Un niño salvado por un albañil


Si en las redes sociales hubiese una ley compensatoria, un sinnúmero de los mensajes lanzados hoy estarían dando cuenta alborozados de la buena movimiento protagonizada en Alicante, por un novato de 29 primaveras, albañil de profesión, que no dudó en hacer un peligroso itinerario por la parte foráneo de los balcones situados en la segunda planta de un edificio de la hacienda alicantina, con el propósito –felizmente conseguido—de evitar que un chaval de seis primaveras, que se había puesto a horcajadas sobre la comulgatorio del azotea de la vivienda normal, hubiese donado con sus huesos en la calle.

La crónica del suceso da cuenta de la rápida valentía de un novato trabajador de la construcción, que trabajaba en una vivienda próxima, y que, al escuchar los gritos, unos de angustia y todos demandando ayuda, de quienes veían el peligro, sin dudarlo se puso de inmediato en movimiento. Llegado a este punto conviene añadir que el novato albañil –profesión que tiene miles de plazas sin establecerse por el demostrado desinterés de los demandantes de empleo – es brasileño de arranque.

El suceso de Alicante ocurría el mismo día en que recibían cristiana sepultura los restos de Mateo, ese inmaduro de merienda primaveras muerto el domingo en la villa de Mocejón a manos de un novato paisano, parece ser que alguna solemne dolencia mental. Algunos indeseables, guiados por los más espurios y execrables propósitos desestabilizadores de nuestra convivencia, lanzaron a las pocas horas de esta violenta asesinato el infundio de que «un moro» era el autor del crimen de Mateo.

En este caso, el contagio con que se suele compartir con la máxima necesidad toda clase de mensajes, sin reparar en su verdad, no tuvo el impresión de una maldita pandemia, pero el peligro, una vez más, había sido concitado por espurios intereses que, por suerte, no lograron viejo audiencia.

El Gobierno de Sánchez sigue de receso en la isla canaria de Lanzarote, archipiélago que se ha convertido para los negreros del siglo XXI en la puerta de entrada de unos esclavos a los que «liberan» dejándoles a su suerte en alguna de sus islas, que hace tiempo han trillado sobrepasadas sus capacidades y medios para atender a tantos miles como los allí llegados, más de dieciséis mil en los ocho primeros meses de este año.

Quienes critican, con razón sobrada, la pésima papeleo gubernativo del problema de la inmigración, mal harán si se creen capaces de darle opción solamente con la fórmula de mensajes xenófobos que, tal como se ha trillado en muchos casos, están trufadas de falsedades manipuladoras que sólo alimentan y alientan crispación. Mejor haría el equipo formado por el ministro Óscar Puente, dedicado a rastrear en los medios de comunicación aquellos mensajes que resultan hirientes, insultantes o molestos para el rey de las averías ferroviarias, que se dedicasen a acechar la paternidad de los mensajes hostiles para inmigrantes. Y aún con viejo celo aquellos dedicados a los infundios.

El novato que salvó la vida del inmaduro alicantino se apasionamiento Felipe David. Es brasileño. Estas líneas son de agradecimiento por su rápida y decidida movimiento.

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