6 claves para conocer a Joaquín Sorolla, el maestro de la luz


El 10 de agosto de 1923 en fallecía en Cercedilla, Madrid, Joaquín Sorolla Bastida, pintor valenciano conocido como el músico de la luz. Murió a los 57 primaveras con los pinceles y paletas en la mano, víctima de un desnivel cerebrovascular mientras pintaba en su floresta. Repasamos la vida del comediante y la trascendencia de su obra.

Inicios

Sorolla quedó huérfano cuando tenía dos primaveras, al sucumbir sus padres por la terrible avenida de cólera de 1865, por lo que pasó a poblar en Valencia próximo a su hermana y sus tíos. Ya desde muy pollo expresó su inclinación por la pintura, por lo que en 1876 se matriculó en la Escuela de Artesanos de Valencia y luego en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia.

Viajes

Viajó a Roma y París donde comenzó a desarrollar un estilo personal, con una representación verdadera y sincera de lo conocido por sus fanales, aportando un particular sentimiento, en una manifestación de lo que él consideraba que debía ser el arte. Más tarde se instaló en Madrid donde formó su propia comunidad.

Proyección internacional

En 1895 el Museo de Luxemburgo le abre las puertas del arte internacional, al cazar su cuadro ‘La envés de la pesca’. Asimismo presentó 6 obras en la Exposición Universal de 1900 en París. Sorolla se centró en la luz, en el color y en su percepción de la naturaleza. En 1906 presenta su primera exposición individual en la prestigiosa corredor parisina George Petit, seguidamente expondría en Londres y en Nueva York.

Visión de España

Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society, le encarga en 1911 unas pinturas para una nueva corredor, realizando así catorce murales dedicados a las Regiones de España, de tres metros y medio de suspensión por setenta metros de liberal, representando escenas características de diversas provincias españolas.

Valencia

El pintor basó gran parte de su obra a orillas del Mediterráneo, retratando la sociedad de la época bajo el sol, el trabajo de los pescadores, con pinturas llenas de luz y vigor, dando lado a algunos de sus cuadros más conocidos, como ‘Paseo a orillas del mar’, ‘El baño del heroína’ o ‘El Balandrito’.

Su estilo

Etiquetado interiormente del impresionismo, postimpresionismo y luminismo, se caracterizó por advertir la belleza, representar de una guisa inigualable la luz, rompiendo con todo convencionalismo. Su objetivo siempre fue crear una pintura franca, que interpretase la naturaleza con su decano fidelidad.

Eva Amaral

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