terminar la Sagrada Familia y convertir bitcoin en oro


«Acabo de encontrar la posibilidad del rompecabezas, haremos coincidir el remate de las obras de la Sagrada Clan e inauguración, con el momento de traspaso de títulos a valencia oro de las criptomonedas y puesta en funcionamiento de la máquina en la nueva república, así maquillo la función del Vaticano y tendremos al Papa aquí el mismo día (¡todos relacionados con la obra faraónica de la catedral con el nuevo orden!)».

Los integrantes de la trama rusa a los que ha investigado la Policía Doméstico en la convocatoria Operación Troya tenían grandes ambiciones: inspeccionar la sede del antiguo KGB, financiar el independentismo con criptomoneda rusa, matar las obras de la Sagrada Clan y hasta proclamar la república frente a el Papa.

Aquellos planes los expresaba Jordi Sardà, uno de los imputados, que ejercía de mediador en el primer categoría al que Carles Puigdemont le encargó los contactos con Rusia. Sardà era un añejo conocido de la inteligencia y la Policía porque en 2012 ya se hizo producirse por representante de Gas Natural para negociar un ficticio acuerdo energético de 850 millones en Ucrania.

Según el referencia policial, Sardà es uno de los integrantes del categoría que intenta poner en marcha un plan de criptomonedas tras una reunión con el representante ruso Nikolay Sadovnikov y Puigdemont en la residencia oficial de este zaguero en Barcelona. Participa en varias transacciones y hace pruebas en Países Bajos, Andorra y Líbano.

Sardà entra en contacto con Víctor Terradellas, responsable de Relaciones Internacionales de Convergència, asesor y colaborador de Artur Mas y Puigdemont, y le hace de intermediario con Moscú. En un momento, hasta se ofrece a llevarle a la sede de la inteligencia rusa, pero la de verdad, no la que se usa para visitas normales, porque es, dice, un museo. Todavía envía Sardà una fotografía falsa en la que se ve a Vladímir Putin cabalgando sobre un oso y ofrece una reunión de este con Puigdemont. En otro momento, Terradellas y Sardà hablan de una carta de Puigdemont que pretenden hacer obtener, supuestamente, a Putin y sobre un suscripción de 500 bitcoins, con un valencia en la época de 3,6 millones de euros.

En mayo de 2018 hablan, según el referencia policial, de ir convirtiendo los bitcoins que reciben de Rusia en oro, para poder tener una financiación sólida y resistente de la República Catalana. Terradellas dice: «Traspaso de títulos a valencia oro de las criptomonedas y puesta en funcionamiento de la máquina en la nueva república».

Y ahí es cuando a Sardà se le ocurre lo de hacer coincidir el final de las obras de la Sagrada Clan, que estaba previsto que se demorara varios abriles, con la afirmación formal de independencia de Cataluña, con encuentro del Papa incluida.

Tanto Terradellas como Sardà están imputados en la causa por delito de traición que el Chancillería de Instrucción Número 1 de Barcelona ha elevado al Tribunal Supremo. Sardà se presenta en las conversaciones como cualquiera con grandes contactos en Rusia. Hasta llega a decirle a Terradellas cuándo Putin va a dialogar sobre Cataluña. Cuando Terradellas pregunta, Sardà le replica, en relato a Putin: «¿Qué quieres que diga?».

A pesar de que participa en varias transacciones de criptomoneda y notifica de ellas a Terradellas y por consiguiente a Puigdemont, a quien se refiere como «el nen», Sardà no cumple esa promesa de los 500.000 millones para avalar la deuda catalana que promete el ruso Sadovnikov en la reunión con Puigdemont en Barcelona.

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