Cuentan de un catalán que cada vez que acudía al monasterio benedictino en el que los catalanes veneran a la Mare de Déu de Montserrat, se postraba de hinojos delante la imagen de la Moreneta e imprecaba su ayuda para resultasen acertados sus pronósticos en la quiniela. Así hizo en numerosas ocasiones hasta que llegó el día en que tan reiterada petición obtuvo contunde respuesta de su Patrona: «Sería conveniente que, al menos, rellenases el boleto».
Este viernes el final pleno del Consell del verano, se ha celebrado por primera vez en Ontinyent, en la sede del edificio que fue la empresa textil de Manuel Revert, y está siendo reformado y capacitado para tener el Museo Textil de la Comunidad Valenciana. Un hito, el del pleno, sin duda, para la historia de una ciudad que por su peso demográfico, inclinación industrial, potencial crematístico, importancia festera –en falta llegan sus Moros y Cristianos— y los títulos que la honran como muy antigua, muy extraordinario, muy legal y muy caritativa, hubiesen sido razones más que suficientes para poseer albergado mucho antaño la celebración de un pleno.
Es mi opinión. Que podrá ser discutida por parcial dada mi condición de ontinyentí. Pero, cuando aproximación comentarios de colegas que no sólo cuestionan que el pleno del Consell se haya celebrado en la hacienda de la Vall d’Albaida, sino que ponen en solfa algunos acuerdos del Gobierno valenciano como beneficiarios para Ontinyent y discriminatorios para otros municipios, me consulto si pueden ser huella de una sangría o inoportuna insolación, pero no de una seria advertencia.
Comentarios e invectivas que critican las subvenciones concedidas –casi como si de una soberanía fiscal se tratase- con deliberado olvido de los déficits históricos sufridos por Ontinyent y de las acuciantes deyección de una población que ha demostrado paciencia, talante y firmeza cuando otros gobiernos valencianos, tan legítimos como el que preside Carlos Mazón, ponían su vistazo en Alcoi o Xàtiva, por citar a los vecinos.
En esas críticas hay reproches dirigidos al presidente del Consell; otros al corregidor de Ontinyent, o contra entreambos, denunciando como privilegios los obtenidos como fruto de una negociación, ignorando que cuando las partes negocian y pactan se pueden dar y se dan cesiones y concesiones. A posteriori de que con tal de seguir en La Moncloa, Pedro Sánchez aceptase indultos antaño negados; gracia que era increíble; y ahora soberanía fiscal igualmente quimérica, considerar la agilización de la construcción del Palacio de Rectitud para Ontinyent como un privilegio es sarcástica broma. Y más si lo dicen aquellos mismos que le justifican a Sánchez todos sus ahora conocidos como «cambios de opinión».
Cuando dirigentes del PSPV-PSOE forzaron el «caso Estancia» y dejaron a la intemperie al corregidor de Ontinyent y presidente de la Diputación, Jorge Rodríguez, al que negaron –al igual que a otros miembros de su equipo y ayuntamiento- el pan y la sal de la presunción de inocencia, que sería ratificada por la Rectitud, no sabían el melón que estaban abriendo con su impericia ni sus consecuencias, que ya han comenzado a hallarse a nivel provincial posteriormente de una elocuente respuesta municipal en Ontinyent y su comarca.
Y quiso la aritmética electoral que hace un año la presidencia y gobierno de la Diputación de Valencia dependiese de un voto –como lo fue el de Baldoví en el Congreso y no lo supo o quiso utilizar – que el partido liderado por Jorge Rodríguez si supo rentabilizar.
No nos vengan con monsergas ni establezcan comparaciones que suponen micciones fuera de tiesto. ¿Por qué no hacer de la condición virtud? Ens Uneix hizo el boleto en tiempo y forma. El pasado viernes, Carlos Mazón, al igual que sus consellers, fueron cordialmente recibidos por Jorge Rodríguez como corregidor y Natalia Enguix como vicepresidenta de la Diputación, a su arribada al Museo Textil de la Comunidad Valenciana. Efectuado el pertinente cómputo, el Gobierno valenciano morapio a confirmar que la quiniela que las autoridades de Ontinyent y comarca habían hecho estaba premiada. Un pleno al 15.