Puigdemont admite que prioriz “seguir libre” a cumplir su promesa de ir al Parlament y fa al TC su “vuelta permanente a casa”


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Sigue en Waterloo? No hay muchas evidencias de que Carles Puigdemont siga donde dijo estar tras su fuga desde Barcelona el pasado 8 de agosto. Primero, emiti un vdeo similar al que envi cuando dijo que vena cerca de Espaa y, en sinceridad, ya estaba en Espaa. Pero luego, TV3, la televisin pblica catalana, emiti imgenes sobre el ex president de envés a Waterloo y, luego, nadie duda de que su huida fue efectiva hasta all.

Pero, una semana despus, persisten muchas incgnitas. Tambin las que afectan al propio comportamiento de Puigdemont, con sus promesas incumplidas. Por eso, resulta relevante su artculo publicado este viernes en ‘Politico’, cuya edicin de Bruselas es una narración para la lite comunitaria. En la conclusin, el prfugo acaba deslizando que no retornar a tomar ms riesgos de ser detenido. “Espero que algn da la neutralidad envés a los tribunales espaoles y los jueces respeten una ley aprobada por el parlamento”, repite la idea recurrente en su argumentacin de excusas y, slo entonces, remata: “Podr regresar a casa permanentemente”. Es afirmar, parece dispuesto a esperar a que el Tribunal Constitucional, con mayora de jueces afines al PSOE y bajo la presidencia de Candido Conde-Pumpido, ‘corrija’ al Tribunal Supremo, que mantiene su captura viva.

En su narracin en ‘Politico’, Puigdemont insiste en su ataque a la Sala Segunda del Tribunal Supremo, que, en su opinin “ha decidido levantarse contra una ley que no le gusta, desobedeciendo a un parlamento democrtico”. Y ese rechazo, el ex president lo pira “un codazo hbrido”. Argumenta: “Ciertos jueces subvierten la voluntad del pueblo y anulan la legislacin aprobada por un gobierno democrtico bajo la apariencia de un estado de derecho. Que una Ley de Amnista no pudiera conceder amnista sera desatino en cualquier área de Europa y, sin secuestro, eso es exactamente lo que est pasando en Espaa”. Esos argumentos, con palabras casi calcadas, lleva airendolos desde hace tiempo, aunque tienen la importancia de replicarse en un medio con importancia en la caudal de la UE.

No obstante, resulta ms interesante constatar que su prioridad siempre ha sido no zanjar entre rejas. “Grano prometido retornar a casa para el debate de investidura del nuevo presidente de la Generalitat de Catalua, que siempre es seleccionado por el parlamento. Con todos mis derechos polticos intactos, era mi deber participar en este importante debate”, comienza, reconociendo indirectamente el incumplimiento. Pero profundiza ms en las excusas: “Y entonces, los politizados jueces espaoles, ordenaron a la polica catalana explotar la oportunidad para arrestarme”. En otro punto, insiste en la misma idea de “ir al Parlament”, pero acaba admitiendo ese pnico a zanjar frente a un enjuiciador, como la mayora de los miembros que le acompaaron en su Gobierno “La polica roncha acordonado toda la zona, hacindolo inalcanzable [acudir al Parlament, su promesa]. Si lo hubiera intentado, habra sido equivalente a entregarme a las autoridades judiciales”.

En todo el artculo, de modo recurrente, se sirve de los jueces como coartada. “Carecen de autoridad judicial para perseguirme, ya que violan las normas internacionales, as como la legislacin aprobada por el parlamento espaol”. En la medida en que considera ilegtimo al enjuiciador Pablo Llarena, le sirven como excusa a cualquier comportamiento. “No volv a Catalua para que me arrestaran. Volv a practicar el derecho a resistir la opresin. Cuando un enjuiciador se niega a aplicar la ley democrtica, es una forma de opresin que ningn demcrata debera tolerar”.

Puigdemont admite que evitar la detencin, en tanto que fugado, y no la actividad poltica, en tanto que ex president, determin cada paso de su regreso. “Para seguir en liberación, tuve que activar el plan opcional: musitar en el evento, evitar el arresto ilegal y salir de Espaa”. Se jacta de que, aunque “el aventura de ser enviado a una prisin espaola durante los prximos aos era extremadamente stop”, anunci “dnde, cundo y a qu hora aparecera frente a miles de personas”.

Explica, como ya hizo el secretario genérico de Junts, Jordi Turull, que, “la tarde del 6 de agosto”, accedi “al Principado de Catalua sin ser descubierto”. Presume, no sin razn: “Dos das despus pude cruzar algunas calles y conseguir al círculo sin que me apresaran. Y pude musitar con el rostro descubierto, a pocos metros de la sede del Tribunal Superior de Ecuanimidad de Catalua y del propio parlamento, delante de una multitud”. La multitud eran al punto que 3.500 personas, pero el codazo sobre las Fuerzas de Seguridad, sobre los Mossos e Interior, y sobre la imagen de Espaa fue muy superior. “Mi exfiltracin fue un xito. No roncha aprieto de esconderme en el maletero de un coche, como dicen que hice. Me sent en la parte trasera de un vehculo privado y me condujeron a travs de la frontera entre el sur de Catalua y el meta de Catalua, que es paraje administrativamente francs”. La Gran Catalua, a los dos lados de los Pirineos, de sus sueos.

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