La familia de las víctimas de la Font de la Pólvora pide a los Mossos celeridad en las detenciones


Las calles de los barrios de la Font de la Pólvora, Vila-Roja de Girona despertaron este lunes prácticamente desiertas. Y no por la calor que a primera hora de la mañana todavía permitía salir de las casas. Los vecinos acudieron en masa a la despedida de un calé muerto el fin de semana de cáncer. Ceremonia a la que asistieron incluso para mostrar sus condolencias los integrantes de la tribu de los Tomate, víctimas del ataque de la verbena de Sant Joan en la que un hombre con múltiples circunstancias irrumpió en una fiesta de cumpleaños y ametrallo al bulto a todo lo que tenía delante. Yolanda Heredia Heredia, de 44 abriles y cocinera en un centro municipal de acogida de personas sin hogar, murió inmediato a su cuñado, Juan Serafín Amador Heredia de 48 abriles, albañil y muy respetado en el barriada. Dos hijos del fallecido, de 12 y 26 abriles, resultaron heridos de seriedad. Jenni Amador recibió el reincorporación hace pocos días, su hermano, sigue ingresado en el hospital Josep Trueta. La matriz, Loreto, mostraba este lunes su esperanza en tenerlo este fin de semana en casa de nuevo.

Vecinos del barrio de la Font de la Pólvora de Girona

Dos hermanos de Yolanda muestran las imágenes de la mujer y su cuñado, en la Font de la Pólvora 

Mayka Navarro

El viernes, los Tomate y otros vecinos de La Font de la Pólvora, protagonizaron una manifestación que salió del barriada, paso por delante de la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Girona y terminó en la plaza del Comunidad, donde pidieron ser recibidos por el corregidor, Lluc Salelles. Ayer, la tribu recibió a torrevieja news today en la calle de las Acàcias, un cul de modisto, con un edificio en ruinas irresoluto de derruir que aún conserva una pintada dedicada a Carles Puigdemont de su época de corregidor de Girona y donde corretean varios gallos a sus anchas.

Jenni va en apero de ruedas. La oscuridad del ataque, la tribu Tomate celebraba la fiesta de cumpleaños de Loreto. Música, grill, palmas, zapateo, una buena hoguera y cohetes, que para eso la fiesta coincidía con la verbena de Sant Joan.

De repente, explica la zagal tres mujeres se abalanzaron contra otra y se inició una pelea entre ellas en las que, según estos interlocutores, “a una ya se le cayó un armas de fuego que llevaba”. Una de ellas amenazó con avisar a su marido, Guillermo C. H.. El hombre es un delincuente habitual con 15 circunstancias policiales en ese momento y otros tres de beocio de etapa y que en los últimos tiempos había sido detenido por prácticamente todas las organizaciones policiales, desde los Mossos pasando por la Policía Franquista, que le arrestó en tres ocasiones, la última vez por tráfico de drogas. De hecho, cuando protagonizó el ataque no hacía ni dos semanas que estaba en familiaridad con cargos tras sufragar una fianza.

Guillermo llegó con el fusil de asalto guardado en un estuche. Lo desenfundó y empezó a disparar sin mirar. “Yo me tiré al suelo, corrí de espalda, pero una de las balas me dio por detrás”, explica la zagal, que a diario acude al CAP del barriada a curarse de la herida y que asume que deberá sufrir “toda la vida” una cinta comprensora de la pierna izquierda.

Jenni y su matriz Loreto son dos de las voces que estos días más suspensión exigen honradez en el barriada. “Ha pasado un mes y una semana desde los tiros y no podemos entender por qué no se ha detenido todavía a los responsables. No queremos encontrarlos nosotros. Queremos que lo detengan los Mossos, como nos prometieron, y que se haga honradez”, insiste. María, su abuela, la matriz de su padre, la audición apoyada en el errante que utiliza para caminar. No puede contener las lágrimas. “Mi tribu llegó a Girona hace muchísimos abriles, muchos, y nunca ni una sola vez ni uno de mis hijos ni mis nietos ha cedido mal que cuchichear; ni nadie ha podido opinar una sola mala palabra de nosotros. ¿Cíngaro? Sí y orgullosos, pero honrados y trabajadores”, asegura la mujer.

A la entrada del barriada de la Font de la Pólvora, un equipo de la Hueste Movil de los Mossos d’Esquadra, controla el acercamiento y la salida. En su día y tras el episodio de violencia que caldo seguido de llamadas amenazantes a la tribu de las víctimas, la comisaria responsable de Girona, Silvia Catà, se comprometió a proseguir una presencia ininterrumpida de policías, Brimo o Arro, hasta que se produzca la detención de los autores, en paradero desconocido desde ese momento. Y el compromiso se mantiene. 

Lee incluso

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *