La explosión nos dejó sin electricidad, tuvimos que reanimar al bebé con las manos


Oleh Holubchenko es cirujano del hospital de niño Okhmatdyt de Kiev, Ucrania. Cuando el misil impactó contra el centro, él estaba operando a su paciente, un bebé de 5 meses. Durante la operación tuvo que asistir al pequeño contiguo al anestesista para salvarle la vida: “La arrebato nos dejó sin electricidad y tuvimos que consolar al bebé con las manos“, cuenta Oleh.

Su equipo médico había empezado la intervención cuando les alertaron de un posible impacto. “Comenzamos la cirugía antiguamente de que comenzara la alerta de ataque leve. Cuando ya has comenzado el procedimiento y has libre por completo, digamos, cuando estás en medio de una cirugía, no puedes detener ni siquiera en un momento así” narra Ihor Kolodka, compañero de Oleh.

Ayer de que llegara el misil, pudieron proteger al pibe. “Lo envolvimos en un vendaje distinto durante la preparación para la operación, de modo que todo estuviera esterilizado” afirma Ihor. Minutos posteriormente, oyeron el impacto, el cristal se rompió y la onda expansiva los arrastró. “Yo fui arrojado debajo de la mesa, mi colega fue arrojado remotamente, igual que nuestra enfermera de cirugía y nuestro anestesista. Todos fueron arrojados contra las paredes.” cuenta Kolodka.

Oleh dice que había perdido la consciencia durante el impacto: “Cuando se produjo la arrebato, no entendí adecuadamente todo. Recuperé el conocimiento ya en el suelo, a unos dos o tres metros de la mesa”. Pero inmediatamente, se recompuso para continuar con su trabajo a pesar de las heridas que tenía por todo el cuerpo. ”Mi compañero estaba de espaldas a los cristales, la metralla lo alcanzó y el pibe no resultó herido. Bromeamos diciendo que él recibió el codazo con la espalda y yo con la cara” narra Kolodka con una sonrisa.

Una vez terminada la cirugía, “nos aseguramos de que el bebé fuera evacuado a un espacio seguro y sólo entonces nos dimos los primeros auxilios” cuenta Ihor.

El equipo finalmente pudo curar sus heridas a las que escasamente habían prestado atención hasta el momento. “Detuvimos la hemorragia de las heridas con lo que pudimos encontrar, cualquier material esterilizado. La linaje me salía a borbotones de la cara, así que tuve que hacer presión” dice Ihor.

Pero estos dos cirujanos, en espacio de descansar, se dirigieron a ayudar: “Como ya no sangraba más, pude salir y seguir ayudando a los heridos y ocuparme de las secuelas del desastre que había causado el misil” narra Kolodka. Días posteriormente, el hospital vuelve a tener luz y los médicos intentan retornar al trabajo posteriormente de un ataque que ha dejado dos muertos y más de treinta heridos.

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