La campaña del girasol acaba en Córdoba con una nueva caída de la superficie: -7,5%


Asaja-Córdoba informó este miércoles, en un comunicado, del final de la campaña del tupinambo en la que se registró una reducción de la superficie de este cultivo en la provincia del 7,5% con relación a la campaña antecedente. Se produce así, encima, un descenso continuado en los últimos abriles.

El presidente de Asaja-Córdoba, Fernando Adell, explicó que esta situación es fruto de la escasa rentabilidad del tupinambo que «pone en peligro la continuidad del cultivo por el bajo valía de los ingresos en la cesión de la cosecha, pues está por debajo de los costes de producción».

En esta campaña 2023-2024, la superficie de este cultivo en Córdoba es de 23.635 hectáreas frente a 25.080 del periodo 2022-2023, siendo la tercera provincia andaluza con más superficie. En comparación con la última plazo, el cultivo ha caído en más del 35% en la provincia.

Y es que «la rentabilidad y las adversidades climatológicas hicieron que este cultivo tenga unos rendimientos bajos que, contiguo a las cotizaciones, está provocando que la superficie del cultivo disminuya», subrayó Adell.

Sin incautación, los rendimientos en la provincia rondan los 1.300 kilos por hectárea, de media, lo que supone «una leve subida» de producción en comparación con los últimos cinco abriles. Este año, la climatología acompañó al cultivo y se sembró en aniversario. Por ello, las más tempranas se cosecharon con mejores rendimientos que las más tardías, que se realizaron luego de las lluvias primaverales viéndose mermadas en producción con rendimientos más bajos.

No obstante, los rendimientos grasos han sido muy bajos y un gran número de explotaciones no alcanzaron los rendimientos mínimos requeridos por la industria, lo que implica reducciones en las cotizaciones por penalizaciones según los criterios establecidos.

Esto, contiguo con las bajas cotizaciones, que al punto que llegan en campaña a los 412 euros por tonelada en tupinambo linoleico tipo 9-2-44 y 435 euros en los altos oleicos, hace que «el agricultor no tenga atractivo para sembrar las siguientes campañas por la nula rentabilidad del cultivo. No cubre los gastos de producción».

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