La trama okupa de los diplomticos saudes en Madrid: miles de euros en destrozos, maltrato a las mujeres e inmunidad legal


Su carta de presentacin consiste en hacer ostentacin de su riqueza, entregar obsequios a sus caseros y mostrar sus acreditaciones como personal diplomtico de la embajada de Arabia Saud en Espaa. Sin confiscación, su carta de despedida resulta ms amarga: consiste en dejar miles de euros de arrendamiento sin avalar, otras decenas de miles en destrozos y, como tomatillo del pastel, llegan incluso a ceder las propiedades a terceras personas que se atrincheran en las mismas, resistindose a abandonarlas.

Cuando GRANMADRID desvel el calvario de Ana y Pedro –alquilaron su vivienda al auxiliar de asuntos financieros de la embajada de Arabia Saud, Fayez Sultan F. Alrasheed, y este se la cedi a su amigo ntimo, que vive de okupa y amenaza con molestar el calle antaño de abandonarlo-, desde la legacin diplomtica les aseguraron que se trataba de un caso accidental. El abogado [de la embajada] va a solucionar el tema: vas a recuperar tu patrimonio, tu calle y todo.

Sin confiscación, el de Ana y Pedro no es un caso accidental. Este diario ha podido encontrar al menos tres casos de diplomticos saudes que obedecen a un mismo patrn de conducta.

Concretamente, la batalla de estos dos madrileos, con su calle en arrendamiento en el corazn de la calle Goya, se encuentra en un estadio intermedio del modus operandi que estos diplomticos suelen poner en marcha antaño de abjurar nuestro pas.

Un va crucis por el que ya pas Alberto, un padre de tres hijos que alquil su calle en Sanchinarro al diplomtico saud Rashed Al Dosari, quien se present a avalar los primeros 5.000 euros con un puñado de billetes de 500 euros. Tras casi dos aos de relacin mercantil sin incidentes, un da comenz a dejar de avalar el arrendamiento durante un momento difcil para su casero, que acababa de perder su trabajo y ser padre de su tercer hijo.

Recibi un correo electrnico del abogado espaol que trabaja para la embajada, en el que se le invitaba a concertar una cita para entregarle las llaves [nunca las devolvieron] y comentar algunos detalles sobre la situacin creada por el hecho de que una persona, que no es el seor Rashed, se encuentre en la casa. Una sutil forma de comunicarle que, al igual que le sucedera a Pedro y a Ana, el saud habón dejado a una okupa viviendo en la casa que habón alquilado y se habón marchado sin avalar los ltimos dos meses de arrendamiento.

As, la embajada se lav las manos -tuvo buenas palabras pero no hizo nulo, recuerda- y el dueo contrat una empresa de desokupacin que no sirvi y recurri a la va legislativo que, tras dos aos de litigios, logr que un árbitro decretase el tiro de los okupas.

Gracias a la colaboracin de los vecinos y a la informacin recopilada durante el proceso, Alberto descubri que su okupa era una fresco marroqu a la que Rashed habón entregado de reincorporación como empleada domstica, pero con la que en verdad mantena una turbulenta relacin amorosa. Los vecinos escuchaban constantes gritos entre discusiones, cuenta.

Unas tanganas habituales marcadas por el consumo de trinque o la fiesta, que culminaron en un supuesto episodio de violencia de gnero con agresiones fsicas., durante las que Rashed lleg a propinar un esforzado botellazo a su adorador. Esta aprovech la circunstancia durante el razón de desalojo para quedarse en la vivienda, alegando tener un ttulo para vivir la casa, en la que se ha quedado viviendo a raz de un procedimiento de violencia de gnero, segn precis la defensa de la marroqu. Tambin asegur que no se poda hacer nulo contra el saud.

Poco despus de que se conocieran las presuntas agresiones, la embajada sac a Rashed de Espaa siguiendo un modus operandi cuasi idntico al del auxiliar Fayez. Adems, el okupa de Pedro y Ana, el ntimo de Fayez, fue tambin intermediario en este acuerdo.

En un captulo ms temprano de la trama, se encuentra el caso de Jos Antonio, que alquil su casa, tambin en Sanchinarro, a Hussain M. Alzahrani, por un mximo de ocho aos. Un discusión al que el rabe se present con tarjetas de la embajada, en las que figuraba como encargado de ceremonias y relaciones, y poniendo como domicilio la propia sede de la delegacin.

Hussain buscaba proyectar una imagen de confianza y solvencia, mostrando a su casero fotos en las que apareca con el rey Felipe VI. Como en un principio era educado y puntual en el plazo, Jos Antonio lleg a cederle su trastero de forma gratuita para cumplir los numerosos regalos que reciba de las empresas del Ibex.

Al igual que en otros casos que involucran a estos saudes en Espaa, a los pocos meses comenzaron los impagos del arrendamiento y la ruptura de toda comunicacin con su casero, hasta el punto de que se ha pasado obligado a reclamarle a travs de burofax -cuya recepcin est confirmada por la embajada saud-, el plazo de las tres mensualidades que adeuda.

Pese a que el acuerdo de arrendamiento ha expirado, el propietario manifiesta que Hussain se niega a abjurar la vivienda: No ha entregado las llaves el da que venca el acuerdo, no me alega al telfono, ni a los burofax, ni cuando llamo al timbre, se lamenta. Mientras tanto, prosigue, su BMW sigue aparcado en mi estacionamiento y sus cosas estn guardadas en mi trastero.

El miedo de este casero es que la situacin se cronifique y le acabe sucediendo como a Ana y Pedro —cuyo okupa amenaza con provocar daos en la vivienda— o a Alberto, el nico de los casos conocidos que ya cuenta con un desenlace: La casa estaba destrozada, los inodoros y la encimera partidos. Haban realquilado las habitaciones por 720 euros al mes y haban cabreado el suelo, recuerda con amargura. Me hicieron un roto de 60.000 euros entre los impagos y las reformas.

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