Una tesis pionera aspira a revolucionar el breaking


El compromiso de Alberto Pérez Portela con el breaking —aguado erróneamente como ‘breakdance’ por los medios de comunicación americanos de la división de 1980— empapa prácticamente todos los ámbitos de su vida. «Me enamoré del break y tengo una deuda que siento que tengo que pagarle», confiesa para este medio. Su vínculo con la disciplina no es solo emocional y primoroso, sino asimismo intelectual, lo que le ha llevado a completar una disertación pionera que pretende cambiar la forma en la que se percibe y practica.

Combinando su pasión por el ballet con la ciencia, este pontevedrés de 26 primaveras recibió con gran sorpresa y retribución la calificación cum laude por su trabajo de doctorado en el Campus CREA de Pontevedra de la Universidad de Vigo. Este desgrana, desde un punto de sagacidad analítico, el breaking. Su propuesta, que profundiza, entre otras cosas, en la duración y la sucesión de los movimientos de los bailarines, ya se aplica en otros deportes como el fútbol y el tenis, pero nunca antaño se había extrapolado al breaking. «Era peligrosa la idea que teníamos. Al no activo referencias previas no tienes una figura en la que basarte. Tienes que aparecer todo de cero», afirma Jumber, como se le conoce en los chypers o corros de ballet.

El trabajo de investigación, que se extendió cuatro primaveras, le llevó «muchísimo esfuerzo». Las dudas iniciales sobre si los datos recopilados serían valiosos se disiparon tras los primeros resultados. «La información era muy valiosa y mis directores se empezaron a motivar porque vieron que podía salir poco muy bueno». El tribunal asimismo quedó impresionado. «Tuvo la mente abierta a poco nuevo e progresista», afirma.

Culminada su disertación, el trabajo resultante aspira a convertirse en un manual multidisciplinar práctico del que saquen beneficio profesionales del entrenamiento, preparación física, fisioterapia, psicología o avituallamiento. Su aplicación facilita una acomodo personalizada de los entrenamientos, preparar competiciones de stop nivel, evitar lesiones e, incluso, detectar las fortalezas y debilidades de los rivales. En definitiva, preparar al bailarín para afrontar torneos de stop rendimiento «y conquistar una superioridad competitiva» respecto al resto.

La profesionalización del breaking vivirá su punto cumbre este verano, momento en el que debutará en los Juegos Olímpicos de París tras pasar con nota la prueba de los Juegos de la Adolescencia de Buenos Aires de 2018. Un tablas que Alberto focalizó en su disertación. «Trabajé con eso en mente. Hay más probabilidad de que asociaciones, empresas y federaciones deportivas vean el trabajo y sirva asimismo de cara a próximos Mundiales y Juegos Olímpicos».

Tras su fresco distinción como deporte orgulloso —repetirá en los Juegos Olímpicos de la Adolescencia de Dakar 2026—, las federaciones y clubes nacionales e internacionales están acelerando para adaptarse a esta nueva coyuntura. «Están viendo cómo organizarse, qué personal tener y las instalaciones necesarias. Nunca tuvieron que atracar todo lo que supone enfrentarse a unas Olimpiadas«, analiza Alberto. El auge del breaking ha ido acompañado por la reto de grandes marcas como Red Bull, y su presencia en París es el detonante para que nuevas compañías estén interesadas en alterar en este deporte. A esto hay que sumarle todas las oportunidades laborales derivadas de la abastecimiento necesaria para organizar torneos y el personal técnico y táctico que precisa esta profesionalización.

Desde su posición, Alberto tiene en mente nuevas ideas con las que seguir entrelazando el mundo universitario y el break. De forma más precisa, adelanta nuevas investigaciones comparativas entre niños y niñas, niños y adultos, o el examen de competiciones grupales. Todavía le aplazamiento un verano «llamando a distintas puertas» para dar a conocer su trabajo. Y reconoció que ya ha tenido algún acercamiento con federaciones y empresas internacionales interesadas en todas las potenciales oportunidades de su manual.

Finalizar con los estigmas

A pesar de su incorporación a la cita veraniego de París, el breaking no consigue librarse de todos sus estigmas. «Hubo muchos comentarios negativos en redes sociales y medios de comunicación cuando se anunció que iba a ser Desconsiderado«, recuerda Alberto, quien destaca el papel pedagógico que posee este ballet. »Esta disciplina es contraria a lo que muchas veces se piensa. Hay mucho esfuerzo, sacrificio y títulos positivos tras esta comunidad. Educar asimismo es uno de sus roles«.

El b-boy lo considera «por encima de todo un arte» y destaca su creatividad. «Es importantísima. Cada uno enfoca el break como quiere. Hay quienes lo hacen desde la capoeira. Otros desde el ballet contemporáneo. Y lo llevan al break. Puede ser lo que te reconozca a ti como bailarín«. Y asimismo esconde historias de superación y sacrificio, como es el caso de ILL-Abilites. Este colectivo, que actúa y compite a nivel internacional, está compuesto por bailarines que ejecutan sus pasos de ballet en muletas o apero de ruedas. »Puede transformarse en una fortaleza«, añade Alberto sobre cómo enfoca el ballet este equipo, que ilustra sus batallas con la adversidad, los estereotipos y las inseguridades.

Sin bloqueo, el apoyo al break se condensa principalmente en los nombres más relevantes del panorama mundial. Ganarse la vida con ello es prácticamente difícil fuera de para aquellos que cuentan con importantes patrocinadores detrás. Lo más habitual es lo que reflejan las calles de distintas ciudades de Galicia, donde los b-boys y las b-girls se ven obligados a practicar sus bailes en plazas, galerías o estaciones de tren, pese a que las instituciones cuentan con «instalaciones de sobra» para sus ensayos, denuncia Alberto. «Para apoyar a la disciplina en su conjunto y que la ambiente crezca con las nuevas generaciones hay que dar oportunidades a los bailarines», sentencia.

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