Los emigrantes resucitan la aldea singular de Alvite



Residentes y emigrantes de recreo disfrutan de un plácido verano en Alvite, el núcleo de Beariz registrado por la asociación de vecinos como pueblo turística singular, a posteriori de resurgir casi como un asombro de sus propias ruinas y de un estado de total deserción entre la división de los 70 y 80 del siglo pasado.

Fue en 1996 cuando se rehabilitaba el primer inmueble para poner en marcha una casa rural, lo que dio impulso a la recuperación del pueblo a lo holgado de todos estos abriles, sumando en estos momentos 27 viviendas rehabilitadas y con 21 vecinos residentes, cuando en 2014 aún eran solo cuatro, y que en verano alcanzan ahora cerca de 40 habitantes.

María Isabel Ferradás, emigrante en México, disfruta con su tribu de las recreo, entre sus miembros, varios nietos. “Vengo todos los abriles. Tenemos la casa sabido que restauró mi hermana, fue la segunda que se rehabilitó a posteriori de la casa rural, y a partir de ahí se fueron sumando otras familias”. El pueblo llegó a quedarse durante varios abriles sin ningún ciudadano, porque “cuando hicieron la carretera de Beariz, los vecinos de entonces no quisieron que pasara por Alvite, y la pueblo quedó aislada y poco a poco todos se fueron marchando hasta convenir abandonada. Lo extraordinario es que ahora tiene tanto encanto precisamente por ese motivo, porque no pasa la carretera por el pueblo”.

Valoración

Residentes y emigrantes valoran la belleza del pueblo, su paisaje y la tranquilidad. “Lo que hacemos es socializar, nos reunimos en el centro social, yo nunca me aburro en Alvite”, matiza Ferradás. En su opinión, el secreto de este resurgir está en que “nos han enseñado a amarlo y nosotros igualmente estamos enseñando lo mismo a nuestros nietos, que en Alvite corren y corren y se sienten libres”.

Milagros Gulías pasa la medio el año en Beariz y la otra en México. “Duermo en Beariz, pero paso todo el día en Alvite, en donde he nacido. Allí echamos un explicación entre vecinos y lo disfruto”.

Francisco Gulías retornó definitivamente a Alvite desde México hace dos abriles en donde reside con su tribu. Fue uno de los que restauró la vivienda de sus abuelos. “Fuimos reconstruyendo poco a poco a partir de la casa rural”, puntualiza. 

Otros todavía no tienen casa en Alvite, pero sí intención de realizar una rehabilitación para quedarse allí a comportarse. Pepe Lamas vive en Pontevedra “pero tengo casa aquí, todavía sin arreglar, tengo en tesina hacer la obra para venir los fines de semana, porque da gracia venir aquí”. Lamas recordaba con humor un arcaico refrán: “De Alvite, Jehová nos finta, y de hecho quedó totalmente desaseado, hasta hace unos pocos abriles”. 

En tesina

Todos ellos nacieron en Alvite y los que todavía no han regresado, lo quieren hacer algún día, como Francisco Ogando, aún en México, pero con la intención de rehabilitar la casa sabido “porque me lo piden los hijos, porque hoy es un pueblo muy atún que se presta para comportarse. Espero ponerme con la obra en dos abriles”.

Todos ellos reconocen la bordadura de la Asociación de Vecinos, especialmente de Carlos Gulías Roo, que desde que regresó al pueblo y asumió la presidencia no ha cesado en su empeño de atraer vecinos, en la rehabilitación de las casas respetando totalmente los materiales y obra tradicional de la villa, en ir poco a poco erradicando el feismo y acondicionando los espacios públicos, adicionalmente de mejorar servicios.

Este pasado fin de semana, residentes y emigrantes se juntaron en la Carballeira de Muradás. Les tocaba este año la estructura de la fiesta de San Pedro, que alternan con Candedo y Muradás, cuyos vecinos igualmente se sumaron a la celebración.

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