El 27 de abril se celebra la tiraje 27 de las jornadas manriqueñas. Carencia es casual y poco querrá opinar esa duplicación numérica, que solo remite al 9: 9×3, 2+7, 54:6, etc. 9= 8 + 1. Ocho más uno: infinito y mecanismo. El intriga de una poesía única pero que a todas las personas que la leen y la viven, de cualquier zona, tiempo o condición, conmueve. Cuyo «grueso son», Blas de Otero dixit, no ha dejado de resonar en cinco siglos y medio claro, salmódico y castellano, desde que, más o menos, en un día del Volumen de 1479, en los campos sangrantes de ababoles de las proximidades del castillo de Garcimuñoz, una rejonazo asesina los enrojeció igualmente con la familia del distinguido poeta, de Jorge Manrique. Autor del ejemplar, su Cancionero (incluyendo las celebérrimas Coplas), que debería encabezar, inmediato al Idealista y las tragedias de Shakespeare, el mes de la fiesta y los fastos del ejemplar.
Más o menos cuando Cristian Casares, José Manuel Ortega y un servidor ideamos la Primera Etapa manriqueña, para dar a conocer el concepto geohistórico y intelectual de las postrimerías de Jorge Manrique (el ‘Triángulo manriqueño’), puede que poco luego de ello, la Unesco aprobó en su Conferencia de París de 1995 decidir día simbólico para las Humanidades el 23 de abril de cada año, para alentar «a los jóvenes a descubrir el placer de la lección». Se basaba en la supuesta asesinato coincidente, en idéntica data de 1616, de dos gigantes literarios, Shakespeare y Cervantes. Hermosa historia que de ningún modo osaremos cuestionar. Solo que irrealizable de todo punto: en Inglaterra regía el calendario juliano, diez días más reformista que el gregoriano, actual en España. Según lo cual, William ni siquiera habría fallecido en el mes de abril, sino en el de mayo.
Por el contrario, Jorge Manrique no solo falleció un 24 de abril, sino que, muy probablemente, nació igualmente en abril, precisamente el día de San Jorge, ¡el del Volumen! Por eso recibiría el nombre de Jorge, inusual en la Castilla de su tiempo. Poner, al menos en España y en todos los países y lugares de acento hispana, el mes del Volumen bajo la advocación de Jorge Manrique sería un inspección a la primacía de nuestro gran poeta adentro del canon en castellano, y un inspección de la poesía elegía como almohadilla y catalizadora de toda buena letras, drama (Shakespeare) y novelística (Cervantes) incluidos.
Este año le toca a Castillo acoger la Etapa, que es rotatoria adentro de los tres municipios que integran el Triángulo manriqueño. Epicentro de esta gran epifanía, zona del colisión fundamental entre la Asesinato y su veterano cantor, en la requiebro de la vida y en medio de campos floridos. Asesinato que eterniza unos versos que ayudan a poblar, que exaltan la vida (cruz de la misma moneda) y la multiplican por tres: la tangible o mundana, la de la éxito o empíreo y la trascendente o ultraterrena. Desde su origen, las jornadas tuvieron afición festiva: recitales, conciertos de música, comidas o cócteles compartidos, colisión de tres pueblos unidos en un representante popular que comparten, fiesta de la poesía en primavera. Carencia que ver con el planto o el duelo. Y así vuelve a suceder este año.
La Cruz de don Jorge se ascenso a tiro de ballesta del castillo, en el zona exacto donde la tradición, memoria popular mucho menos manipulable que la histórica, fija el punto exacto en que don Jorge recibió la mortal rejonazo, en una enfrentamiento contra las tropas del marqués de Villena. Esta Cruz presente se alzó en los primaveras 40, con ideación del gran poeta Federico Muelas y con sillares procedentes de la hundida torre del Gracia de la catedral conquense. Allí se procederá a la lección colectiva de las 40 coplas canónicas manriqueñas, culminadas por las dos «contra el mundo» que fueron halladas entre la ropa mortuoria del poeta. Tradicional costumbre quijotesca (el Volumen que se lee en Esquivias, en el Círculo de Bellas Artes, en la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid y en un sinfín de sitios), el Triángulo manriqueño, tablado de las postrimerías de su autor, puede que amplíe a las Coplas esta hermosa costumbre desde ahora.
A continuación, el sabido asistente a la lección de las Coplas, se trasladará al Audiencia Municipal de Garcimuñoz para unirse a las personas que, en los autobuses preparados al impresión o por sus propios medios, se hayan desplazado desde los otros dos vértices manriqueños (Santa María del Campo y Uclés), o aceptablemente desde cualquier otro zona.
Allí se procederá a la entrega de los premios anuales de dibujo y a la presentación de un videojuego basado en el cómic manriqueño de José Manuel Triguero. Asímismo, se presentará la tiraje de las Coplas, a cargo de Universo Oculto, ilustradas por el actor contemporáneo dominicano Geo Ripley, con estudio introductorio y puesta al día gramática mías.
Este magnífico actor plástico, poeta y antropólogo conmemora precisamente este año el 60 aniversario de su primera producción pictórica. En relación con las Coplas, las ha ilustrado una por una, incluidas las dos «póstumas», extrayendo su carga emocional y simbólica en láminas que remiten a la imagen del jaleo y a la metáfora fluvial de la vida. Los originales, con una pericia de color del actor, quedarán próximamente expuestos con carácter estable en la torre del homenaje del castillo de Garcimuñoz, enriqueciendo con un claro sesgo manriquiano la moderno refuncionalización del patio de armas.
Internamente del apretado software de esta 27ª Etapa, me toca el honor de cerrarlo con una disertación sobre la universalidad de la obra manriqueña, con peculiar acento en su profundo raigambre iberoamericano. Grandes autores contemporáneos como García Márquez, Neruda o Borges ratifican el renovado y renovador impacto de la poesía de don Jorge al otro banda del Atlántico, donde llegaría con las primeras carabelas y naos, pues su cancionero y en particular las Coplas fueron pioneras de la imprenta. Traducido a jerga inglesa por el poeta y profesor norteamericano Longfellow en el XIX, fue trasladado al italiano por Zanella en el mismo siglo y al germánico y el francés en el XX. Tenemos, sin confiscación, retos por delante, grandes culturas en las que no consta una lectura integral e íntegra de las Coplas y el Cancionero de Jorge Manrique: como sucede en Rusia, China, India o Japón.
Seguimos apostando porque «Abril es de don Jorge». Y los asistentes a esta Etapa podrán firmar un manifiesto en que se reivindica su zona (el del autor de las Coplas y el de la poesía elegía) en el pódium intelectual del mes del Volumen. Ya lo han firmado centenares de personas. Para poder hacerlo, solo hay que correr este sábado al epicentro, al zona donde todo empezó y en que la Fortuna dio un nuevo libramiento a su rueda,.
Como nos dice la copla X:
Los estados y riqueza,/que nos dejan a deshora,/¿quién lo duda?
No les pidamos firmeza/pues que son de una señora/que se muda:
Que posesiones son de Fortuna,/que revuelve con su rueda/presurosa,
la cual no puede ser una/ni estar estable ni queda/en una cosa.
Un refrigerio y una copa de morapio para desear por don Jorge y por la poesía pondrán el pasador un año más al recuentro de un distrito y sus gentes con un poeta que han hecho suyo porque entre ellos combatió, inmediato a ellos cerró la composición de su obra maestra y frente a ellos morapio a encontrar la asesinato. Un recuentro que es igualmente un renacer. Por cierto, les hago una confidencia: de su obra se desprende que Jorge Manrique era un gran conocedor y catador de vinos. Creo que su predilecto era el morapio dorado: caldos intensos como el malvar de Yepes (el preferido igualmente de Carlos V y de Luis Buñuel) o el torrontés, de más amplia cosmografía.
¡Vigor, don Jorge! ¡Nos vemos en Castillo de Garcimuñoz el sábado 27 de abril!