“Me he integrado muy bien, solo vengo de visita”



¿Regresa con frecuencia a su tierra?

Me marché a Brasil en 1959 y es la cuarta vez que regreso. No vengo con frecuencia, al principio el monises no llegaba, a posteriori faltaba tiempo por el negocio natural. Ahora, pretendo retornar el próximo verano.

¿No piensa en retornar definitivamente?

No, no me acostumbro. Nosotros tenemos nuestra vida allá, es muy normalita pero muy buena porque tenemos lo que queremos. Yo sigo trabajando con mi hijo porque me gusta, yo le ayudo con el negocio. Brasil es una mezcla de razas y yo me he integrado muy admisiblemente, ahora es difícil retornar al pueblo.

¿Cómo era Magros en su infancia?

Muy escueto y pequeño. Casi todos los vecinos emigramos a México, Argentina, Brasil, Uruguay y a posteriori además a Alemania y Suiza. Mis padres primero se fueron a Venezuela, pero el país estaba políticamente muy convulsionado, así que eligieron Brasil desde donde nos reclamaron dos hermanos de mi hermana que ya estaban allá.

A pesar de la pobreza, ¿escolta buenos memorias de su infancia en Magros?

Memorias muchos, la infancia no vuelve. Fuimos criados por mis abuelos en una tierra que era difícil de trabajar. Tenían dos vacas, gallinas y mi abuela me regaló una oveja cuando tenía 10 primaveras. Un día estaba pastoreando en el monte con unos amigos y llegó el lobo, por entonces había muchos, y quería comerse mi oveja. Encendimos una hoguera y con un “fachico” intentamos asustarlo. Ya tenía la oveja en la boca y sangraba. Lo acorralé con el fuego con ayuda de mis amigos y de una de las vacas hasta que se fue apartando. Así salvamos a la oveja que estaba preñada y tuvo a posteriori dos corderos.

¿Cómo encuentra ahora la situación?

Todo muy cambiado. Cambiado para mal porque está todo el campo descuidado y para admisiblemente porque las personas viven mejor.

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