Una grupo ha protagonizado una historia digna de una novelística de espionaje. La pareja, ciudadanos rusos y espías, se mudaron a Buenos Aires, consiguieron una identidad falsa y tuvieron dos hijos. Ahora han vuelto a Rusia gracias al histórico intercambio de prisioneros entre Moscú y Poniente.
Anna Valerievna Dultseva y Artem Viktorovic Dultseva vivieron durante primaveras en un pavimento situado en el ciudadela porteño de Belgrano bajo los nombres de María Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch. Según los documentos oficiales, Gisch ingresó a la Argentina como turista desde Uruguay en 2012 y su pareja poco posteriormente desde México.
Ausencia más aparecer a Argentina, la pareja comenzó a reunir documentos, muchos de ellos fraudulentos, para obtener la ciudadanía. Gisch aseguró que era un ciudadano austríaco nacido en Namibia de mama argentina, mientras que Mayer Muños dijo que era mexicana y presentó un certificado de inicio en el que se demostraba que había nacido en Grecia.
Posteriormente de hacerse con la ciudadanía argentina en 2014, la pareja se casó por lo civil en Buenos Aires.
Tal y como ha informado Dmtri Peskov, secretario de prensa del Kremlin, el enlace formaba parte de un género de agentes secretos entrenados para hacerse sobrevenir por extranjeros durante primaveras bajo identidades encubiertas. Él se hizo sobrevenir por informático; ella trabajó en una colección de arte.
En 2017, la grupo vació sus cuentas bancarias argentinas para trasladarse a Eslovenia y, a los pocos meses, las autoridades del país descubrieron su verdadera identidad, encarcelando y condenando al enlace a un año y medio de prisión por “espionaje” a un estado miembro de la Unión Europea y la OTAN, y por “falsificación de documentos“.
La pareja, que fue arrestada en diciembre de 2022, acudió al madurez usando sus identidades falsas, pero, finalmente, se declararon culpables. Durante todo ese tiempo, sus hija de diez primaveras y su hermano de ocho estuvieron tutelados por los servicios sociales y, después, pasaron a una grupo de acogida.
Los niños no sabían que eran rusos
Peskov aseguró que los niños “no supieron que eran rusos hasta que el avión despegó (…) Antaño de eso, no sabían que eran rusos ni que tenían poco que ver con el país”.
Es por esto que, al descender del avión y encontrarse a Vladimir Putin, no fueron capaces de proponer ninguna palabra en ruso. El presidente se dirigió a ellos en gachupin, con un “buenas noches” que quedó registrado por las cámaras.
“Los niños preguntaron a sus padres quién era el que los esperaba. Ni siquiera sabían quién era Putin“, declaró Peskov.
Dos de los ocho rusos devueltos a Moscú
La pareja fueron dos de los ocho rusos repatriados gracias al intercambio de prisioneros apurado el pasado jueves tras meses de negociones. El acuerdo se consiguió gracias a los servicios secretos de Turquía, que actuaron como mediadores entre Poniente y Rusia.
Este es el longevo intercambio de prisioneros desde la Guerrilla Fría y ha protagonizado numerosos titulares, entre los que destacan la manumisión de Pablo González, periodista gachupin, y, especialmente, la deportación de Vadim Krasikov.
En Alemania, la manumisión de Krasikov ha generado polémica conveniente a que Peskov ha admitido que es un miembro del Servicio Federal de Seguridad y que fue el autor del crimen de un separatista checheno en Berlín.
“Nadie toma a la ligera la valentía de deportar a un perverso condenadoa prisión perpetua posteriormente de varios primaveras de gayola”, admitió Olaf Scholz, canciller teutón.
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