desde pintadas nazis al Cristo de los Faroles a un cóctel molotov en San Miguel


El patrimonio religioso ha estado siempre en la mira del vandalismo callejero. Admisiblemente es cierto que la caudal cordobesa ha sufrido atentados puntuales y que no han afectado de forma arduo a los riqueza dañados, aunque este tipo de actos se repiten con cierta recurrencia.

El extremo ha afectado al retablo cerámico del Resucitado que se encuentra en la plaza del Conde de Priego. El altar, situado frente a la iglesia de Santa Escuadra sobre la frente septentrional del antiguo convento de Santa Isabel, ha sufrido daños en uno de sus azulejos.

Uno de los atentados que más conmocionó a la opinión pública fue el que se perpetró en 2002 contra el icónico Cristo de los Faroles, que amaneció con pintadasnazis. En 2013, de nuevo, fue dañado: esa vez, uno de sus faroles amaneció doblado por el peso de una persona que se colgó de él durante la celebración de las Cruces de Mayo de aquel año.

Otro símbolo religioso profanado en 2013 fue la estatua del Prelado Osio, pintada con simbología carca, al igual que un gran número de templos históricos y centros religiosos (entre 2015 y 2019), como Santa Vencimiento, San Lorenzo, San Pedro, los Trinitarios o la Trinidad o San Pedro, con frases contra la iglesia o insultos. Igualmente el ‘morabito’ de Colón sufrió hace primaveras la ira de los vándalos, con esvásticas y otros símbolos xenófobos.

El corro escultórico de Juan de Mesa y la estatua del Padre Gómez Aguilar han sido atacados con grafitis en repetidas ocasiones y en 2019, la estatua del Padre Cosme fue el objeto de un atentado que fue más allá de las simples pintadas: le arrancaron el oso de peluche que portaba la pupila que acompaña al religioso del siglo XVII en este monumento.

Inmediato a Bodegas Campos, el retablo de San Rafael, altar de calle cuya autoría se atribuye a Antonio María de Monroy (1762-1823), ha sufrido incluso numerosos actos vandálicos a lo desprendido de los primaveras, y en el capítulo de daños en jerarquía de tentativa destaca el intento de de incendio, mediante una botella llena de claro inflamable, que sufrió la Parroquia de San Miguel a principios de 2018.

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