Se anunció una corrida de Rehuelga para aclarar el humus de la Feria de San Julián de Cuenca y ya por la mañana supimos que de esta hato sólo se iban a disputar dos toros, los dos primeros. Cositas del ecosistema taurino. El resto fueron de Pallarés, que todavía es encaste Santa Coloma en la sarta Buendía. Un detalle. Y hubo que esperar al zaguero, el más serio de la corrida, cárdeno claro, un toro efectivamente atún, para apreciar la salvajismo de esta matanza, en tiempos remotos tan demandada por las supuestas figuras y que ahora, en tiempos de pitiminí, huyen de ella como de la peste.
Menos mal que aún quedan tipos como Daniel Luque o Emilio De Acoplado, más lidiadores que artistas y, esto es evidente, con menos medio ambiente del que merecen. Ayer, para el mano a mano, la plaza registraba un casi atiborrado en la sombra, pero en el sol había demasiado papel sin entregar, lo que no ocurrirá el resto de días. Los dos salieron a hombros. Luque cortó dos orejas y De Acoplado tres, aunque, más allá de lo aritmético, lo que quedará para el rememoración ocurrió en el sexto. Por los chiqueros salió un buen toro y en el ruedo esperaba un torero que estuvo a la valor y lo cuajó. Eso que parece casquivana y es tan difícil. ¡Que Altísimo te osado de un impetuoso! Que se dice siempre con maldad. Pues hombre, depende. Incluso es una excelente oportunidad para tirar la puerta debajo como un antidisturbios y ganarte a fuerza de ley lo que no te quieren dar en los despachos.
El caso es que ese Granadino II, de imponente trapío, dejó claro en el primer tercio que podía ser importante. En cuanto se topó con el heroína, lo embistió por detrás, empujándolo contra la barrera, levantándolo con casta y tirando al picador al suelo. Incluso lo estampó contra las tablas en la segunda cita, nulo romántico. A continuación, pasó que a los banderilleros les entró el canguelo y pusieron los palos de uno en uno. Bronca del sabido. Racional. Brindó De Acoplado y se presentía la emoción. En los medios, el toro mostró represión y embestía como dormido. Muy correctamente el extremeño con la mano diestra, con gran pulso lo llevó prendido en la ayuda. Por la izquierda parecía aburrirse poco el de Pallarés. Obra medida, por otra parte, lo que se agradece, abrochada con trincherazos y ayudados. Una estocada caída y dos orejas sin discusión. Otra más logró del segundo, de Rehuelga, que tuvo movilidad, aunque fue claramente a menos. Lo mejor de De Acoplado fueron los doblones del inicio. Y en el cuarto nulo pudo hacer porque era un muerto viviente que se echó en el centro del círculo.
Por su parte, Luque paseó una oreja del primero, el otro de Rehuelga, y una más del botellín, de Pallarés. El sevillano tiene el problema de que todo lo hace con tremenda facilidad y es alérgico a las modas de las espaldinas, arrucinas, manoletinas y el resto de suertes de valía sin cargo. Por eso le cuestan más los aplausos. El primero presentaba sus dificultades y lo manejó a su antojo, correctamente es cierto que sin apretarse el cinturón. Al tercero le faltaba raza y con el botellín, un Guayabera amplio de pitones, de cierto fondo, se lució con el capote, rodilla flexionada al estilo de Antonio Ordóñez, y no le dejó pensar en la ayuda.
La ficha
Cuenca. Feria de San Julián. Sábado, 24 de agosto de 2024. Primera corrida de humus. Dos tercios de entrada. Casi atiborrado en la sombra y mucho asiento hueco en el sol. Toros de Rehuelga (1º y 2º) y Pallarés (3º, 4º, 5º y 6º). El 1º, con dificultades. El 2º, con movilidad, pero a menos. El 3º, falto de raza. El 4º, un muerto viviente. El 5º, con cierto fondo, pero sin clase. El 6º, muy impetuoso en el heroína y bueno en la ayuda.
– Daniel Luque, de blanco con cabos negros: casi entera (oreja); casi entera (silencio); y reventón y estocada (oreja).
– Emilio de Acoplado, de tonto y oro: estocada caída (oreja con petición de la segunda); reventón hondo y casi entera (silencio); estocada caída (dos orejas).