Horror en el parque de la mezquita de la M-30: reyertas, indigencia y basura


De césped desaseado y árboles desaliñados. De bisutería permuta entre la hierba y andrajos entre las ramas. A los laterales, harapos en cajas de cartón. Y cajetillas y pastillas. Hasta muñecos, desarrapados. Ventiladores y cuadros, sin valencia alguno, arrojados, visibles entre las hojas. Todo un mercadillo –zapatillas, prendas de ropa, bolsos– desparramado por el parque Salvador de Madariaga, en el distrito de Ciudad Rectilíneo, a la consideración de la pasarela peatonal sobre la M-30 que conecta la mencionada zona ajardinada con el parque de las Avenidas.

Basura amontonada y abandonada desde, posiblemente, hace meses. Y una tienda de campaña, sobre un pequeño trozo de tierra, cubierta de plástico duro transparente, amarrada a un tronco con trozos de tela anudados entre sí.

Desde hace primaveras, el parque Salvador de Madariaga, entre el tanatorio y la mezquita de la M-30, da que balbucir. Aunque es una zona que «nunca ha sido especialmente cuidada», según cuentan los residentes, la situación empeoró hace unos siete primaveras. El espacio sabido es, desde entonces, instalación de indigentes. «Ha ido degenerando en los últimos primaveras. Aquí han llegado a instalarse hasta una docena de personas sin hogar», expresa un vecino de la zona.

En estos momentos, tan sólo un par de jóvenes se encuentran en lo que se supone que es el frontón del parque, cerca de las canchas de baloncesto, próximo al tanatorio y al huerto urbano, «foco de suciedad». La zona deportiva se halla descuidada, abandonada. Marginada, casi. Se atisba a los dos jóvenes fumando frente a lo que parece ser un tendedero improvisado sobre los alambres que delimitan el antiguo frontón con el resto del espacio recreativo. A sus espaldas, se divisa un colchón, cochambroso, rodeado de ropa, macutos y maletas.


Un chamizo de un mendigo de la zona adjunto a la pasarela que conecta el Salvador de Madariaga con el parque de las Avenidas


José Ramón Ladra

Se encuentran en el mismo chamizo campechano, de plástico cerúleo, donde el pasado domingo un encapuchado apuñaló a Mohamed E. T., un marroquí de 20 primaveras que pernoctaba –los hechos sucedieron rodeando de las seis de la mañana– adjunto a los ahora aquí presentes.

No es la primera vez que tiene motivo en Salvador de Madariaga un episodio como este. Hace tres primaveras, durante la alborada del 13 de junio de 2021, asesinaron, adjunto al templo religioso, a un argelino de 41 primaveras con una mostrador de hielo y algunas botellas. Entonces la Policía detuvo a dos compatriotas como presuntos autores del homicidio.

«El parque ha ido degenerando en los últimos primaveras. Aquí han llegado a instalarse una docena de personas sin hogar»

Y en 2011, un nigeriano de 35 primaveras, igualmente indigente, atacó con un bayoneta a tres policías nacionales que le pidieron la documentación. El hombre consiguió desarmar a dos de ellos y aclarar fuego. Encima de estos sangrientos sucesos, en 2017, el Cabildo de Madrid instaló un parking de uso provisional en las canchas de baloncesto del parque que originó una masa de gorrillas que, equipados con chalecos amarillos reflectantes, dirigían y controlaban la entrada y salida de vehículos a cualquier hora del día. Hasta que la implementación de la zona verde los echó a finales de 2021.

Estas reyertas, «y muchos otros conflictos más», las rememora María Jesús Peña, vicepresidenta de la asociación municipal de San Pascual, intramuros Blanco y la Alegría, que afirma que Salvador de Madariaga «sí es una zona conflictiva». Peña nació en el distrito, en uno de los primeros bloques construidos en la lapso de los 80 del intramuros de la Alegría. Ahora vive más próxima al parque. En conversación con este publicación, señala que la mencionada zona verde es «caótica».


