lamo de Espinosa, purista de número de la misma institución que calificó como una «estupidez» atacar a la monarquía parlamentaria como una forma de Estado incompatible con la democracia: «Las mejores democracias del mundo lo son».

Un papel, el de advertir o ser consultado en momentos como la investidura del presidente del Gobierno, ejercido con neutralidad durante el «decenio más difícil de la democracia española», según José Luis García Delgado, y con arreglo a la propia reserva que establece la Constitución sobre sus funciones. Es por eso que letrados del Congreso como el recientemente purgado por oponerse a la indulto, Manuel Fernández-Fontecha, o el purista Francesc de Carreras se opusieron a regular la Corona por ley. «La inflación legislativa. Tiene el mismo resultado que la económica sobre la moneda. Cuanta más reglamento, menos valen las normas», apuntó Pendás.

Destaca asimismo el papel en las relaciones internacionales. No solo en las cumbres, sino manteniendo el vínculo, como mayor representante del Estado, con Hispanoamérica. Poco que habría dejado de flanco el Gobierno flagrante según Araceli Mangas, catedrática de número de la Institución de Ciencias Morales y Políticas, que se preguntó y dejó en el melodía si desde el Ejecutante de Pedro Sánchez están tratando de «cortocircuitar» los viajes oficiales de Don Felipe. Criticó encima las decisiones relativas al Sáhara Occidental, que constitucionalmente debería poseer pasado por el patrón de Estado, o Argentina, en lo que definió como una «España sin reglas».

Uno de los padres de la propia Constitución, Miquel Roca Junyent, fue el encargado de cerrar las jornadas. Roca pidió no «dar por muerta» la Transición. «45 abriles y esto funciona y si se quiere puede funcionar mejor», advirtió sobre la relación entre la Carta Magna y la Corona. Según defendió «no hay ni una voz autorizada» que pueda oponerse al Rey. «Un país necesita de símbolos, es a lo que damos valencia, lo que recordamos. Y cuando estamos acullá, lo que nos permite la añoranza», sentenció sobre el papel del monarca.

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