Padre e hijo son condenados por agredir a los inquilinos en Ourense



El Penal 2 de Ourense ha condenado por un delito leve de lesiones a Carlos, a su hijo Iván y a un amigo de este, Jaime, a una multa de 180 euros para los dos primeros y de 360 euros el tercero tras un altercado con los inquilinos de Carlos.

La jueza considera probado que el 29 de septiembre de 2016, puestos de popular acuerdo, se dirigieron al domicilio que tenía Carlos arrendado a una pareja. Una vez la inquilina le abrió la puerta, Carlos procedió a empujarla provocando que cayese al suelo y próximo con su hijo impidieron que esta se levantase. Al mismo tiempo, Jaime se dirigió al dormitorio donde se encontraba el otro inquilino, al que despertó y seguidamente le dio un empujón mientras le decía “fuera de aquí”.

El conflicto ocurrió como consecuencia de las discrepancias que existían entre ellos respecto al desgobierno de la vivienda por parte de los denunciantes. Los hechos le causaron a la mujer varias contusiones en el cuerpo, aunque no pudo demostrarse que la demarcación en la extensión de su codo derecho fuese como consecuencia de estos hechos. Por su parte, su pareja sufrió cervicalgia por contractura y tumefacción de las articulaciones metacarpo falángicas en la mano derecha.

Según indicó el inquilino en el cordura, se golpeó con la cama y se hizo daño. En este sentido, apuntó que no pudo hacer nadie para defenderse de su atacante. “Al verlo, pensé que hacía algún tipo de arte marcial”, explicó. Encima, manifestó que de repente se vio fuera de la casa próximo a su pareja sin llaves y móvil y agradeció que en ese momento no estuviese en el domicilio su hija de cinco abriles.

“No le tocamos”

“No le tocamos ni un pelo, esa es la gran verdad”, aseguró por su parte Carlos durante el cordura. Encima, explicó que iban con la intención de asistir a un acuerdo con los inquilinos para que se marchasen. Los acusados explicaron que iban a llevarle el fortuna y que los inquilinos les estaban esperando porque lo habían hablado previamente con la mujer de Carlos.

En esta columna, Iván testificó que los dos denunciantes se querían ir a otra casa a proceder, por lo que “le llevábamos la fianza más una parte del arriendo, 700 euros en total”. Delante esta situación, indicó que los inquilinos “nos dijeron que le diésemos el fortuna que ya se irían”.

De hecho, Carlos explicó que posteriormente de los hechos incluso “firmamos un entendimiento y se quedaron dos o tres meses más” y, haciendo uso de la última palabra, apuntó que “todo esto es una treta para quedarse con el fortuna”. Acerca de qué pasó ese día, Iván aseguró que la víctima les abrió y que en un momento poliedro “se alteró y de repente se dejó caer al suelo, incluso nos preocupamos por ella”.

En este sentido, la jueza indica que la cita al domicilio “no era con una finalidad tan conciliadora como la que nos pretenden hacer ver”. Asimismo, señala que si verdaderamente el encontronazo que se produjo en la vivienda fue pacífico, previamente concertado, en el que todas las partes estaban contentas con la alternativa y en el que los acusados estaban plenamente dispuestos a devolver el fortuna que se les reclamaba, se hubiesen aportado los mensajes confirmando a la denunciante que el fortuna le iba a ser devuelto y cuándo tendría emplazamiento.

Sin requisa, existe un mensaje de la denunciante a la mujer de Carlos exigiendo la entrega de 700 euros como condición para dejar la vivienda en el que le indica: “sigo esperando tu respuesta”. Por ello, la magistrada considera que no es difícil imaginar que, si posteriormente de ese mensaje no hay ningún por la otra parte, la cita al domicilio no era con una finalidad tan conciliadora.

Presencia de Jaime

Durante el cordura, Carlos indicó que el día de los hechos fue a la vivienda con su hijo, aunque no con Jaime, al que manifestó no conocer. Al respecto, Iván explicó que no llegó a entrar ni en la casa y que solo estaba allí por casualidad. El propio Jaime avaló esta enunciación indicando que él nunca accedió a la vivienda, ya que se quedó en el taller que se encontraba puntual al costado. “No me di cuenta de que pasaba poco hasta que llegó la Policía”, indicó.

La magistrada considera que el relato de que Jaime se quedó debajo no es verosímil, ya que se pregunta qué sentido tendría que los denunciantes imputen falsamente a un tercero que nadie tiene que ver con los hechos y no tuvieron ningún conflicto previo con él.

De hecho, precisamente cree que la presencia de Jaime, de la que “ninguna duda existe”, es precisamente la constatación de que los acusados no iban en plan conciliador, ya que “no se concibe por qué habría de asistir el tercer procesado a la vivienda a tratar un tema que en nadie le concernía, como no sea para ayudar a los otros dos acusados a ejercitar una cierta ‘presión’ para que dejaran la vivienda”.

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