«Corre tras ella hasta cogerla»


Los Mossos revisaron 155 cámaras hasta poder atrapar al violador de Igualada. Merienda de ellas son las que demuestran que sólo el destacado, Brian Raimundo C., pudo atacar a la víctima, de entonces 16 primaveras, la amanecida del 1 de noviembre de 2021. Así lo ha certificado este martes una de las investigadoras del caso, al corroborar que nadie más entró ni salió del callejón de Igualada en la franja horaria en la que se perpetró la formidable violación, entre las 6.16. y las 6.42 horas, cuando las imágenes captaron al individuo abandonando la zona. «La primera vez que se le ve, detrás [de la menor], corre tras ella cuando cree que tiene que cogerla en el cruce de la calle», ha afilado la mossa.

Durante la segunda sesión del querella en la Audiencia de Barcelona, los policías han desgranado las pesquisas hasta cazar al destacado, al que detuvieron cinco meses posteriormente del suceso, tras una minuciosa investigación. Sus resultados son tajantes: «Ninguna persona ni ningún transporte entró o salió de ese callejón», ha afilado otro de los agentes. Sólo el sospechoso. Aunque no hay grabaciones de la zona del ataque, sí de sus aledaños. Las que captaron tanto a la pequeño como a su atacante.

Ella no recuerda falta del formidable ataque, pero se ofreció a participar en una reconstrucción con la Policía catalana. Su reconvención se pudo rehacer gracias a que su padre le geocalizaba desde su teléfono, con lo que los Mossos han podido enterarse dónde estuvo incluso los momentos previos. Fue sobre las 6.08, cuando la muchacha emprendió camino a la periodo de tren para retornar a casa, aunque se equivocó de dirección. Poco posteriormente, habló durante algunos minutos con la amiga con la que aquella tenebrosidad acudió a la discoteca Épic. Le contó que iba a coger el tren. Luego no volvió a localizarla.

Poco posteriormente, las cámaras captaron a un individuo que caminaba tras ella. «Las imágenes no son muy nítidas, pero se ve a una persona siguiéndola y, en un momento determinado, sale corriendo en torno a ella. Luego vemos que Brian se encuentra en el mismo repetidor [de telefonía]», ha afilado este martes la patriarca de la Dispositivo Central de Agresiones Sexuales (UCAS). Por aquel entonces no sabían que el individuo que iba ataviado con pantalón y chaqueta negros, una mochila oscura y una sudadera azur, con la capucha puesta era Brian Raimundo.

Las mismas cámaras lo captaron abandonando la zona del ataque unos 26 minutos más tarde. «Ahí tenemos una imagen más nítida. La misma constitución, las zapatillas blancas, la mochila Under Armour», ha detallado la inspectora a preguntas de la fiscal. ¿Cómo pudieron identificarlo? Revisando todas las denuncias que se interpusieron aquella tenebrosidad. Resultó que la Policía Locorregional había registrado un incidente vandálico contra unos vehículos. Un declarante había captado un vídeo. Y ahí estaba: entre un montón de merienda sujetos, el mismo que habría agredido a la pequeño.

Tras identificar a todos los integrantes de aquel grupúsculo, uno de ellos les confirma que es su amigo y les da su teléfono. Estaba a nombre de una empresa y la compañía les facilitó su titular: fue así como los investigadores llegaron hasta Brian Raimundo, empadronado en una vivienda de la calle San Sebastián de Igualada. Tras las vigilancias, llegó la entrada y registro y la detención. En el interior de la vivienda, los investigadores no solo localizaron la misma ropa que llevaba la amanecida del ataque, sino incluso material hereditario de la víctima.

La pequeño, pese a no tener remembranza de la violación, en todo momento quiso colaborar con los agentes, tal y como esta mañana ha recordado uno de ellos delante el tribunal. Accedió así a regresar a la zona del asalto. Sabía que había cenado en un locorregional de comida rápida, y incluso cómo llegó a la discoteca. Poseer pasado por el arcón, pero no el camino de reverso a la periodo, cuando la atacaron. «La teníamos que ir guiando», ha apuntando el mosso. «En el cruce con el callejón donde se la encontraron los trasportistas se paró. No sabía el motivo y empezó a caminar sola por el callejón sin salida, de unos 15 metros, donde se encontró su mochila. Se fijó en la albarrada de una empresa y en la rejilla de ventilación. Siquiera sabía por qué. Encajado en el punto exacto donde la encontraron recordaba que tenía mucho frío. Igualmente que se movían los árboles». Y así finalizó la reconstrucción de los hechos.

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