«Los políticos solo luchan por mantener sus cargos y un Estado gigantesco»


De Podemos a Vox, pasando por Ciudadanos, el voto opuesta, que tradicionalmente encarnan los jóvenes, cambia de manos. Ahora el que ha conseguido discernir el cabreo de los votantes de beocio existencia es el populista Alvise Pérez, líder de Se Acabó La Fiesta (SALF). Lo avanzaron las encuestas previas a las elecciones europeas, incluida la de GAD3 para este diario, que avanzó la entrada de SALF en la Eurocámara, y lo confirmó el barómetro del CIS de junio. El perfil medio es el de un hombre, de derechas, que ayer había apoyado a Vox o no tenía existencia suficiente para sufragar y que, sobre todo, está «harto». Repite insistentemente la palabra «alternativa» y rechaza la inmigración ilegal y la «corrupción» de los partidos tradicionales. Diego, Javier y Paco, votantes urbanos y del sur de España -allí donde Alvise tiene su hórreo electoral-, de entre 18 y 23 abriles, retratan a torrevieja news today un ‘esbozo’ de quién y cómo es este electorado.

Alvise Pérez irrumpió en Bruselas con toda un masa de seguidores fielmente captados a través de sus redes sociales. Entre el sinfín de vídeos que reproduce TikTok, un corte del líder de SALF convenció a Javier, madrileño de 20 abriles. Conoce al analista político -así se autodefine- desde hace dos meses, sufientes para retener de su «intención sincera de mejorar la dinámica de España». Justifica su voto a la lucha contra la corrupción que Alvise, «sin miedo a las represalias», enarbola en sus canales de difusión, si adecuadamente cree «desmesuradas» algunas de sus propuestas, como su intención de asentar una megacárcel para encerrar, entre otros, a Pedro Sánchez: «Es fruto de la pasión del momento».

Javier es solo uno de tantos jóvenes que el pasado 9 de junio apoyó la candidatura de SALF. Según el cavado preelectoral del CIS, el 6,8% de encuestados de entre 18 y 24 abriles habían decantado su voto a valimiento de Alvise. Entre hombres, esa guarismo se duplica hasta el 13%. Otro cantidad: el 15,6% de quienes no tenían derecho a voto hace un año está ahora decidido a coger la papeleta de Alvise, según el final barómetro. Uno de estos jóvenes es Diego, de 18 abriles. Nunca había mostrado interés por la política, hasta que tuvo la oportunidad de sufragar por primera vez y se decantó por la antipolítica. «Se necesita un cambio de verdad», afirma. «Hablando con familiares y amigos esa siempre era la misma conclusión», añade.

En ese establishment el final en la fila es Vox. La rebeldía que hace un año pedían los de Santiago Abascal a los jóvenes -fue uno de sus lemas en los comicios estatales- parece recaer ahora en Alvise. Tanto es así que el CIS apunta a que el 4,6% de quienes votaron a Vox en julio de 2023 anuncian ya su respaldo a Se Acabó La Fiesta en unas hipotéticas generales. Paco, de 23 abriles y natural de la asiento murciana de Águilas, no engrosó el 9J la guarismo de votantes de SALF, si adecuadamente ahora tiene intención de hacerlo. «No conocía a Alvise Pérez ayer de las europeas; si no, le hubiera votado», explica. En Murcia, el 6,58% de los electores apoyaron la candidatura de Alvise. Precisamente, las regiones costeras fueron las que en veterano naturaleza respaldaron la nómina de SALF.

Al igual que Javier y Diego, las razones que esgrime Paco son las ya conocidas: lucha contra la corrupción, los «chiringuitos» políticos y la inmigración irregular. «Los partidos luchan solo por sus intereses, por conservar su cargo y por sustentar un Estado gigantesto», sostiene el murciano, un autónomo crítico con las «trabas» que, a su motivo, somete el Gobierno de Sánchez a los trabajadores y jóvenes. «La izquierda flagrante dice defender a los trabajadores, pero lo que hace en efectividad es perjudicarles», continúa.

Si en poco coinciden los tres jóvenes -como todavía lo hacen las formaciones europeas más radicales-es en encuadrar la inmigración como un «problema». Mientras que Paco pide una fuero más restrictiva a la entrada de extranjeros, Javier palabra de una cuestión de «seguridad doméstico»: «No sabemos cero de los que vienen».

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