Tailandia detiene a siete emigrantes de Bangladesh camuflados como monjes budistas


El Islam permite disimular la fe en caso de peligro mortal, pero siete emigrantes de Bangladesh han ido un paso más allá. En realidad, miles de pasos, desde que han atravesado Tailandia en sandalias de norte a sur, haciéndose pasar por monjes budistas. Su objetivo, frustrado el pasado sábado, era llegar a la frontera con Malasia.

Estos siete hombres, tonsurados y cubiertos con una sencilla túnica naranja, fueron interceptados casi al final de su viaje, en la provincia sureña de Songhkla, donde un tercio de la población es musulmana.

En el extremo sur de Tailandia existe un conflicto armado con grupos secesionistas de etnia malaya y religión islámica, que ha provocado miles de muertos en los últimos veinte años. Esta situación provoca controles de seguridad mucho más estrictos que en el resto del reino.

Sin embargo, oficialmente, los falsos monjes habrían sido detectados por un ciudadano anónimo. Habría sospechado, no por el porte de la túnica naranja -sorprendentemente desgastada- sino por las bolsas de viaje que llevaban, cuando los monjes budistas no tienen posesiones. Asimismo, aunque se habían rapado la cabeza, parece que algo en su comportamiento los delataba, más allá de sus rasgos y lenguaje.

El grupo de bangladesíes después de quitarse la túnica y ponerse sus hábitos seculares.

El grupo de bangladesíes después de quitarse la túnica y ponerse sus hábitos seculares.

Matichón

La denuncia llevó a la policía a abrir sus bolsos y descubrir que contenían ropa de calle, que supuestamente se iban a poner para entrar ilegalmente en Malasia.

Después de descubrir que no podían documentar ni demostrar su condición de monjes, la policía los llevó a Wat Khok Saman Khun, el templo del dragón en Hat Yai, la ciudad más grande de la provincia. Después de despojarse del hábito y renunciar a su inexistente vida monástica, el grupo fue llevado a un calabozo hasta su próxima deportación a Bangladesh.

Rutas de inmigración

Cruzaron Birmania antes de cruzar Tailandia con destino a Malasia.

Según la policía, los inmigrantes entraron en Tailandia de forma irregular a través de Mae Sot, en el noroeste del país, que es también punto de tránsito para muchos birmanos indocumentados. Se desconoce cómo cruzaron de Bangladesh a Birmania, supuestamente sin ser detectados, aunque en ese país hay cientos de miles de personas de origen bengalí.

Allí, quienes llevan décadas asentados en la provincia fronteriza de Arracán se autodenominan rohingya, aunque para la junta militar siguen siendo bengalíes y para las 135 etnias indígenas de Birmania nunca han dejado de ser “kalas”, gente morena.

Lo cierto es que en Birmania no era necesario llevar ninguna túnica budista, que allí también es carmesí, en lugar de azafrán (como en Tailandia, Sri Lanka, Vietnam, Camboya o Laos).

El camuflaje de los bangladesíes, de los que sólo se ha revelado el nombre de quien hizo de guía, ha dejado atónitos a los tailandeses. El clero budista es objeto de especial respeto en Tailandia y el moderno horizonte de Bangkok, por ejemplo, tiene asientos reservados para ancianos, discapacitados, mujeres embarazadas… y monjes.

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