Tony Costa, el niñero vampiro y su “jardín secreto” de cadáveres


Una tarde más, Arena y su hermana pequeña Louisa disfrutaban de un derrochador paseo en camioneta contiguo a su cuidador, un damisela veinteañero encantador, que les compraba chuches, jugaba con ellas y les instruía en la música contemporáneo. Las niñas estaban tan encantadas con él que, durante aquel paseo, Tony decidió llevarlas a su rincón preferido en medio del bosque. Era su “edén secreto”.

“¿Qué estamos viendo?”, le preguntó Arena de lo más ingenua, al ver multitud de árboles y nadie distinto en torno a. Como respuesta, Tony se quedó callado y les pidió que disfrutaran de las vistas. Primaveras más tarde, Arena descubrió dos hechos estremecedores. Por una parte, que aquella zona en medio del bosque, era en verdad un cementerio donde habían sido enterradas cuatro mujeres. Y, por la otra, que su adorado canguro era un peligroso criminal en serie.

Primeros asaltos

Antone Carlos Costa, más conocido como Tony, nació el 2 de agosto de 1944 en Cambridge (Massachusetts). Su infancia estuvo marcada por la crimen de su padre durante la Segunda Enfrentamiento Mundial y por la presencia de un hombre desconocido, que supuestamente entraba a su habitación durante la sombra. Tenía siete abriles. Cuando su religiosa le pidió que describiera al visitante, él señaló la foto de su padre ya fallecido.

Hasta la adolescencia no encontramos más datos sobre nuestro protagonista, solo a partir de sus primeros asaltos a mujeres. En concreto, el que cometió a los 16 abriles cuando irrumpió en la casa de un vecino y trató de asaltar a una de sus hijas menores. Los gritos de la adolescente fueron lo único que lo ahuyentaron.

Tony Costa, de joven

Tony Costa, de damisela

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Tres días luego, Tony regresó al inmueble y trató de remolcar escaleras debajo a la víctima. Sin secuestro, la rápida intervención de los vecinos impidió que la atentado fuese a más. Por estos hechos y un robo posterior, el tribunal lo condenó a un año de prisión y tres abriles más de espontaneidad condicional, pero se suspendió la pena y no entró en prisión.

Un año más tarde, en abril de 1963, el damisela se casó con su novia Avis y tuvo tres hijos, aunque el casorio comenzó a degradarse en poco tiempo oportuno a episodios de malos tratos y vejaciones. Tony se mostraba violento y posesivo con Avis, pero al mismo tiempo asimismo disfrutaba de la compañía de otras mujeres, algunas de las cuales desaparecieron misteriosamente.

Tony Costa, 'el vampiro de Cape Cod'

Tony Costa, ‘el explotador de Cape Cod’

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Bonnie Williams y Diane Federoff eran dos chicas hippies que, en junio de 1966, desaparecieron sin dejar indicio tras coincidir con Tony en un delirio de Pensilvania a California. Cuando la policía lo interrogó por ser la última persona en verlas, él simplemente aseguró que dejó a estas amigas en Hayward para regresar diez días más tarde a su casa, en Massachusetts. Nadie desconfió de su palabra, pero se cree que ellas fueron sus primeras víctimas.


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Durante los siguientes abriles, Tony continuó con esa doble vida de excesos y violencia en su cara más oculta, pero asimismo mostrándose como un damisela encantador, educado y bizarro. De hecho, hacía de canguro en verano para las hijas de algunos clientes en el motel donde trabajaba su religiosa en Provincetown. Era mediados de los abriles sesenta del siglo pasado.

El canguro y su edén

Allí conoció a Arena y a su hermana Louise, a quienes mostró su particular “edén secreto”, como él lo denominaba. Un superficie próximo al cementerio de Old Truro, en un claro de los bosques de Truro, que utilizaba para cultivar mariguana, esconder drogas y, principalmente, para esconder los cadáveres de sus víctimas tras asesinarlas y mutilarlas.

En esta época, Tony asimismo comenzó a consumir grandes cantidades de estupefacientes y, en 1967, a traicionar todo tipo de drogas. Desde anfetaminas y barbitúricos, pasando por LSD. Era el camello de la zona entre los más jóvenes y quien acechaba a los viandantes en los bosques de Truro. Como, por ejemplo, cuando disparó “accidentalmente” con una flecha a una conocida. Tras el incidente, Tony se disculpó y la damisela no presentó denuncia.

Liza, la niña a la que Tony Costa cuidó durante su etapa como niñero

Arena, la pupila a la que Tony Costa cuidó durante su etapa como niñero

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A principios de 1968, su mujer le pidió el divorcio, harta de las palizas. Y a finales de ese mismo mes, Barbara Spaulding, aficionado de Tony, desapareció misteriosamente. Su desaparición coincidió con el delirio de nuestro protagonista fuera de la ciudad. Con el transcurrir de los hechos, los investigadores piensan que Barbara asimismo murió asesinada, pero nunca hallaron pruebas.

En mayo de ese mismo año, se produjeron dos hechos claves. Por un costado, Tony asaltó la consulta de su médico, quien le suministraba anfetaminas y barbitúricos sin récipe. De aquel robo, el criminal se llevó instrumentos quirúrgicos y medicamentos valorados en 5.000 dólares. Y, por el otro, la desaparición de Sydney Monzon, otra damisela de 18 abriles de Provincetown, a la que varios testigos vieron subirse al coche de Tony antiguamente de que se le tragara la tierra.

