El satélite vasco LUR-1 inicia su misión espacial


Dos botellas de champán y 11 copas, “aunque esta sombra sólo seremos nueve”, dice una miembro del equipo. No están nerviosos, o adecuadamente ofrecen una tranquilidad muy adecuadamente fingida. AVS (Added Value Solutions) tendrá esta misma medianoche su primer mandado, LUR-1, en campo, “concebido, diseñado y montado” por primera vez en sus instalaciones, lo que lo convierte además en el primer mandado vasco en hacerlo. La encargada de colocarlo a la cima deseada (515 km sobre la superficie de la Tierra) será SpaceX como una parte de su cometido Transporter 11, que funciona, efectivamente, de transporte de varias decenas de juguetitos espaciales que irá soltando durante su reconvención.

Los detalles técnicos los ha explicado en presencia de los medios el director de la cometido y líder de la sección de microsatélites de AVS, Rainer Díaz de Cerio: “Hemos tenido muchos pasos críticos hasta ahora. Posteriormente de todo lo que hemos pasado, estamos acostumbrados”, dice con respecto a los nerviosismo, que se presuponen lógicos por entrar en la historia de la ciencia vasca.

Una vez diseñado LUR-1 un equipo lo trasladó a la pulvínulo de la Fuerza Espacial de Estados Unidos en Vandenberg, en California, para colocarlo en el propio cohete. Desde entonces aguardan al dispersión frente a los monitores de la sala de mandos de AVS en Miñano (Álava) donde se comunicarán con el artefacto.

¿Cuál es el objetivo de la cometido?

El objeto secreto de la cometido es capturar imágenes de ingreso resolución de la Tierra. LUR-1 tiene una cámara multiespectral con la que puede crear imágenes con píxeles de 1,5 metros. “Las imágenes que dispone ahora mismo en hendido la Comisión europea son de 10 metros por pixel. Con ellas no puedes distinguir un árbol individual o un coche. Con nuestra cámara podemos contar coches en un aparcamiento o distinguir qué se ha plantado en explotaciones agrarias pequeñas”, explica Díaz de Cerio. Estas fotos se venden a clientes, por el momento centros de investigación del País Vasco, con las que podrán “monitorizar la diámetro de costa, los deltas de los ríos, las embarcaciones, bosques o cultivos”.

Otro punto de mayor interés para AVS es, por fin, tener su propio “cacharro” en el espacio para “envidiar” con él: LUR-1 incorpora una serie de tecnologías que por primera vez pueden probar en campo. No es lo mismo, reconoce el director de la cometido, “demostrar que funcione en la Tierra que en el espacio”. El microsatélite de 57 kilos dispone, por ejemplo, de un examen de comunicaciones cuánticas, QDK, con el que es más difícil interceptar y hackear los mensajes. Una de esas pruebas secreto para la empresa.

Cinco abriles de cometido

La cometido empieza hoy y durará 5 abriles. Transcurrido ese tiempo, LUR-1 no será uno más entre los cacharros que conforman la basura espacial, si no que podrán utilizar un mandado de servicio para que se acople a él y precipitarlo contra la entorno, donde se desintegrará sin más consecuencias para la Tierra. La Agencia Espacial Europea va a hacer, en este sentido, los primeros test de engranaje nunca hechos en el continente con el LUR-1.

Pero eso será adentro de un quinquenio si todo va adecuadamente. Por el momento son meros espectadores, ya que el cohete corre a cargo de la empresa de Elon Musk. Aproximadamente una hora y 20 minutos posteriormente del dispersión (según la diámetro temporal aproximada que ofrece SpaceX), LUR-1 se apeará y en Miñano esperarán a percibir la primera telemetría, los primeros datos (temperatura, voltaje, etc.). Entonces descorcharán el champán, para celebrar, por otra parte, el 18 cumpleaños de la empresa.

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