El fuego que arrasó más de 15.000 hectáreas el año pasado en la isla de Tenerife estuvo a punto todavía de destruir con sus viñedos; parras antiguas, históricas en muchos casos, que se quedaron muy cerca del incendio. Esto provocó que se perdiera gran parte de la producción. Pero en la bodega ‘Piedra Fluida’ de Tenerife decidieron hacer de la privación una virtud y se propusieron crear un morapio que hablara de lo que había ocurrido en sus viñedos ese año. Así nace ‘Magec’, un morapio en cuya nota de cata se puede descubrir “Caldo tinto, muy fresco pero con estructura, con aromas muy marcados a fruta roja”.
El 15 de agosto de 2023 comenzó en la isla de Tenerife un incendio que ya está catalogado como el más peligroso y más prolongado que han sufrido las islas Canarias en su historia nuevo. Las llamas afectaron a más de 15.000 hectáreas de monte, bajo monte, pinar pero todavía muchas fincas del ideal y del sur de la isla, la mayoría de viñedos. Muchos de ellos se quemaron pero el fuego y el humo todavía perjudicó gran parte de la cosecha de muchas bodegas de la zona que en esa época estaban a punto de vendimiar. Es lo que le ocurrió a la bodega Piedra Fluida.
“Cuando la uva estaba para vendimiar, el fuego no nos permitió ceder a la finca. Pudimos hacerlo semanas a posteriori, pero cuando quisimos elaborar el morapio en nuestra bodega de La Orotava, el peligro estaba en esa zona y no podíamos advenir por seguridad. Perdimos casi toda la cosecha”, nos cuenta Sofía Monshower, una de las responsables de la bodega.
Así nació el morapio
Cuando Sofía se dio cuenta de hasta qué punto el fuego había afectado a la cosecha de uva del año pasado decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. “Gran parte de nuestra uva de los viñedos del ideal de Tenerife ubicados entre Santa Úrsula y Tacoronte estaba afectada por lo que se conoce como “huella del humo”, un término más que identificado en lugares como California donde el “smoke taint”, su traducción al inglés, ha afectado en muchas ocasiones a los grandes viñedos americanos. Se pusieron en contacto con ellos que les recomendaron no usar esa uva para hacer morapio ya que por el sabor no valía la pena y perderían el tiempo, el trabajo y la producción.
Así que decidieron usar la uva de la variedad “listán infeliz” que no estaba afectada y mezclarla con la variedad “listán blanco”. “A pesar de mezclar al 50 % uno y otro tipos de uva, blanca y tinta, Magec es un morapio tinto. Se tráfico de un morapio muy fresco y muy apetecible para verano”, añade Sofía.
“Adicionalmente de poder disfrutar parte de la cosecha, este morapio nos permite poder contar parte de la historia de nuestro viñedo en el extremo año, que es uno de nuestros objetivos cuando decidimos recuperar viñedos antiguos”, asegura.
Desde que comenzaron a elaborar vinos en 2018 su idea ha sido siempre recuperar parte de la historia, por eso se dedican a recuperar viñedos antiguos y con historia. “Por ejemplo ahora nos estamos centrando en recuperar un sistema muy antiguo de conducción de las parras que se fogosidad “parra tradicional” que es único en el mundo y que consiste en permitir que la viñedo crezca por donde quiere, de modo que se obtiene una parra de un medida de prestigio pero que crece horizontalmente hasta más de diez metros”.
Muchos agricultores están abandonando este sistema porque supone mucho más trabajo ya que requiere estar intimidado para la casa recoleta de la uva. “Es una pena que se pierda poco con tanta historia, similar al “cordón trenzado”, por eso nos hemos empeñado en que nuestros vinos deben tener sabor pero todavía historia”, reconoce Sofía
De ahí la historia de Magec, un morapio con una producción de unas 8.000 botellas que nació del fuego pero que podría convertirse en una más de las referencias de esta bodega tan comprometida con el tradición.
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