Restos de basura de los mendigos que malviven en el parque


José Ramón Ladra

«A lo abundante de los primaveras hemos recibido multitud de quejas de residentes que ruegan un plan de función. Los vecinos no pueden utilizar el parque porque está completamente invadido por indigentes. El frontón parece un estercolero. Y en las pistas es irrealizable desafiar. Todo está muy degradado. Desde la asociación pedimos más pundonor y vigilancia, así como adecuar el parque para que cualquier ciudadano pueda disfrutarlo». Tras estas palabras, la madrileña evoca el pasado: «Antiguamente acudía con mis hijos al parque. Me sentaba rodeando de la cancha y los observaba desafiar. Ahora esta número es inviable. Los vecinos ya no se atreven a ir con sus hijos, prefieren quedarse en el parque Breogán o caminar hasta El Calero».

De hecho, hace dos primaveras, Decide Madrid, plataforma de décimo ciudadana, pidió el acondicionamiento y remodelación del parque, puesto que se proxenetismo de «un entorno del que las familias y amigos no pueden disfrutar adecuado a la inseguridad y suciedad que conlleva, trastorno de las instalaciones y poco mantenimiento».


Audiencia del espacio deportivo desde el tanatorio


José Ramón Ladra

Peña cuenta que una de las peores zonas del pequeño parque es la pasarela peatonal que se encuentra adjunto a la mezquita, donde yacen todos los enseres abandonados de indigentes pasados que aún no han sido recogidos. «No le tengo miedo al intramuros, pero evito acontecer por el parque. No cruzo la pasarela de la mezquita. Da igual que sea de día como de perplejidad».

Se podría aseverar que el pasadizo urbano transmite una especie de respeto. No sólo a Peña, igualmente a otros vecinos con los que este diario ha tenido la ocasión de balbucir. «Si voy con mis hijos o incluso si voy sola, prefiero coger otra ruta, cruzar por la avenida de Badajoz. No hay indigencia de cruzarlo», expresa una residente del intramuros. «Es peligroso», apunta Peña.

«A lo abundante de los primaveras hemos recibido multitud de quejas de residentes que rogan un plan de función»

Desde el propio Cabildo de Madrid explican a este publicación que «las diferentes áreas de Gobierno municipal están abordando las diversas peticiones vecinales para mejorar este parque del distrito de Ciudad Rectilíneo y su entorno». Encima, señalan que la Asociación municipal de Distrito ya ha activado un protocolo PSH (Personas Sin Hogar), en el que actúan de forma conjunta Policía Municipal, SAMUR Social, Madrid Salubridad y el SELUR, y que «se llevará a final de forma inminente».

Los viernes, mercadillo ilegal

Merodeando y preguntando por la zona, la vigilante de seguridad del tanatorio explica que los chavales, por regla militar, no suelen dar problemas: «Saben cuál es su sitio. No se meten con nadie. Si se origina alguna riña, es nada más entre ellos. A mí de vez en cuando vienen y me saludan. Encima, la Policía normalmente patrulla por aquí para preguntar. Si los tienen aquí es por poco».

Según fuentes municipales, agentes de la Comisaría Integral del distrito de Ciudad Rectilíneo ronda por este entorno «asiduamente». Asimismo, trabajan los Equipos de Calle del Dominio de Políticas Sociales, que hacen seguimiento de esa zona. Encima, se ha activado el servicio de mediación comunitaria del organismo municipal Madrid Salubridad.


Restos de basura de los mendigos que malviven en el parque


José Ramón Ladra

La trabajadora cuenta que cuando más movimiento hay son los viernes, cuando muchos de ellos, sobre todo magrebíes, se colocan frente a la mezquita y organizan un especie de mercadillo. «Pero no es un mercadillo de intramuros regular, es más para ellos, para venderse cosas entre ellos», cuenta Peña. Regular este mercadillo, «que se lleva a final de guisa ilegal» es una de las acciones que Decide Madrid propuso en 2022 para ganar recuperar el parque y evitar la acumulación de basura en él.

Sobre la celebración eventual de rastrillos, las mismas fuentes municipales aseguran que periódicamente se traslada la Policía Municipal para evitarlos, pero «las evacuación del servicio policial en el distrito varían y no siempre se puede». Tras este apunte, expresan el propaganda insistente al Gobierno para «modificar la tasa de reposición y poder incorporar a unos 1.000 agentes municipales más, sufragados por el propio junta, necesarios para una ciudad como Madrid».

Durante el merodeo, un muchacha de no más de vigésimo primaveras llega a la plazuela con maletas. «Otro más en Salvador de Madariaga».

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