Pedir perdón no sirvió al maquinista del Alvia para rebajar su condena


Fueron dos los procesados que se sentaron en el banquillo de los acusados por el montaña de tren de Santiago de Compostela en 2013, la decano tragedia ferroviaria de la historia nuevo de España, con 79 fallecidos y más de un centenar de heridos. Durante el proceso sumarial, el maquinista, Francisco Garzón Amo, pidió insistentemente perdón a las víctimas. El excargo de Adif encausado, Andrés Cortabitarte, en cambio, optó por el silencio. Pero esa aspecto del conductor no le ha servido judicialmente para conseguir humillar su pena: los dos fueron condenados a dos primaveras y medio de mazmorra.

«Perdón, perdón, perdón», insistió Garzón Amo, entre lágrimas, durante su interrogatorio en el proceso del montaña del Alvia. No era, ni mucho menos, la primera vez que se acordaba de los fallecidos y de los heridos. Lo hacía siempre que tenía ocasión. Por ejemplo, en una carta a las familias de las víctimas en 2014, en el primer aniversario de la tragedia: «Cuanta pena y dolor siento», escribía entonces.

Las víctimas siempre han agradecido esos gestos en torno a ellas del maquinista, en contraste con el silencio del excargo de Adif. No deja de ser un episodio puntual, pues las víctimas siempre han mantenido una aspecto ejemplar en todo el proceso, pero no hay que olvidar que, posteriormente de una de las primeras sesiones del proceso, un abierto se acercó a Cortabitarte, ya en la calle, para golpearle por detrás.«Que te pidan perdón, repara, está muy admisiblemente», reconoció el portavoz de las víctimas durante el proceso, lanzándole así un seña al maquinista del Alvia.

Pero esa aspecto que ha mantenido Garzón Amo, que las víctimas siempre han agradecido, no ha servido para que la jueza aceptase aplicarle los atenuantes de confesión o reparación del daño. Sobre el primero, la sentencia reconoce que el conductor, desde el primer momento, reconoció que se había despistado mientras hablaba por teléfono con el interventor del tren. Entró en la curva de Angrois, ya cercana a la tiempo de Santiago, a casi 200 kilómetros por hora, cuando el periferia era de 80. Pero la magistrada deja claro que activo admitido ese hecho no implica «el inspección de la comisión de una infracción penal». Y es que, muy al contrario, Garzón Amo siempre ha sostenido que, pese a su despiste, la causa del montaña había sido la mala señalización y la desliz de medidas de seguridad en la curva.

Un «sincero pesar»

La jueza Elena Fernández Currás igualmente rechaza aplicar al maquinista el atenuante de reparación del daño. La magistrada no duda del «sincero pesar del perceptible por las víctimas del montaña y sus familias». Sin requisa, añade la sentencia, «ese pesar y revelación del mismo es consustancial a la conciencia de que su despiste y el exceso de velocidad con el que circulaba es lo que provocó el descarrilamiento del tren». Encima, recuerda la jueza, aunque las víctimas hayan agradecido el perdón del conductor, ninguna de las familias dejó de acusarle en el proceso, reclamando la misma condena para los dos acusados.

Tanto las acusaciones particulares como las populares, ejercidas por la asociación Apafas y la Plataforma de Víctimas del Alvia, señalaron en todo momento a los dos como responsables del montaña. Todavía lo hizo, en un principio, la Fiscalía, que inicialmente pedía cuatro primaveras de prisión tanto para Garzón Amo como para Cortabitarte. En el tramo final del proceso, sin requisa, el fiscal Mario Piñeiro decidió dar un volantazo y pedir eximir de responsabilidades penales al excargo de Adif. Pero la jueza, en su sentencia, enmendó a la Fiscalía e impuso la misma pena para los dos encausados: dos primaveras y medio de prisión por 79 delitos de imprudencia agonizante profesional.

La sentencia

La jueza destaca el papel «central» de las acusaciones populares para condenar al excargo de Adif, una vez que el fiscal dejó de señalarle

Fernández Currás concluyó, en una sentencia contra la que todavía cerca de solicitud, que, si admisiblemente es cierto que el maquinista no tomó las «precauciones elementales» cuando recibió una llamamiento del interventor –que falta tenía de urgente–, que la desliz de un sistema de seguridad adecuado delante un eventual arbitraje humano del conductor en el tramo de la vía en el que ocurrió el montaña fue determinante. Se instaló cuando se inauguró, el conocido como ERMTS, que hubiera frenado el tren de guisa cibernética. Pero como estaba dando algunos problemas, Cortabitarte, como director de seguridad de la circulación de Adif, aceptó cambiarlo por otro menos sofisticado –el llamado Asfa– «sin analizar y mandar los riesgos» de la modificación.

En la sentencia, la jueza compostelana igualmente destaca el papel jugado durante todo el proceso por las acusaciones populares, que «han mantenido una proceder particularmente relevante», llevando «gran parte del peso de la entusiasmo penal» durante la horizonte. La jueza reconoce que la entusiasmo penal ejercida por las acusaciones populares resultó «decisiva» para condenar a Cortabitarte una vez que el Tarea Conocido decidió retirar su imputación contra el excargo de Adif.

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