«Córdoba es un enorme plató de cine»


Miguel Querubín Entrenas acumula ya cuatro décadas de trayectoria detrás de una cámara. Toda una vida, porque el cine es una pasión que ha mantenido viva desde la albor. En mayo estrenó su final trabajo sobre Séneca y Lucano, en codirección con su hija Fátima. Un conexión más en la tajo que lleva a parte de trasladar al cine la vida de grandes personajes cordobeses, y que le ha permitido acercarse a ilustres como Luis de Góngora, el Inca Garcilaso de la Vega, Julio Romero de Torres, Averroes o Maimónides. El director reflexiona sobre una carrera muy personal, alejada del cine comercial pero de dilatado aliento y que le ha permitido obtener decenas de premios en festivales. Lo que más le satisface es que sus películas se hayan podido ver en numerosos países.

—Está muy fresco el estreno de su película sobre ‘Séneca y Lucano. La virtud del imperio’ ¿Cómo surgió y qué ha significado en su carrera?

—Esta película nació como una continuidad de las colaboraciones con mi libretista, Carlos Clementson, singular poeta y dramaturgo. Poder trabajar con él es un honor, porque es un profesor de la palabra y un gran conocedor de nuestra historia. Como libretista, tiene adicionalmente una diplomacia extraordinaria para vislumbrar la esencia de los personajes. En el caso de esta última película nos acercamos a los últimos momentos de la vida de Séneca y Lucano. Pero el objetivo es igualmente subrayar las lecciones de su vida que siguen completamente vigentes, por eso la película está contada desde dos perspectivas, una presente y otra en el pasado. Ahora mismo está recorriendo diversos festivales y en octubre está previsto el estreno en Bomba.

Este filme es el final escalón de una larga carrera en la que se encadenan con una continuidad asombrosa películas y cortos, tanto de ficción como documentales. ¿Cómo nació esta afición suya tan intensa por el cine?

—Nací en la calle San Francisco, al costado de la Plaza del Potro. Conocí desde chaval a la hermana de Julio Romero de Torres y a su hijo. Con 12 primaveras me dejaron registrar internamente de la casa, aunque le quise hacer una entrevista a la hermana del pintor pero no quiso. Yo quería entonces poder ver las obras de Julio, pero no me dejaban y me tenía que conformar con las reproducciones que había en la Sociedad de Plateros. Mi pasión por rodar cine nace en esos primaveras. Teníamos muy cerca el cine Lucano, pero lo que más me fascinaba eran los rodajes que se realizaban en ocasiones en la Posada del Potro, como por ejemplo el de ‘Llorera por un bandido’. Pude ver a grandes actores como Paco Rabal y aquello me llamó muchísimo la atención, creo que fue lo que me iluminó. Otro factótum que igualmente me influyó en la albor es que mi padre era actor simpatizante. A mi padre lo vi efectuar en el Teatro Cómico y ese hábitat igualmente fue una influencia.

«Lo nuestro nunca ha sido el cine comercial. Lo que nosotros queremos es convertir en cine la historia de Córdoba»

Su cine se aleja desde sus inicios de los cánones comerciales. ¿Qué es lo que persigue?

—Nuestros fines al hacer estas películas no son económicos. Lo nuestro nunca ha sido el cine comercial, pero por eso mismo tenemos viejo independencia. Mis películas las suelen catalogar a menudo de poéticas. Lo que nosotros queremos es convertir en cine la historia de Córdoba, rescatar nuestro patrimonio, perpetuarlo y difundirlo. Películas como ‘La chiquita piconera’ han tenido éxito en Japón, Francia, México o algunos países árabes. Esa plataforma es la que te da el cine. Nos permite reflexionar sobre Córdoba.

Desde los 80 hasta ahora el cine se ha democratizado; ahora es mucho más viable y económico rodar. ¿Le ha facilitado eso poder emprender proyectos de viejo envergadura?

—Ha cambiado todo mucho. Yo empecé a rodar con una cámara de Super 8 y más tarde hemos trabajado con cámaras de 16 milímetros y de Super 16 milímetros. Luego llegó el vídeo en diferentes formatos y luego el digital. Ese avance tecnológico ha supuesto un abaratamiento, porque trabajar con celuloide era mucho más caro. Entonces nos financiábamos con los premios que íbamos ganando. Ahora tenemos el apoyo de administraciones a través de subvenciones. De todos modos, aunque sea más asequible, se echa de menos el celuloide porque tenía poco muy distinto.

—¿Cómo seleccionan los personajes históricos que protagonizan sus películas?

