Rescatan a un delfín en la ría de Pontevedra


Jorge y su hermano salieron en su barcaza de pesca deportiva la mañana del lunes. Más o menos de las merienda se toparon con el cuerpo de un delfín mular, además conocido como arroaz, flotando en el agua a poco más de 250 metros del puerto de Portonovo, en la ría de Pontevedra. En un principio pensaban que estaba muerto. Al acercarse comprobaron que todavía respiraba, pero de forma entrecortada, por lo que el tiempo apremiaba.

La pan dulce del cetáceo había quedado atrapado en una red de nylon y sus intentos por escapar solo habían conseguido agotarlo y causarle heridas. Jorge recuerda que «no llevaban radiodifusión» y desde Rescate Transatlántico no respondieron a su convocatoria. Por suerte pasaba por allí la embarcación recreativa de Naviera Nabia que realiza la ruta con las Illas Atlánticas, a cuya tripulación le hicieron señas para que contactase con un barco de guardacostas que hacía maniobras al otro costado de la ría. «Nos dijeron que Rescate tardaría, así que intentamos hacer poco porque si no se iba a sofocar», comenta Jorge para este medio.

El delfín, de unos dos metros de distancia, estaba muy asustado y se puso todavía más nervioso en presencia de el ruido de los motores, por lo que los primeros intentos resultaron infructuosos. «Fue muy complicado. No queríamos hacerle daño. Tenía muchísima fuerza y la red le estaba empezando a hacer cortes en la guardabarros trasera», explica Jorge. Los cuchillos que tenían en la barcaza y las tenazas que les suministraron desde el barco de Naviera Nabia no lograron cortar la malla inicialmente. Tras unos minutos de tensión conveniente a la subida de la marea y los coletazos del arroaz, los hombres finalmente pudieron liberarlo con la ayuda de una pequeña áncora, en presencia de los gritos y los aplausos de las personas que miraban y grababan desde el barco.

En los últimos abriles es muy frecuente ver este tipo de delfines por la zona, aunque no suelen hacerse adicto en estas redes de fondo. «Son animales bastantes inteligentes» que se acercan a ellas para comerse a los otros peces que «quedan atrapados», afirma Jorge. «Tienen fuerza suficiente para escapar con facilidad aunque se queden sutilmente atrapados. Rompen el nylon. Pero este se lio tanto que no pudo salir».

Posteriormente de estar sin ataduras, el delfín devolvió un pequeño regalo a sus liberadores. «Adaptado unos segundos luego de liberarlo rodea nuestro barco y sale a flote en varias ocasiones, mirándonos en lo que parece un mueca de agradecimiento antiguamente de sumergirse y alejarse», recordó Jorge, quien añadió que fue «muy atún».

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