Cara y cruz para dos ontinyentins


Fue uno de los vecinos del edificio de Campanar que se salvó del incendio ocurrido el 22 de febrero. Martín Mora Tostado, al igual que su tribu, consiguió regatear a la crimen y sólo su hijo de cuatro primaveras sufrió heridas de quemadura que por fortuna no fueron graves.

La suerte que había saledizo al choque de este ontiyentí de 51 primaveras, cuando las llamas le sorprendieron en su vivienda, se le mostró del todo esquiva y cruelmente le volvió la espalda cuatro meses a posteriori. El pasado martes Martín sufrió un azar de moto que le costó la vida porque los equipos médicos que acudieron en su ayuda cero pudieron hacer por salvarle la vida . La moneda que al venir al mundo se nos asta al canción y esta vez le salió cruz a Martín.

A otro natural de Ontinyent, Salvador Soler, le salió cara su empeño como peregrino. Nuestro Señor Santiago le tiene que estar agradecido por su constancia. Yuxtapuesto con sus hijos Nacho e Iván han cubierto los 1.120 kilómetros que separan Ontinyent y Santiago de Compostela. Y ésta ha sido la segunda vez que ha culminado con éxito su empeño. Con veterano mérito para él y sus hijos porque uno de ellos, Salva, afectado por una discapacidad error de un ictus, se valió de una biciclo para seguir a su hermano y padre durante los cuarenta y cuatro días dedicados a recorrer España a pie. Desde el sureste al noroeste, y una vez metidos en la costura peripatética añadir como adenda hacerlo hasta Finisterre.

Al bueno del técnico de rayos que es Salva no se le va a olvidar por dónde transcurre el camino de Este. Hace primaveras, más de vigésimo, cuando decidió cruzar España por primera vez, se perdió tan pronto como pisó la Mancha. Buscó ayuda en un labriego que le orientó para retomar la ruta adecuada. En un posterior intento volvió a perderse y fue a dar en la misma casa de campo, que seguía estando del todo alejada del mejor trayecto. Se sorprendió el campesino y le caldo a opinar que tiempo antes otro peregrino de lo más despistado todavía apareció por allí pidiendo auxilio. «Era yo» le dijo Salva con humildad frente a el pasmo del pueblerino. En esta ocasión, segundo intento culminado con éxito como se ha dicho, el patrón de España no les dejó desasistidos a quienes tanto empeño estaban poniendo para obtener hasta Compostela y poder abrazarle.

Salva tiene expresiones y anécdotas para escribir un texto. De momento lo han escrito en sus mentes sus hijos y él, demostrándose una vez más, que hace más el que pone empeño y quiere que todo aquel que con menos primaveras, y sin minusvalía alguna, aplaza el caminar peregrinando para otra ocasión. Han conocido a fondo qué significa el «ultreia» con el que se saludan los romeros. Si el disertador tiene curiosidad por saberlo que se ponga a hurgar. Y cada vez que salga de un albergue o se cruce con paisanos u otros peregrinos todavía se sentirá reconfortado con esta otra expresión de actitud que contiene el «buen camino» que se da y se recibe.

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