Susan Perry y Sydney Monzón, víctimas de Tony Costa

Susan Perry y Sydney Monzón, víctimas de Tony Costa

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La próximo desaparición se produjo en el mes agosto y la víctima era Susan Perry, la nueva novia de Tony. Cuando la grupo y los amigos le preguntaron por la chica, este simplemente contó que se había ido a México. Falta más remotamente de la verdad. La verdad de esta historia saldría a la luz meses luego.

El 23 de noviembre, una amiga de Tony, Christine Gallant, apareció muerta en su alojamiento: se había sofocado en la bañera tras una sobredosis de barbitúricos. Dos meses más tarde, Tony estaba fuera de control y sus manos volvían a teñirse de muerte.

A dentelladas

El 24 de enero de 1969, Patricia Walsh y Mary Anne Wysocki estaban de visitante en Provincetown y se alojaban en la misma casa de huéspedes que Tony. Las amigas conectaron con este amable desconocido, que las invitó a dar una envés. Un testimonio los vio alejarse en el Volkswagen color claro de las jóvenes y internarse en los bosques de Truro. Sin secuestro, nunca regresaron con vida.

Tony violó a Patricia y a Mary Anne, luego las disparó en la persona, les extirpó el corazón y mordió sus cuerpos una vez muertas. A opinar verdad, los restos presentaban marcas de dientes humanos, dentelladas, una evidencia inequívoca de necrofilia.

Mary Anne Wysocki y Patricia Walsh, asesinadas por Tony Costa

Mary Anne Wysocki y Patricia Walsh, asesinadas por Tony Costa

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A mediados de febrero, localizaron una fosa poco profunda con un trozo de tela sobresaliendo en el cementerio de Old Truro: eran los restos de Susan Perry, desaparecida en agosto del año previo. La damisela había sido descuartizada en ocho partes. 

El 4 de marzo, a unos dos kilómetros y medio de esta tumba, los investigadores hallaron otros tres cuerpos desmembrados más completamente irreconocibles. Las autopsias las identificaron como Patricia Walsh, Mary Anne Wysocki y Sydney Monzon.


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Las tres mujeres fueron asesinadas del mismo modo: adicionalmente de ser tiroteadas, asimismo las extirparon el corazón, sus cuerpos presentaban múltiples dentelladas y mutilaciones y habían sido violadas. En el caso de Mary Anne, el criminal enterró su persona por separado.

Con el impresionante hallazgo de cuatro mujeres asesinadas en los bosques de Truro, los investigadores iniciaron una exhaustiva investigación, que los llevó a Tony Costa como su principal sospechoso. 

El

El “edén secreto” de Tony Costa, el ‘explotador de Cape Cod’

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Entre los indicios que lo señalaban, estaban: la comunicación de varios testigos que vieron al criminal en compañía de estas mujeres, e incluso, conducir el transporte de Patricia y Mary Anne tras la denuncia por desaparición. Por no mencionar, el lugar donde las encontraron, al que Tony acudía para cultivar mariguana y esconder drogas. Era su “edén secreto”.

La prueba definitiva llegó cuando pillaron a Tony conduciendo el Volkswagen color claro de las víctimas. El criminal presentó una extracto falsa de transacción y alegó que las mujeres se habían ido a Canadá. Aquello lo llevó directamente a comisaría y fue detenido bajo sospecha de homicidio.

La fosa donde Tony Costa enterró a sus víctimas tras asesinarlas

La fosa donde Tony Costa enterró a sus víctimas tras asesinarlas

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El ‘explotador de Cape Cod’

Durante el interrogatorio, Tony negó su implicación en los hechos, y hasta llegó a afirmar: “Hay un maníaco suelto por ahí”. De nadie le sirvieron sus comentarios, porque ni el polígrafo se creía sus mentiras. El mojado por la prensa como Negrero de Cape Cod, llenó decenas de páginas gracias a las declaraciones del fiscal del distrito Edmund Dinis, que dio datos pormenorizados de los crímenes.

“Los corazones de cada pupila habían sido extraídos de los cuerpos y no estaban en las tumbas, ni fueron encontrados. Se encontró un artefacto parecido a una cortaplumas cerca de las tumbas. Cada cuerpo fue cortado en tantas partes como articulaciones”, explicó el fiscal en rueda de prensa, apartado de mencionar las marcas de dientes existentes en los cadáveres.

Tony Costa tras ser detenido acusado de asesinato

Tony Costa tras ser detenido pronunciado de homicidio

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El 6 de mayo de 1970 se inició el pleito contra Tony Costa por el homicidio de cuatro mujeres. A lo derrochador de la paisaje, el criminal en serie pasó por diferentes estadios: primeramente, mantuvo su inocencia y culpó de estos hechos a otros criminales; pero luego, reconoció acontecer descuartizado los cuerpos, aunque no de matar a las mujeres. Incluso llegó a insinuar el sorpresa que el consumo de drogas había tenido en él.

Finalmente, el tribunal lo sentenció a dependencia perpetua y fue enviado a la Institución Correccional de Massachusetts, donde se aficionó a libros de ocultismo. Entre ellos, la Sagrada Escritura satánica de Anton LaVey.

Tony Costa, en prisión

Tony Costa, en prisión

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El 12 de mayo de 1974, el explotador se colgó de los barrotes de su celda con un cinturón de cuero. Tenía 29 abriles. La causa oficial de su crimen, según los datos de la penitenciaría norteamericana, fue “asfixia por ahorcamiento: suicidio”. Con su fallecimiento, se perdió la oportunidad de resolver casos de desaparición vinculados a él y, especialmente, investigar la verdad sobre cuántas víctimas más había asesinado. 

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