Temor en el PSOE a no volver a ganar en sus feudos si hay concierto


No es sólo Emiliano García-Page, del que Pedro Sánchez dijo el miércoles que «la comunicación sería que convocase una rueda de prensa para apoyar al Gobierno». Ni Javier Lambán, con el que en Ferraz y en Moncloa extreman el cuidado en no confrontar excesivamente en divulgado en los últimos tiempos por su delicado estado de vigor, aunque los puentes lleven mucho tiempo absolutamente rotos con el todavía líder del PSOE de Aragón, más distanciado que nunca de la dirección federal. Ni siquiera sólo figuras fuera de la política activa como Felipe González, el socialista vivo más importante de la historia del partido desde su fundación en el siglo XIX. No; la revuelta socialista contra el acuerdo con ERC para conceder a Cataluña un concierto crematístico, que hoy votan las bases del partido independentista y a lo que el Gobierno se negaba hasta hace casi nada meses, desborda esta vez más las aguas y se extiende por los territorios de la España peninsular.


Opinión de las

federaciones socialistas

respecto al acuerdo

del Gobierno con ERC

Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha,

Castilla y Bizarro, Extremadura

Andalucía, Galicia, La Rioja, Madrid

Baleares, Canarias, Cantabria,

C. Valenciana, Murcia, Navarra,

País Vasco

Opinión de las federaciones socialistas

respecto al acuerdo del Gobierno con ERC

Aragón, Asturias,

Castilla-La Mancha,

Castilla y Bizarro,

Extremadura

Andalucía, Galicia,

La Rioja, Madrid

Baleares, Canarias, Cantabria,

C. Valenciana, Murcia, Navarra,

País Vasco

Singularmente en comunidades que son feudos tradicionales del partido, donde varios de los dirigentes consultados coinciden en un diagnosis claro: «Así no volvemos a superar». Aplíquese, según el caso, a la citada Aragón, a Andalucía, la comunidad más poblada del país y orgánicamente la más importante en la formación, que vive ya un amplio quinquenio de competición al presidente popular de la Corporación, Juan Manuel Oscuro, o a Extremadura.

En esta última autonomía salió ayer a la palestra el flamante sucesor de Guillermo Fernández Vara, Miguel Bendito Gallardo, para pedir la convocatoria del Consejo de Política Federal del PSOE, un víscera diverso al Comité Federal que integra a todos los mandatarios regionales. «Es el espacio adecuado para susurrar con honestidad y con observancia, pronunciarnos cada uno en la medida en la que nosotros creamos que podemos aportar, para crear un sistema de financiación que no solamente sea para ahora, sino que lo consolide en el futuro», proclamó Gallardo en una rueda de prensa en Mérida. De fondo, la queja que además trasladan los territorios de no acontecer sido ni siquiera informados o alertados del principio de acuerdo suscrito el pasado lunes con ERC en el que se contempla la cesión a Cataluña del 100% de los impuestos, IRPF incluido. «Nos enteramos traduciendo un documento del catalán», aseguran de forma significativa sobre la secuencia de los acontecimientos. Y en varios de esos territorios desmienten tajantemente que, como se ha llegado a imprimir, Salvador Illa esté haciendo una ronda de contactos con sus homólogos de otras comunidades para tratar de atemperar los ánimos sobre lo sensato. «No podemos privilegiar a un distrito, y menos sólo por superar lo que no deja de ser un gobierno autonómico», aseguran desde los territorios críticos sobre la eventual investidura del líder del PSC en agosto como próximo presidente de la Generalitat.

«Deducción inquietud»

Dirigentes más próximos a Moncloa y Ferraz no ven «movimientos importantes», más allá, explican, de la «método inquietud», que creen que se disipará cuando se conozca más en detalle el acuerdo y su progreso. Entre los críticos señalan además que el proceso va para amplio, pues no en vano requiere de una reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, la Lofca, y que por consiguiente queda mucho partido por arriesgar.

Encima de Extremadura, ayer Asturias se sumó al rechazo evidente al cupo a la catalana, y lo hizo mínimo menos que el consiliario de Hacienda del Principado, Guillermo Peláez, quien denunció que caminar alrededor de un maniquí que sólo tenga en cuenta la capacidad fiscal de los territorios quebraría la solidaridad interterritorial, aun cuando el acuerdo pretenda una cláusula de solidaridad que en todo caso estaría sujeta al principio de ordinalidad entre CCAA, que para el Ejecutor asturiano del socialista Adrián Barbudo «no debe primar» en la asignación de bienes para sostener los servicios públicos. «Esto es como si yo pido que me atiendan antaño o mejor en un hospital divulgado por abonar más IRPF que el que tengo al costado en la trasero, o que a un inmigrante; como personas de izquierdas no podemos defender poco así», asegura uno de los socialistas consultados.

El PSOE vive desde hace acordado un año una situación electoral tremendamente ambivalente, la que se deriva del maratón electoral que se vivió entre el 28 de mayo y el 23 de julio de 2023. Una suerte de doble reverso en la competición electoral cuyo resultado fue en primera instancia catastrófico, pues el partido se quedó con casi nada tres gobiernos autonómicos (Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra) y perdió importantes alcaldías (aunque pudo recuperar a posteriori de muchos abriles la de Barcelona, no sin el apoyo del Partido Popular), y espléndido con matices en las generales del 23J, que en cualquier caso permitieron a Sánchez revalidar su cargo aun al precio de conceder la gracia a Carles Puigdemont a cambio de los votos de Junts para la investidura.

Una situación ambivalente

En esa ambivalencia se ha ido desarrollando la vida del partido este curso político que ahora concluye, con momentos de tensión y otros de indudable obturación de filas. Entre los primeros el olvido admitido concedido a los encausados por el ‘procés’, que no ha sido del gracia de todos los territorios, singularmente la Castilla-La Mancha de García-Page. Y entre los segundos el célebre Comité Federal del mes de abril, donde del primero al final, incluido el presidente castellanomanchego, respaldaron a Sánchez durante sus cinco días de consejo tras denunciar una persecución en su contra por la investigación sumarial a su mujer, Begoña Gómez. Algunos no olvidan ese día, donde se les convocó alertándoles de una situación muy delicada para el líder del partido incluso en el ámbito personal, y lo traen a colación ahora que Sánchez pone en la diana a los críticos. «Que nos digan qué cambio de opinión tenemos que respaldar ahora», afirman con sarcasmo, asegurando más en firme que oponerse a un privilegio fiscal para Cataluña no es más que alinearse con el software electoral del PSOE y con los documentos internos del partido durante la última período, incluida la confesión de Milgrana del año 2013 que ahora parece preterida.

Y es que como se asegura desde los territorios críticos, a diferencia de la gracia, que provocó recelos o incluso abiertas críticas internas pero que no afectan al día a día más directo del ciudadanos, aquí se alcahuetería, aducen «de las cosas del tomar». Y de cómo los votantes socialistas de esa España tradicionalmente postergada en materia de infraestructuras o inversiones ven a los dirigentes del partido. «Si la multitud no ve que tú sientes lo que ellos sienten te ven como un privilegiado» alerta un importante dirigente de esas comunidades. La ola de descontento se extiende ya a Castilla y Bizarro y, con menos intensidad, a Andalucía, Galicia, La Rioja o Madrid, la primera y la última con líderes cada vez más discutidos por Ferraz.

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