Serena en la gobierno de lo diario, Skarlet Camomila (Los Teques, 1976) fue asaltada por el comando ourensanía a la salida de un negocio de productos ecológicos en la calle Ervedelo. Vecina de las inmediaciones del parterre del Posío, se había acercado al distrito de O Couto para comprar en un establecimiento conocido. “Toda la parte de la comida contribuye a la agilidad de toxicidad del cuerpo“, explicó minutos luego en una distendida charla de café a la que accedió con gran solicitud y calma. Hablamos con ella de su vida aquí, de la Venezuela que dejó y depuramos las tuberías, que quedaron vacías de anécdotas paja y se tornaron permeables a nuevos conocimientos. “El intestino-cerebro está conectado”, afirmó la permanente aprendiz de estudios científicos, según los cuales las bacterias de debajo influyen en el funcionamiento de en lo alto, su evidencia en las zonas azules donde las poblaciones son las más longevas del mundo y la contribución de todos estos descubrimientos al tratamiento del autismo, el Alzheimer y el TDAH.
“Durante el COVID empecé a cambiarlo todo de lo tóxico a lo natural”, explicó. “Estaba buscando poco para ayudar a yacer a mi principio y a mi hijo”, que, encerrados en casa, no lo conseguían. “Tiene autismo, leve, pero le costaba mucho”, especificó sobre el pequeño. Comenzando por el unto esencial de espliego y pasando por otros ungüentos, acabó con una formación en aromaterapia y seguridad clínica para el uso de estos extractos en las personas.
Expatriación Planeada
Pero la historia de los conocimientos de Camomila, patronímico medicinal donde los haya, no comenzó con el estudio de moléculas aromáticas y propiedades botánicas. Originaria de Los Teques, una ciudad “clásica, antigua, de casas bajas”, Skarlet equipara esta población con el centro histórico de Ourense, salvando la diferencia de estilos y materiales constructivos.
“Siempre hubo delincuencia, dependiendo de la zona”, relató Skarlet sobre la situación en Venezuela, y añadió que, según le comentan sus allegados, “ahora mismo está muy seguro”. La razón definitiva que les hizo cruzar el océano para asentarse aquí tuvo que ver con un incidente en carretera y “un tipo que casi le saco una pistola”. Narra estos acontecimientos con la misma serenidad con la que palabra de plantas. Se percibe un observar latino que subyace en la charla respecto a estos asuntos, y que tiene que ver con crecer en un ocasión en el que la seguridad no se da por sentada. “Criar a mi hijo en una ciudad tranquila donde podemos estar en la calle”, celebró la tequeña su vida aquí.
A Ourense llegó para hacerse cargo de una papelería que hasta hace poco regentaba en la calle Galicia. Previamente, vivió en A Coruña, donde residía con su entonces marido y padre de su hijo, descendiente de emigrantes gallegos en Venezuela. Allí homologó estudios y, a la par que trabajaba como asalariada, iba abriendo nuevos negocios. “Soy muy emprendedora, ya había montado una distribuidora de cola eva”, relató Skarlet sobre un pasado de aquí para allá en la saldo de lindas muñecas fofuchas, que incluso enseñaba a crear. “Mi principio es muy manualista y aprendí de ella”, reveló. La burbuja inmobiliaria mandó todo al garete y la hizo recalar aquí.
En el presente, Skarlet compagina varios trabajos en remoto. “Gano por comisiones de ventas”, comentó sobre la comunidad que ha creado, en la que enseña a las personas a trabajar con aceites esenciales a nivel emocional o para la agilidad del hogar, entre otros ejemplos.
Una Sempiterna Estudiante
Miembro de una tribu de tres —su principio, su hijo y ella—, Skarlet se reconoce como una sempiterna estudiante. “Cuanto más sé, más me doy cuenta de que no sé mínimo”, adoptando así el refranero socrático y compartiendo sus debilidades y sus ansias de conocimiento. “Además escribo libros para Amazon”, mencionó al final de la entrevista. Por “una Venezuela para recapacitar”, se la puede encontrar en internet, a esta descendiente de canarios y de indígenas de la Guajira venezolana. Tiene deberes la estudiante, pues no recuerda máxima alguno de su tierra; ni un “pana” ni un “chamo” deja caer.
“Embellecer cerca del mar”, confesó Skarlet un sueño muy zen que va muy con su espíritu. “Vivo chumbada en aceites esenciales”, dirá al finalizar la entrevista, que encima de ser verdad, es la frase con la que sabiamente Camomila incluso se ríe de sí misma.