—En estas películas es fundamental el trabajo en los guiones de Carlos Clementson, gran conocedor de nuestra historia. Trabajamos con los datos rigurosos que existen de los personajes, y cuando se manejo de fundamentos más dudosos los utilizamos a veces con la imaginación como expediente, poco que hemos hecho por ejemplo con personajes como Julio Romero de Torres o el Inca Garcilaso de la Vega. Lo importante es conocer darle a todo ese material un toque cinematográfico. En la última película hemos contado igualmente como libretista con el historiador y escritor Alberto Monterroso, que es uno de los grandes conocedores de la Córdoba romana y de Séneca. Poder contar con multitud como Clementson o Monterroso facilita el trabajo de trasladar esas historias al cine.

«De pequeño me fascinaban los rodajes que se realizaban en ocasiones en la Posada del Potro»

—Una característica secreto de su cine es su vínculo con Córdoba. La ciudad y su historia son sin duda un eje. ¿Qué le ofrece Córdoba?

—Córdoba es un gran plató de cine por su gran cesión patrimonial y igualmente por sus magníficos personajes históricos. Por eso mismo, en mis películas la ciudad no es solo una ambientación, sino que se convierte en otro personaje más de las historias que contamos.

—Los jóvenes cineastas cordobeses se quejan de no se les facilita el trabajo en los rodajes. ¿Cómo ha sido su experiencia?

—Sencillo no es, pero nosotros hemos conseguido rodar incluso en la Mezquita. Durante la producción de la película sobre el Inca Garcilaso de la Vega, el Cabildo nos permitió trabajar allí una tarde entera solos, sin turistas. Para esa película era fundamental por la relación que tuvo el Inca con la Mezquita-Catedral, en la que está enterrado, y creo que la Iglesia entendió la importancia del plan y su vínculo con el personaje. Incluso el decano interpretó un papel. En otra ocasión llegamos igualmente a cortar el tráfico en La Calahorra para rodar una cuadro con autorización municipal. Para nosotros, que trabajamos casi sin plata y por apego al arte, obtener esto nos cuesta mucho esfuerzo pero es importante para nuestras películas.

—En el cine se necesitan equipos amplios y más para asaltar ficciones complejas de vestuario y ambientación como las de carácter histórico. ¿Cómo logra formar esos equipos con presupuestos tan ajustados?

—Hemos creado una asociación, Mael, que nos permite tener una estructura estable. Distinto del familia de personas que está involucrado en la asociación, y que hacen un magnífico trabajo, contamos igualmente con la colaboración de los centros educativos. Por ejemplo, el IES El Tablero nos ayuda con los temas relacionados con peluquería y el IES Querubín de Saavedra con los temas técnicos. La décimo de los profesores y alumnos es una ayuda para poder afrontar este tipo de producciones. Otro sujeto fundamental es la Escuela de Arte Dramático, en la que realizamos los castings. Mucha multitud que ha colaborado con nosotros ha tenido luego una gran trayectoria profesional. Empresas de diseño de moda como Nelson & Carreras o Palomo Spain igualmente nos han ayudado.

—Una persona esencial en su cine es su hija Fátima, con la que ha codirigido sus últimos trabajos. ¿Cómo llevan esta colaboración?

—Ella es licenciada en Historia con la peculiaridad de Cine y sus conocimientos son una gran ayuda tanto en cuestiones técnicas y de producción como de postproducción. Aporta frescura y talento. Su personalidad igualmente es diferente a la mía, porque ella tiene más talento, y ha conseguido con su perseverancia logros muy importantes. En la película sobre el Inca fue ella sola la que rodó la parte de Perú con un equipo de allí, en Cuzco y Machu Picchu. Todavía fue fundamental por ejemplo para que nos permitiesen rodar en la Nao Triunfo y para obtener la tripulación, con belgas, italianos o franceses. Fátima es secreto.

—Acento de su cine con una pasión muy tierno. ¿La secreto de todo esto es que se lo sigue pasando adecuadamente haciendo películas?

—Claro, lo pasamos adecuadamente preparando y rodando los proyectos. Pero igualmente es motivador el orgullo de que nuestro cine se puede ver en tantos lugares. Gracias a la reto que el Instituto Cervantes ha hecho por nuestras películas hemos podido aparecer a muchos países. Todavía gracias al apoyo de diversas universidades internacionales y de la Casa de América. Si instituciones tan importantes ven valioso difundir nuestros trabajos es que poco estamos haciendo adecuadamente. Películas nuestras sobre los grandes personajes cordobeses se han podido ver en China, en Gran Bretaña, en Cuba, en Buenos Aires o en Estados Unidos. Eso para nosotros es un enorme orgullo.

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