Un hombre arrojó a sus hijos de 2 y 5 primaveras por la ventana de su alojamiento en el botellín asfalto de un modesto edificio en el distrito 14 de París el sábado por la indeterminación, antiguamente de suicidarse arrojándose al vano.
Ocurrió este sábado en la casa del progenitor, según ha informado el diario ‘Le Parisien’. Fuentes del peródico francés han indicado que el hombre falleció en el área y los dos niños fueron hospitalizadoslos en estado difícil donde continuan ingresados en cuidados intensivos.
Según los primeras hipótesis de la policía los hechos se produjeron posteriormente de una discusión del hombre con su pareja.
Los hechos ocurrieron sobre las 20.30 horas, según informó la fuente cercana al caso.
Un árbitro y representantes de la equipo de protección de menores trabajan ya en el caso.
Distrito 14 de la caudal francesa
En el área, no acullá de la Porte de Vanves, en el sur de la caudal, la policía estableció un amplio perímetro de seguridad para permitir el paso sólo a los residentes locales, constató a última hora de la tarde un periodista de la AFP.
Se activó una dispositivo de emergencia médico-psicológica (CUMP).
“Es impactante, muchos de nosotros nos hemos quedado en shock”, comentó una residente presentándose como vecina del edificio de diez pisos donde vive la tribu.
Una tienda de campaña blanca se instaló al pie del edificio y los agentes de policía trasladaron un cuerpo envuelto en una lienzo del mismo color, según el periodista de la AFP.
Vecinos en shock
Dos testigos indicaron que los dos pequeños habían caído sobre el césped de la explanada de esta amplia residencia compuesta principalmente de viviendas sociales. Según uno de ellos, allí estaban jugando niños en el momento de la tragedia.
Un vídeo que recoge parte de la panorama, consultado por la AFP, fue filmado desde una de las numerosas ventanas circundantes.
“Escuchamos ruidos, gritos”, dijo una de las testigos, una restauradora que vive en una torre cercana. “En ese momento vimos a alguno tirado en el suelo sobre el asfalto, un nene en el suelo, el segundo por ahí”, continúa señalando la panorama. “Es surrealista”.
Según una vecina del sexto asfalto del edificio, que no reveló su identidad, la tribu se había mudado aquí “hace escasamente un año”.
El hombre “estaba siempre sonriendo, cargaba a su pequeña hija en la espalda, nos vimos en el parque, nos saludábamos”, confiesa esta damisela de 19 primaveras.
Ella dice que nunca “escuchó carencia” sobre discusiones interiormente de la pareja. “Eso es positivamente lo impactante: lo vimos sonreír, pero no sabíamos que detrás de sus sonrisas se escondía poco así”, desliza.