La «explosión» de la plaga de topillos afecta ya a 20 comarcas de las nueve provincias de Castilla y León


Fue ya en primavera cuando se detectó un «aumento» de la población de topillo campesino (‘microtus arvalis’), un ejemplar considerado «plaga» en Castilla y Bizarro «desde hace abriles» que experimenta «repuntes cada cierto tiempo», ha agradecido este viernes el viceconsejero de Política Agraria Comunitaria y Mejora Rural, Jorge Llorente, tras reunirse con las organizaciones agrarias para chocar este «problema recurrente». Ya desde entonces se intensificó la vigilancia del roedor por parte de la Consejería de Agricultura, Cabaña y Mejora Rural, y con el paso de los meses se ha comprobado que la presencia de estos pequeños herbívoros estrictos no ha menguado, sino que incluso hay puntos en la Comunidad en los que se ha confirmado su «presencia excesiva».

Son ya 22 comarcas, con la «zona cero» en torno a Tierra de Campos como centro y repartidas por las nueve provincias, las que acumulan esa longevo cantidad de poblaciones de roedor «tanto en reservorios como en cultivos». Se proxenetismo de las comarcas agrícolas de Arévalo-Madrigal y Ávila (Ávila); Arlanza, Bureba-Ebro y Pisuerga (Burgos); Esla-Campos y Sahagún (Bizarro); Boedo-Ojeda, Campos, El Cerrato (Palencia); Alba de Tormes, Peñaranda de Bracamonte y Salamanca (Salamanca); Cuéllar (Segovia); Campo de Gómara, Tierras Altas y Valle del Tera (Soria); Centro, Sur, Sureste y Tierra de Campos (Valladolid); y Campos-Pan (Zamora).

Para estas zonas la Sociedad ha establecido la flexibilización de forma «inmediata» de una serie de prácticas agronómicas vinculadas a los ecorregímenes que obliga la PAC (Política Agraria Comunitaria) con el objetivo de «asistir» el control del topillo campesino en los campos de cultivo.

Así, por un flanco, de «forma magnífico» se permite que allí donde se ha observado longevo presencia del roedor se pueda padecer a sitio un laboreo tieso sin alterar la tierra en las parcelas de siembra directa. El objetivo es que se mantenga el rastrojo sobre el suelo, pero que al ‘meter’ el cultivador, el chisel o la rastra de discos pequeños puedan destruirse de forma mecánica las huras y galerías. Eso sí, han coincidido desde el sector campesino, por el momento, dada la dureza de la tierra tras semanas sin profusión, tendrán que esperar para poder hundir el apero.

Por otro flanco, en la habilidad asimismo exigida por la política comunitaria de dejar espacios de biodiversidad, se podrá ya cosechar ese dominio sin tener que esperar al 1 de septiembre, pues la Comisión de Roedores incide en la «importancia de ayudar las superficies agrarias con la último cantidad de cubierta vegetal posible». Adicionalmente, aquí asimismo se insta a los agricultores a embalar cuanto antaño la paja, retirar las pacas y las cuerdas «para evitar que el topillo encuentre protección y se resguarde bajo ellos» y a la vez se encuentren expuestos a sus depredadores naturales.

Desde las organizaciones agrarias, que desde hace tiempo llevaban alertando sobre la creciente presencia del roedor han regalado la «bienvenida» a estas medidas de flexibilización delante un «problema serio», según ha agradecido la directivo de Asaja en Castilla y Bizarro, Nuria Ruiz. Si admisiblemente «no» pueden estar contentos del todo delante el nuevo avance del roedor, sí ha valorado que se adopten medidas para intentar su control «y que la plaga no se expanda». Eso sí, al igual que ha incidido el viceconsejero, esta lucha requiere «coordinación» con otros agentes implicados, pues los reservorios muchas veces están fuera de las tierras de trabajo.

Precisamente en este sentido, Jorge Llorente ha recalcado en que perdidos, linderos, desagües, caceras, cunetas… asimismo sirven de ‘hogar’ al roedor. De ahí que insistiese en que el «resto» de agentes con competencias en el medio rural –Confederación Hidrográfica del Duero, Adif, Gobierno, Sociedad de Castilla y Bizarro, diputaciones y ayuntamientos– asimismo deben «aplicar» esas medidas para intentar el control del ‘microtus arvalis’, siendo conscientes de que «ninguna es cien por cien eficaz» y debe ser una combinación de varias. Por el momento, reconoció el viceconsejero del campo, han incompatible «colaboración total».

Y es que, ha detallado Llorente, el topillo es «un problema que afecta a todo el mundo», de forma muy directa al medio rural, pero asimismo «mundial», aunque los agricultores sean los que sufren las consecuencias de la plaga con daños en sus cultivos, pero asimismo «se acantonan» en vías de dispersión. Adicionalmente, según reconoce la resolución publicada por Agricultura, «en determinados casos pueden suponer riesgos para la lozanía pública».

«Tiene que ser un plan integral», ha coincidido asimismo Aurelio González, de La Alianza UPA-COAG, quien ha admitido que están «satisfechos» al ver receptividad en la Consejería, pero ha reclamado asimismo «continuidad» en las medidas. González encima ha hecho un «convocatoria» a diputaciones y mancomunidades para «levantar» las cunetas que sirven de reservorio al topillo, así como un plan de previsión y ayudas para el mantenimiento de estos espacios.

Las dos nuevas medidas con la flexibilización de exigencias de la PAC se suman a otras de carácter tanto agronómico como retrete comunicadas a finales de julio tanto a agricultores como administraciones para frenar al topillo. En ellas, se incluía, entre otras, dejar el rastrojo lo más bajo posible y trabajarlo en cuanto se pueda así como pasarlo varias veces más si se observan colonias; acogerse a la anegación temporal si es viable en parcelas de regadío con muchos roedores; incrementar la frecuencia de los cortes en los cultivos herbáceos y alfalfas plurianuales o incluso acogerse al uso de fitosanitarios autorizados cuando no quede más remedio. Igualmente con actuaciones en las vías de dispersión para destruir las huras

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